Vuelta a los orígenes

Cap. 28

Me gusta la idea, prefiero llamarlo cita. Las palabras de Ryan resonaban en su cabeza, y aunque no quería una sonrisa se dibujó en el rostro de Kate, no lo podía evitar. Miró hacia abajo mientras notaba que un mechón de pelo se deslizaba por su frente y se cruzaba en mitad de su rostro, por lo que algo ruborizada lo cogió entre sus dedos para ponerlo detrás de su oreja.

Ryan se posicionó justo detrás de ella, haciendo que se pusiera todavía más nerviosa al notar el pecho del médico rozando su espalda, pero en un moviendo galante Ryan se movió para deslizar la silla por el césped indicándole a Kate que se sentara.

_ ¿Una copa de vino? -le preguntó mientras llenaba las copas-.

_ Muchas gracias.

La diseñadora se quedó mirando como llenaba las copas con el líquido color cereza oscuro, lo hacía con elegancia y galantería, se notaba que se estaba esforzando. Como estaba muy nerviosa cogió la copa y tras brindas los dos chocando las copas le dio un trago para ver si así le relajaba, aunque no le gustaba mucho el vino debía admitir que estaba muy bueno. Aún así al lado tenían su copa con agua, no pensaba beber en exceso ya que antes se había bebido un par de cocteles de esos que tumbarían a cualquiera.

_ Está muy bueno, gracias.

_ A ti por cenar conmigo, el vino es un Merlot, marida muy bien con el pollo asado por sus aromas afrontados y espaciados.

_ Vaya, ¿entiendes de vinos?

_ En realidad no, yo entiendo más de coca-cola -ambos se rieron por el comentario-, lo que te acabo de decir lo sé porque lo miré en internet hace unos pocos minutos.

Volvieron a reírse quitándose así ambos parte de la tensión que tenían por la cita, los dos estaban muy nerviosos, pero era algo que ninguno esperaba. Kate veía a Ryan como un nuevo amigo, con total sinceridad nunca había pensado en tener una cita con él, cada vez que Lizz le mandaba una indirecta sobre salir con su hermano la diseñadora le seguía el juego como una broma, pero no se lo tomaba en serio. 

Sin embargo para el médico la situación era justo la contraria, desde que la vio se había imaginado algo así. Al estar en la boda pudo observar a esa chica que andaba con una elegancia que la distinguía del resto, con un vestido rojo que le quedaba a la perfección, unos altos zapatos de tacón que estilizaban todavía más su increíble figura. Estuvo durante toda la ceremonia observándola, estaba sentada en primera fila al lado de la madre de la novia, supuso que sería algún familiar ya que nunca la había visto en el pueblo, pero notaba que cada pocos minutos Amanda se giraba para mirarla y a ambas se le saltaban las lágrimas. Al final consiguió hablar con ella durante el baile, cuando acabaron de hacerle la gamberrada a Ryan salió y la estuvo buscando en la pista de baile, pero la encontró hablando con Luke mientras miraban a los novios bailar, por la forma en la que estaban ambos se notaban que su compañero y ella se conocían. 

Inspiró con fuerza para coger fuerzas para invitarla a bailar y lo hizo con una simple presentación mientras echaba las manos hacia delante. Mientras bailaban se pudo centrar en su rostro, era precioso, con unos ojos azules preciosos que brillaban, no paraba de pensar que se podría perder en ellos, no le cabía duda. Tenía las mejillas ruborizadas, parecía que de vergüenza, los labios formaban una blanca, enorme y preciosa sonrisa que en esos momentos estaba dibujada con un tono rojo a juego con el vestido. Cada vez que conseguía hacerla reír bajaba la cabeza de una forma que le parecía muy sexy, eso hacía que un mechón de su larga cabellera rubia peinada con ondas estilo años 40 cayera sobre su frente. Este detalle que ahora se repetía hizo que le recordara el momento en que la conoció, el mismo momento en que se quedó prendado de ella. 

Sí, sonaba exagerado, pero desde ese día no había podido quitarse de la cabeza esos ojos, estaba obsesionado con ellos. Desde entonces empezó a entablar una amistad, pero era algo obvio que quería algo más, gracias a ella había vuelto a sentir cosas que creía muertas ya. No es que estuviese enamorado de ella, todavía no, era demasiado pronto para eso, pero desde que la conoció había empezado a sentir ciertas cosas, y cada vez era más fuerte, volvía a tener esperanzas de volver a enamorarse.

Ryan se quedó embobado pensando en el día en que se conocieron, pero un pitido que salía de la cocina le hizo volver a la realidad.

_ La cena ya está, ahora mismo vuelvo.

El médico se levantó corriendo y fue hacia la cocina rápido, mientras, Kate se quedaba parada inspirado y aspirando con fuerza. Se frotó los brazos por puro nervio, no esperaba que la noche acabaría así. Las antorchas que rodeaban  la mesa hacían que el ambiente fuera más agradable y entrara en calor, ya que a esta hora siempre empezaba a refrescar.

Ryan volvió con una fuente con pollo y verduras asadas troceadas, la puso en la mesa y tras servir ambos platos se sentó. 

_ Normalmente lo suelo hacer con patatas, pero he supuesto que preferirías verduras variadas.

_ Lo prefiero sí, muchas gracias, es todo un detalle. 

_ Bon appétit.

Volvieron a brindar levantando las copas y chocándolas de nuevo haciendo que el toque del cristal formara un sonido agudo, tras esto empezaron a comer con tranquilidad mientras iban hablando de mil cosas a la vez, ambos tenían facilidad para sacar temas de conversación, ahora estaban jugando al juego de las preguntas.

_ Vale, siguiente pregunta -le dijo Ryan animado-, ¿cual crees que ha sido el día más feliz de tu vida?

_ Um, difícil pregunta -Kate frunció los labios mientras pensaba, acto que provocó que Ryan estrujara en su mano la servilleta para contener las ganas de levantarse y besarla-. Creo que fue cuando me trajo Santa mi mansión de la Barbie, era increíble, con dos pisos, terraza, jardín y todo, creo que recordaré toda la vida esas navidades.




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