La puerta de mi prisión se abre tan fuerte que rebota contra la piedra, Crexus, el encargado del señor Milet entra y me saca a rastras.
- Vamos, mierdecilla de kritt que el trabajo te espera.
Me lanza contra una enorme montaña de cables y toda clase de componentes electrónicos.
- No hace falta que te levantes- me dice burlándose, mirando a mi inexistente pierna con desprecio.
Comienzo a separar las piezas dependiendo a que contenedor va a ir, el calor es sofocante, me quema la piel, miro a mi alrededor y veo a niños más pequeños que yo, lucen escuálidos y sucios, sus manos ágiles separan velozmente las piezas. Al mediodía nos traen unos cubitos hidratantes y barritas nutritivas, no tenemos derecho a comida normal, somos desechos y como tal nos tratan.
Al anochecer Crexus me lleva a la cueva, tengo hambre y sed y estoy muy cansado, intento dormir pero el llanto de varios niños no me deja y yo pronto me uno a sus lamentos.
Vivir de esta manera es vivir como en el mismísimo infierno, no sé cuánto tiempo llevo aquí, he perdido la noción del tiempo, estoy lleno de ampollas, los huesos se me marcan y me duele cada parte de mi cuerpo.
- Levántate inútil- Crexus me patea para que me levante.
No puedo más, estoy al límite de mis fuerzas, me agarra del pelo para levantarme y me arranca unos mechones al hacerlo. No puedo mantener el equilibrio con una sola pierna en el estado en que estoy y caigo al suelo otra vez. Veo acercar su bota a mi cara pero no puedo moverme.
De repente cae al suelo, algo le ha golpeado, delante de mi aparece un chico con un parche en el ojo y un brazo metálico terminado en pinza.
- Date prisa, levántate antes que se despierte.
Me coge por las axilas y consigue levantarme aunque está más delgado que yo.
- No puedo- mis ojos se cierran.
- Si puedes- una bofetada me espabila- tienes que hacerlo.
- Me matará cuando despierte- gimo.
- No lo hará porque vamos a escapar de aquí.
Lo miro sin comprender, este chico está loco, estamos rodeados de vallas electrificadas, con sensores de calor y movimiento rodeándolas, es imposible escapar de aquí. Me lleva a uno de los camiones que sacan los contenedores, los androides están extrañamente quietos.
- No te preocupes por ellos, los he desconectado- me da una manta cubierta de cables y circuitos- cúbrete con ella, nos hará invisible- me guiña con su ojo bueno.
Lo hago aunque no creo que podamos salir, es Crexus o mi madre y en este momento no quiero caer en manos de ninguno de esos dos. Me ayuda a meterme en el contenedor, escarbamos hasta el fondo y nos tapamos con la manta abrazándonos y encogidos. A la hora programada como todos los días, los camiones automáticos se ponen en marcha. Estamos muy cerca de la valla, me encojo más esperando escuchar la alarma y a los soldados venir, pero pasa un rato y no pasa nada, ¡Lo hemos logrado!
Una nave nos está esperando cuando salimos de los contenedores, me paro en seco y me separo de él, ya que me está sujetando. Lo miro con cara de decepción, me ha traicionado, es la nave de mi madre.
— ¿Por qué?— son las únicas palabras que puedo decirle.
— Era mi única oportunidad de salir de allí— encoge los hombros— tu madre quería darte una lección para que aprendieras lo que tienes y paga muy bien— me enseña una bolsa llena de tinans.
— ¿Vienes conmigo o prefieres volver?— me dice desde la puerta de la nave.
Permanezco de pie, no quiero volver con ella, no quiero ponerme esa pierna, no quiero ser un Vycops. Asher, mi rescatador parece leer mis pensamientos y me gira hacia él.
— Ni se te ocurra pensar en no irte con ella— me aprieta fuerte.
— Podríamos irnos los dos, buscar trabajo, vivir en las cuevas, será difícil pero....— sus carcajadas no me dejan continuar.
— ¿Pero tú te has visto? No durarías ni tres días separado de las comodidades a las que estás acostumbrado. ¿Quién crees que te contrataría? Sin esa pierna y sin tu madre, no vales nada.
No voy a llorar, me digo mientras avanzo hacia ella pegando saltos con mi única pierna, no voy a llorar, tengo que tragarme el dolor que me atraviesa, es ella o el vertedero, no tengo otra opción.