🦋Geraldine🦋
—Lo siento pequeña pero ya no puedo tolerar esto.
Mis ojos se cristalizaron al instante. Acabo de perder mi trabajo de cajera gracias a mi querida madre, es la quinta vez que llego tarde y mi jefa ha dicho basta.
—Le prometo que esto no volverá a suceder —Farfullo desesperada.
—Geraldine, te quiero mucho niña pero necesito a alguien responsable, ya estoy algo vieja no puedo estar esperando por ti.
Ya no puedo ocultar las lágrimas y asiento. Ella parece realmente triste, pero la entiendo, soy demasiado irresponsable y ella necesita a alguien que cumpla con el horario.
—Lo entiendo, de igual forma gracias por todo.
Coloco mi mochila sobre mi hombro y salgo limpiando mis lágrimas con mis manos, tengo ganas de seguir llorando pero me aguanto, no quiero dar lástima a nadie, llegó a una plaza y no puedo aguantarlo más me desplomo en el suelo cayendo de rodillas. Suelto un sollozo que estaba conteniendo sin importarme nada más, no debería llorar aquí pero ya no puedo aguantar más.
¿Qué haría ahora?
Con el dinero que gano en la biblioteca no podre sustentar los gastos. Un sollozo desgarrador escapa de mis labios.
— ¿Por qué todo me sale mal? —Susurre bajito.
Mi madre hoy me detuvo antes de ir al trabajo, exigiéndome más dinero porque según ella lo que le daba era una cantidad miserable. Me enoje, le dije que no le daría dinero para sus drogas o para satisfacer a sus chulos. Gane una cachetada por eso, tuve que darle el dinero que sería para mi almuerzo y salí muy tarde de casa razón por lo que llegue tarde.
Mi mejilla seguía de un tono rojizo, rogaba que luego no tuviese un color morado aunque me reí por eso ni siquiera debería ocultarlo con maquillaje, ya que a nadie le importa lo que suceda conmigo.
—Dios mío ¿Qué hice para merecer está clase de vida?
Junto mis rodillas hasta mi pecho y escondo la cabeza para seguir llorando. Ahora sí que estaba en problemas. Mamá iba molestarse bastante al saber que perdí mi empleo.
—Oye niña ¿Te encuentras bien?
Alce la vista encontrándome con una mujer de cabello castaño largo ondulado, sus ojos azules me parecían familiares pero no tenía cabeza para pensar en ello, me sequé las lágrimas rápidamente, debo largarme de aquí.
—Yo…
Ella se agachó, se posicionó en cuclillas frente de mí, levantó mi rostro con su mano derecha y su mirada se deslizó a mi mejilla.
— ¿Qué te paso dulzura? ¿Te duele algo?
Instintivamente llevo una mano a la mejilla que me arde pero me quedó callada. Nunca nadie actuó conmigo de esa manera ese tono y vibra que tenía tan… tan maternal, eso provocó que soltara otro sollozó. Dios, soy tan patética.
—Tranquila, cuéntame que pasó y veré si puedo ayudarte —Dijo en tono conciliador. Me abrazó y eso me dejo desconcertada.
—Perdí mi empleo.
— ¿Qué? ¿Cuántos años tienes?
—Dieciséis —Murmure sonrojada—. Yo-yo debo buscar empleo —Farfullo levantándome—. Ella no sé puede enterar de que perdí mi empleo.
— ¿Quién es ella?
Negué con la cabeza, no podía delatar a mi madre. Ella una vez de pie como yo extendió su mano como saludo y no dude en tomarla.
—Me llamo Danielle, Danielle Harrison —Ella pareció tener una especie de duda—. ¿Sabes? Yo necesito una niñera y tú un empleo ¿Te interesa?
— ¿Hablas en serio? Soy Geraldine —Digo secándome las lágrimas—. Claro que me interesa.
Danielle sonrió.
—Pues ¿Qué te parece ir a tomar un té y discutir algunos asuntos Geraldine?
Al parecer mis plegarias fueron escuchadas.
💎💎💎
Inhala.
Exhala.
Inhala…
Comencé a hacerlo una y otra vez porque me puse demasiado nerviosa al llegar a la casa de Danielle Harrison.
¿Qué pasa si el niño no me quiere? ¿Y si se enferma? ¿Qué haría? ¿Y si hacia todo mal?
Exhala.
Ya comencé a arrepentirme, no tenia ninguna clase de experiencia con niños, me sentía mareada y eso tal vez sea culpa mía ya que no había comido nada en todo el día. Pero no tenía que comer, en casa había restos de la cena de ayer pero se me quito el apetito a la hora de decirle a ella que perdí mi empleo, estaba hecha una furia.
Me llamó irresponsable, siendo que ella era la culpable de que no llegara a tiempo a mi trabajo. Así que observo mejor la casa… está familia sí que vive bien. Una gran casa de dos pisos, espero que el niño no sea un malcriado por vivir en tantos lujos. Ya me gustaría a mi vivir en un sitio así.
Mi casa era hermosa por fuera pero por dentro… con tan pocos muebles, electrodomésticos… mi madre vende todo lo que tenga valor para conseguir dinero, hasta ahora no llego a tocar nada de mi cuarto pero sé que pronto cruzará la linea.
La puerta se abrió llamando mi atención y force una sonrisa.
—Hola Ger —Dijo ella saludándome—. Ven, pasa.
Asentí adentrándome a la casa, lo primero que vi fue a un niño rubio de ojos celestes hermosos ya lo había visto antes estaba segura de ello. Él me sonrío, creo que me reconoció o tal vez solo estoy siendo tonta y el niño es amable.
Con todo el valor que me fue capaz me agacho a su altura y hablo.
—Hola soy Geraldine, pero me puedes decir Ger.
El pequeño sonrío, tiene unos hermoso huequitos en ambas mejillas.
—Yo soy Nathan —Dijo estrechando mi mano—. Pero me puedes decir Nath.
Suspire, el niño es todo un pequeño caballero. Danielle sonrió, se agachó al lado del pequeño y lo abrazó muy fuerte para luego besar repetidas veces su frente.
—Adiós cariño, volveré más tarde —Nath estaba algo sonrojado, su madre estaba avergonzándolo—, compórtate.
—Ya basta mamá.
Ella sonrió complacida y luego se levantó para mirarme.
—Bueno, ya te explique todo así que no creo que deba decirte nada más —Se froto la frente—. Oh, mi hermano está arriba en cualquier momento baja, él te ayudara si necesitas algo.