┏━━━•❃°•°ALEXANDER°•°❃•━━━┓
Al salir de la casa de Nathalie aún no asimilaba del todo que era padre, me había perdido tanto por mi estupidez, eso era algo de lo que me iba arrepentir toda la vida.
Busque un taxi que me llevara hasta el centro comercial para buscar mi auto, pero al llegar al lugar tuve la gran necesidad de hacer unas enormes compras, pase por cada almacén de decoración y juguetería que encontré y compre todo lo necesario para armar las habitaciones para mis hijos.
Me había decidido, quería tener a mi familia en mi casa, en nuestro hogar, el lugar donde pertenecían, y el primer paso era esté, tendría que enamorar a Nathalie de nuevo, y ganarme el afecto de mis pequeños, pero eso era algo que haría despacio, iría paso a paso, primero recuperar el tiempo perdido con mis hijos y luego con su madre, el amor de mi vida.
Pedí que todo fuera entregado el mismo día, pague un camión de entrega y le di un dinero extra a dos chicos que trabajan en el lugar de muebles para que fueran a armar las cosas la mañana siguiente. Llame a nana para que en compañía de su nuevo esposo quien trabajaba también en casa desocuparan dos habitaciones al lado de la principal.
Después de ordenar todo y llenar mi auto lleno de bolsas de juguetes (algunos también para Félix) me dirigí a casa de Chloe, aún tenía sus compras en mi auto, solo me tomo media hora llegar al lugar.
— Hermanito, ¿cómo te fue? — me preguntó Chloe ni bien me abrió la puerta, hice una mueca para que me dejara pasar primero y le señale la cantidad de bolsas que traía en mis manos.
— Mejor de lo que esperaba, Chloe soy papá — estaba seguro tenía una sonrisa enorme en mi rostro.
— Lo sé, te dije esos niños eran iguales a ti — dijo restando importancia al asunto.
— Recuerdas que te dije que había visto a Nathalie con otro hombre en un hotel — ella asintió con la cabeza.
— Era Su hermano, el mismo que vimos hoy.
— Oh, eres un idiota — me lanzo un cojín a la cara y se fue corriendo a la cocina.
— Lo sé — me pase las manos por la cara varias veces
—Vino o cerveza— Grito desde la cocina
—vino
— Y bueno Alexander, desde un principio te dije que habías hecho todo mal, incluso te dije que Susan se traería problemas y no me escuchaste.
— Lo sé, lo sé, maldición, Susan aun va a casa de vez en cuando.
— Eres estúpido, ya deja de ayudarla, está bien que seas bueno, pero sabes que ella está tratando de meterse a tu cama — negué con la cabeza.
— Es sólo mi prima, no la veo como otra cosa, sólo se queda en casa cuando regresa a Nueva York por trabajo, y es sólo uno o dos días.
— Si llega a pasar algo de nuevo por su culpa te daré una patada en las bolas, es más, si llego a topármela en tu casa le haré lo mismo que le hice para sacarla de acá.
A mi mente vino ese día, Susan me llamo asustada porque, según ella, alguien había entrado a la madrugada, me asuste bastante y cuando llegue al departamento la escena que encontré parecía sacada de telenovela, mi hermana y Susan estaban enfrascadas en una pelea extraña, Tyler trataba de sacar a Chloe de encima de Susan, ambas estaban todas golpeadas, lleve a Chloe a casa y vivieron conmigo unas semanas hasta que Susan dejo el departamento. Nunca se llevaron bien.
— Iré a casa, hay muchas cosas que ordenar para mañana.
— ¿Qué haras? Es domingo, ¿Quieres acompañarnos al zoologico? — negué con la cabeza.
— Tengo una cita con mis hijos, a partir de ahora no pienso perderme ni un segundo mas de sus vidas.
— Me alegra ver una sonrisa en tu rostro después de tanto tiempo Alexander, no lo arruines de nuevo.
— No lo hare, el destino me está dando esta segunda oportunidad y no pienso desaprovecharla — ella me sonrió y salto a mis brazos abrazándome con fuerza.
— No lo hagas, ya es hora que seas feliz hermanito, ve por ella y no la dejes ir nunca más.
— Nunca.
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Al llegar a casa la nana estaba dando las indicaciones de donde dejar cada caja que iban entrando, y Robert ayudaba a los hombres del camión a bajar todo, sonreí satisfecho al ver todas las cosas nuevas que tendría para las habitaciones de mis hijos.
— Joven Alex, ¿qué son todas estas cosas?
— Nana encontré a Nathalie —le dije tomándola de las manos dejándola sorprendida.
— Mi niña — sollozo un poco, — ¿cómo está ella? ¿cómo están los...? — no termino la pregunta y supuse que se refería a los niños, ósea que nana sabía que Nath estaba embarazada.
— Nana, soy papá.
— Lo se mi niño, lo sé — aún sollozaba y me abrazo fuerte. — Lo lamento tanto, no quería ocultártelo, pero no era yo quien debía decírtelo — la abrace más fuerte para darle consuelo.
— Todo fueron mal entendidos nana, nos alejamos por nuestra propia estupidez.
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Editado: 19.10.2022