—Yo... —Trago saliva de manera sonora.
— ¿Qué pasa muñeca? ¿Qué no me has dicho?
Mi respiración se volvió rápida y agitada.
—Habla sobre... —Agacho la mirada— Los cortes.
Cayden me mira con comprensión luego sostiene mi barbilla para que pueda mirarme mejor.
—Ella está loca si piensa que voy a dejarte por eso —Acerca su frente a la mía y sigue mirándome— Al contrario voy estar aquí para ti.
No lo merezco.
Asiento con lágrimas en los ojos y lo abrazo con fuerza.
—Eres perfecto —Digo y sin querer comienzo a llorar—. Tú mereces a alguien mejor...
Él me separa un poco. Su ceño está fruncido y me mira sin comprender.
—No, claro que no soy perfecto —Murmura e intentó calmar mis lágrimas—. Yo antes de conocerte no era así... era un desastre, nunca digas que no eres suficiente.
Se acerca para besar mi mejilla, agacha su cuerpo para abrazarme y poner su rostro en mi cuello. Lo abrazo y me molesto conmigo misma por no haberle dicho la verdad. Vamos Geraldine, sé valiente por una maldita vez, cuéntaselo.
Como sigo tiesa en mi sitio él se separa.
— ¿Por qué lloras muñeca? No me gusta verte llorar.
Niego con la cabeza soy incapaz de mirarlo a los ojos por lo cual mi vista cae al suelo. Muerdo mi labio, no sabiendo cómo actuar me alejo de él caminando en sentido contrario, siento que él me sigue por lo cual comienzo a correr.
— ¡Geraldine!
La voz preocupada de Cayden no me detiene y sigo corriendo. Doblo en una esquina y escucho sus pasos muy cerca mío por lo que acelero y entro en un callejón pero para mí mala suerte tiene la salida bloqueada por lo que voy detrás de unas cajas y me echó a llorar.
En segundos tengo a Cayden rodeándome con sus fuertes brazos.
— ¿Cómo puedo gustarte? Soy un asco, soy una débil que se corta la muñeca, soy horrenda, demasiado pequeña, no tengo una linda figura... —Exploto, le digo todas mis inseguridades sin comprender cómo alguien como él se puede fijar en mí. Levanto la mirada cristalizada hacia él.
—No lo entiendes —Murmura negando con la cabeza—, Me gustó tu forma de ser. Geraldine eres hermosa, tus ojos son perfectos... dos gemas doradas que me cautivaron desde el primer momento. Tienes una sonrisa deslumbrante, si eres pequeña ¿Y qué? así me gustas...
No lo merezco, mierda que no lo hago. Se acerca a abrazarme y yo hago lo mismo.
—Te quiero mucho Cayden. Mucho, mucho.
Beso sus labios y el me corresponde el beso de manera pausada y dulce. Se aleja y pega su nariz a mi mejilla.
—Ya no llores por favor.
Asiento lentamente, cierro los ojos al sentir su cercanía.
—Lo siento.
Se arrodilló mejor en el suelo gesto el cual imito y quedamos cara a cara. Toma mis manos y me mira.
—Geral... creo que tienes problemas de autoestima...
— ¿Qué?
Sujeta mis manos con fuerza.
—Lo que dijiste recién acaba de afirmarlo todo.
Abro la boca y vuelvo a cerrarla.
—Mi hermana... joder ella necesitó ayuda psicológica —Él niega con la cabeza—, la psicóloga estaba loca pero... igual pudo ayudarla sé que suena loco pero algún día te lo contaré.
—Estas insinuando que estoy loca.
—No, no, no. No necesitas estar loca para hablar con alguien especializado en esos temas.
Niego con la cabeza.
—No quiero hablar con un extraño.
Lo único que pasaba era que no tenía el maldito valor para decirle que tengo una enfermedad de la cual todo el mundo tiene miedo. No soy lo suficientemente valiente como para decirlo y perderlo. Aunque no se lo diga mucho a Cayden él es una de esas cosas que llegó a mi vida para cambiarla. Para bien.
—Sí quieres yo busco a un especialista —Dice rápidamente.
—Cayden estás haciendo demasiado por mí.
—Puedo hacer mucho más que esto por ti —Me levanta del suelo y me abraza. Escondo mi cabeza en su pecho.
—Yo siempre voy a estar para ti muñeca. Siempre.
💎💎💎
Cayden me dejó en mi casa temprano, creo que después de la escena que arme él se sentía mucho más preocupado por mí. Apenas llegue a casa comencé a sentirme mal, tenía un malestar estomacal, fiebre y sudaba demasiado. Mi tía Celia se encontraba en su viaje a Londres por lo cual me encontraba sola y sin mentir me sentía tan mal que parecía que estaba muriendo. El cuerpo me mataba y no sabía qué hacer. No quería preocupar a nadie.
Moje el paño y volví a ponerlo en mi frente. Ya me había dado una ducha con agua helada pero eso no resultó.
Empecé a asustarme por lo cual me levanté con dificultad de la cama, camine hasta mi armario buscando algo abrigado, me puse una chaqueta encima de mi pijama. No tengo fuerzas para nada. Me quite mi pantalón que usó como pijama y me puse unos jeans para nada ajustados. Tomé mi celular y lo guarde en el bolsillo me puse unas botas y baje las escaleras.
El timbre sonó y el pánico me congeló en el penúltimo escalón. No quería que Cayden me vea así, pero también hay una posibilidad de que no sea él. Voy y abro la puerta y me sorprendo al ver a Cameron.
Me miraba con una sonrisa radiante que decayó al ver mi estado.
—Mierda, Ger —Dice preocupado, rápidamente me toma de la cintura para que me estabilice mejor—, ¿Qué demonios te sucede?
Sonreí a medias.
—Me siento un poquito mal —Murmuro a duras penas, él arquea una ceja.
—Geraldine, no creo que solo sea un poquito —Levanta mi rostro con una mano—, parece que en cualquier momento vas a desmayarte.
—Voy a ir... —Respiro con dificultad—, al hospital.
—Voy a llevarte yo —No intento discutir, ni fuerzas tengo.
Él nota que no estoy para nada bien, me quita las llaves de las manos y una vez que salimos el cierra la puerta y me lleva caminando despacio ya que las piernas me tiemblan. Me ayuda a entrar al auto con delicadeza, cierro los ojos una vez adentro. Siento como él sube al asiento de conductor y arranca.