Era una tarde fresca a mediados de diciembre cuando Jessica y Gabriel se prepararon para regresar a México. Gabriel había solicitado un taxi para que fuera por ellos en la tarde y así llegar al aeropuerto en Auckland apenas anocheciera. En un principio Ian se había ofrecido a llevarlos pero Lauren, que acababa de regresar de Christchurch, quería pasar el mayor tiempo posible con su novio y recuperar el tiempo perdido. Ni Gabriel ni Jessica lo tomaron a mal. El plan de los hermanos era tomar el vuelo de la noche a y aprovechar a dormir en el avión para que el jetlag no fuera tanto al regresar a casa.
Esa tarde la casa estaba en silencio. Jessica estaba en el que había sido su cuarto terminando de empacar y de algún modo tenía una sensación de nostalgia. ¿Cómo podía sentirse así si solo había pasado tres semanas allí? ¿Cómo era que en tan poco tiempo aquel lugar hubiera podido robarle el corazón de esa forma? No imaginaba cómo se sentiría Gabriel si él había pasado todo un año en aquel país. Un rato después los hermanos bajaron con sus cosas y solo esperaban la llegada del taxi que los llevaría al aeropuerto.
—Es una lástima que no se queden más tiempo— dijo Lauren con pena mientras se despedía de ellos afuera de la casa—. Ojalá hubieran podido pasar Navidad y Año Nuevo con nosotros—
—Nos habría encantado aquí pero apenas tenemos el tiempo justo para regresar y empezar los trámites para el siguiente semestre en la universidad en México— dijo Gabriel.
—Qué le vamos a hacer. De cualquier forma, recuerda que siempre que regresen serán bienvenidos—dijo Lauren dándole un abrazo a Gabriel.
Ian y Jessica intentaron decirse adiós también, aunque para ellos estaba siendo un poco difícil saber cómo hacerlo.
—Muchas gracias por todo, Ian, me encantó conocer este lugar —dijo Jessica.
—Me alegra que lo hayas disfrutado. Espero no pase mucho tiempo para que regreses—
Ninguno supo muy bien qué hacer después: Ian se acercó para intentar darle un abrazo de despedida, y Jessica solo le extendió la mano y finalmente terminó siendo una despedida de lo más torpe.
Lauren entonces se acercó a Jessica para desearle buen viaje, mientras Ian y Gabriel se despedían uno del otro. Era un momento difícil para ambos: era la despedida de dos mejores amigos.
—No tengo idea de qué decirte más que gracias y que voy a extrañarte— dijo Gabriel.
—Yo también voy a echarte de menos— dijo Ian—. Siempre quise tener un hermano y tuve que esperar veintidós años y venir a Auckland para conocerlo—
Gabriel entonces abrazó fuertemente a su amigo e Ian lo abrazó de regreso.
Las chicas, que observaban la despedida, sabían que esta separación era triste; Lauren sabía que lo era mucho más para Ian: Gabriel había sido mucho más que su compañero de casa, se había convertido en su mejor amigo y nadie lo podría remplazar.
Al fin Gabriel y Jessica subieron al taxi que ya había llegado por ellos y un momento después arrancaron. Lauren e Ian se quedaron un momento observando cómo se alejaban. Los hermanos apenas hablaron durante el trayecto: ambos estaban dejando una parte de su corazón atrás y en ese momento ninguno de los dos tenía idea de cuándo regresarían a aquel remoto lugar del mundo.
*
Habían pasado tres semanas desde que Jessica y su hermano regresaran de Nueva Zelanda y a ella le parecía que todo aquel viaje había sido sólo un sueño. Constantemente se descubría a si misma suspirando y añorando estar de regreso en la tierra de la larga nube blanca, pero sabía que tendría que pasar algún tiempo antes de poder estar de vuelta.
Durante las fiestas de Navidad y Año Nuevo había tenido que escuchar una y otra vez a Gabriel contarle a toda la familia, ansiosa de escucharlo todo, sobre lo que había hecho y conocido estando en Nueva Zelanda. Era difícil escuchar todas las cosas maravillosas que su hermano había conocido, porque ella no había tenido la oportunidad de ir a tantos lugares ni hacer tantas cosas como él en el corto tiempo que estuvo ahí. Se hacía mucho más difícil cuando ella también tenía que contar lo que había hecho y conocido durante su visita al país. Solo la hacía querer estar de vuelta mucho más.
Ahora, lo que la consolaba era que el nuevo semestre en la universidad estaba por empezar y esperaba que el estar ocupada le hiciera olvidar por un rato su deseo de estar de regreso en aquel lejano lugar.
Faltaba todavía una semana para que las clases iniciaran y Gabriel y Jessica estaban de vuelta en casa con su madre, disfrutando los últimos días de vacaciones; él estaba jugando videojuegos y ella leía en el sofá, cuando de pronto escucharon que sonaba el timbre de la casa. Como estaban solos en casa y Jessica sabía que Gabriel no se levantaría de su lugar, fue ella quien se dirigió a ver de qué se trataba. Cuando llegó a la puerta principal y abrió se quedó inmóvil, porque ahí de pie en la entrada estaba Ian.
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¡Hola! Hoy fue un capítulo corto, pero espero lo hayan disfrutado y les siga gustando esta historia. Pueden contarme cómo les va pareciendo en los comentarios. Me dará gusto leerlos :)