┏━━━•❃°•°ALEXANDER°•°❃•━━━┓
—Papá
Esas palabras me habían dejado mudo, mire a Nathalie quien se tapaba la boca con sus manos mientras derramaba algunas lágrimas, luego baje mi mirada a la pequeña que estaba entre mis piernas.
Tome el marco que traía en su mano y para mi sorpresa era un marco con cuatro fotos, tres de ellas sólo mías y una donde me encontraba con Nathalie, no sabía que decir, miraba a Nathalie, luego a la pequeña que ahora sabia, era mi hija.
“Mi hija” tenía una hija, no, tenía dos hijos.
Mire hacia la habitación y el pequeño me miraba desde la puerta, parecía tener miedo a acercarse.
— ¿Que tal una visita al parque? — Grito Drake, haciendo que la pequeña me soltara y corriera donde su tío.
— Sii, palque.
— Enana, los dejo un rato solos, tienen mucho que hablar — y con esas palabras salió llevándose los niños.
Luego de verlos salir del departamento nos quedamos varios minutos en un silencio incomodo, estaba tratando de procesar la información que acababa de recibir, tenía hijos, tenía dos hijos, al menos eso era lo que parecía.
— ¿Soy papá?, ¿Eso que dijo la pequeña es cierto? — la vi asentir con la cabeza — ¿Cuándo pensabas decírmelo? — me sentí traicionado y enojado.
— No lo sé Alexander, la verdad no lo sé.
— ¿Por qué? — me pase la mano varias veces por el cabello, me sentía frustrado, — ¿Por qué demonios huir con mis hijos? — grite, la situación me estaba sobrepasando.
— ¿Y qué demonios querías que hiciera?, te recuerdo que fuiste tú el que se fue primero, el maldito día que me enteré que tendría los mellizos, me abandonaste, me dejaste sola, la abuela murió y te llame, te llame tantas veces, maldición, tú me dejaste de lado primero. Me ignoraste por un mes mientras tu prima estaba en casa, y luego me abandonaste cuando más te necesitaba — grito de regreso mientras lloraba.
— Pudiste decirme de mis hijos antes, me perdí más de dos años de su vida.
— En que maldito momento, cuando me despreciaste por irte con tu primita o cuando me golpeaste en el hotel creyéndome infiel antes de desaparecer sin dejar que pudiera decir algo — no tenía nada que argumentar contra eso, me había comportado como un patán en el hotel. — No dejaste que me explicara, ¡Dios Alexander!, pude perder a mis hijos por el golpe y aun así te seguí, para nada.
Me sentí como un idiota, ese día la había empujado con mucha fuerza y la vi caer sentada, pude haber causado la muerte de mis hijos sin saber, no deje que me hablará, aunque me rogó que la escuchara; si lo hubiera hecho ese día las cosas serían distintas.
Nunca me engaño, nunca me mintió, siempre estuvo a mi lado y yo no supe valorar eso, a la primera sospecha simplemente la deje sola, ella tenía razón y yo me merecía esto por estúpido.
— ¡Maldición Nathalie!, te eh buscado todo este tiempo — me acerqué a ella y la abracé, tenía hijos, eran mis hijos, ella aún era mi esposa, y no iba a dejarlos ir otra vez. — Te extrañe tanto.
— Aunque me cueste admitirlo, yo también te extrañe
— Quiero pasar más tiempo con mis hijos — dije soltándola lentamente.
— Puedes hacerlo Alexander, no te los negaré ahora, la verdad es que yo... olvídalo — quise preguntar qué, pero lo dejé pasar, ahora solo quería saber sobre nuestros hijos.
— ¿Como se llaman?
—Andrew y Alice — sus nombres empezaban con A como el mío, sonreí ampliamente. — Son iguales a ti, con tu color de ojos.
— Lo sé, ¿por qué había fotos mías y nuestras en ese marco? — esa pregunta rondaba mi cabeza desde que vi las fotos.
— Desde que decore sus cuartos por primera vez deje la foto en sus mesas, cada uno tiene una copia en su habitación, tu no estabas con nosotros en ese momento, pero siempre estuviste presente en sus vidas, no les iba a negar su padre — la vi suspirar y levantarse del sillón donde se había sentado. —Ven
Empezó a caminar hacia las habitaciones hasta que paramos en una con papel tapiz rosa de mariposas, entramos y me llevo hasta un estante grande lleno de juguetes, cuentos y algunos osos de peluche
— Estos son algunos de los regalos que "tu" le has enviado a Alice mientras tienes que viajar por trabajo — mire todo, ella no me había dejado mal como padre, no había dejado que no existiera en la memoria de mis hijos.
— Aún faltan cosas, esta semana nos mudamos y aún no llegan todas las cosas, faltan algunas cajas que quedaron allá.
— ¿Dónde estaban?
—Fuimos a Boston — Boston, estuve en ese lugar varias veces desde nuestra separación y nunca se me ocurrió buscarla allí,
Caminamos hasta la habitación de Andrew, esta tenía el tapiz verde con algunos dinosaurios, al igual que el de Alice había un enorme estante con dinosaurios, autos y cuentos, todo lo que según Nathalie yo les enviaba.
Me seguía maldiciendo a mí mismo, por una estupidez aleje a la mujer que amo, y me había perdido el nacimiento y crecimiento de mis hijos.
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Editado: 19.10.2022