Querido Dios,
Hoy me dirijo a ti con un corazón cargado de pesar y humildad. Me doy cuenta de que he cometido un error al alejarme de ti y solo buscarte cuando necesito algo de ti. Reconozco que he sido egoísta y he descuidado nuestra relación.
No hay excusa para mi comportamiento, y lamento profundamente haber te dejado de lado en momentos en los que debería haberme acercado más a ti. Comprendo que no merezco tu perdón, pero te ruego que me concedas la oportunidad de enmendar mis errores y de restaurar nuestra conexión.
Prometo hacer un esfuerzo consciente por cultivar una relación más profunda contigo, buscando tu voluntad y siguiendo tus enseñanzas en cada paso del camino. Reconozco que necesito tu guía y tu amor incondicional en mi vida, no solo cuando me encuentro en dificultades, sino en cada momento.
Te pido perdón por el dolor que he causado al alejarme de ti, y te agradezco por tu constante amor y paciencia a pesar de mis fallas. Confío en tu misericordia y en tu capacidad para perdonar, y prometo trabajar arduamente para merecer tu gracia.
Con sincero arrepentimiento y el deseo de cambiar.
Reflexión: En ocasiones, podemos caer en la trampa de buscar a Dios únicamente cuando necesitamos algo de Él, olvidando cultivar una relación continua y significativa. Sin embargo, el verdadero poder de la fe radica en mantener una conexión constante con Dios, no solo en momentos de necesidad, sino en cada aspecto de nuestra vida diaria. Este proceso de reconciliación con Dios requiere humildad, arrepentimiento y un compromiso sincero de cambiar nuestros hábitos y prioridades. Al reconocer nuestras fallas y buscar el perdón divino, podemos iniciar un viaje de renovación espiritual que nos lleve a una relación más profunda y significativa con nuestro Creador.