Wade

Capítulo 10

Wade
La reunión había sido un maldito fracaso. Había algunos que preferían entregar a la niñata.
Y otros solo querían razones para poder violarla.
Aún así, todos se habían dirigido a los puestos que ordené.
Por ahora estábamos protegidos.
—¿Estas bien? –La voz de una chica me asaltó, poniéndome en guardia. Giré mi cabeza y me encontré con la hermana de Adam, en pantalones cortos con una camiseta básica negra.– No podía dormir, así que decidí bajar por si a alguien le pasaba lo mismo.
—Solo estaba pensando. –No lo dije muy convincente, pero aún así ella no dijo nada.–
Se sentó a mi lado en el sofá. La televisión estaba enfrente pero se mantenía apagada.
Me fijé más en ella. Los pantalones cortos no dejaban nada a la imaginación. La camiseta ancha negra tapaba como mucho hasta la altura de los pantalones.
Me obligué a mirar hacia otro lado.
—¿Hace cuanto no follas? –Me preguntó directamente, dejándome a cuadros.–
La miré sorprendido. Esta soltó una risita y se encogió más a causa del frío.
—No estoy diciendo que folles conmigo aquí y ahora. –Empezó a hablar, mirando a la televisión.– Lo que quise decir es que estás muy amargado.
—Pues siento decirte que follo casi todos los días. –Confesé, pero a Diane no le sorprendió.– ¿Qué pasa?
Se mordió el labio nerviosa. Miró a la puerta esperando a que alguien entrara sin éxito alguno.
—Te comportas muy mal con Elizabeth. –Y empezó la charla. La ignoré y me concentré en el botón azul de la televisión.– ¿Me estas escuchando?
Negué con la cabeza. Estaba harto de que me regalaran por tratar mal a la niñata esa.
Ella se había buscado este lío.
Yo solo le estaba ayudando.
—Te diré algo. –No quería sonar amenazante, pero no pude evitarlo.– Es tu amiga, está bien. –Intenté relajarme sin éxito.– Estáis en mi casa y si queréis seguir con vida no debéis tocarme las pelotas. –La boca de Diane se abrió, sorprendida.– Con solo hacer un chasquido de dedos, estaréis fuera de mis propiedades. ¿Lo has entendido?
—No comprendo el porqué haces todo esto. –Se estaba alterando. Había subido un poquito la voz sin pensarlo.– Ella no se merece esto, Wade. Eres el único que no la acepta y no lo entiendo.
—Y nunca lo entenderás.
Mi móvil sonó. Ignorándola, acepte la llamada.
—Estamos todos preparados. –Informó Iván a través del teléfono.– Te esperamos a fuera. Iremos siguiéndote.
Sin contestar, colgué.
Diane me miró confundida por mi arrebato.
—Me tengo que ir. –Anuncié levantándome del sofá.– Lo mejor será que te vayas a tu habitación. Estás segura, pero si llega a ocurrir algo si estás fuera de tu habitación dificultarías la situación.
Ella asintió y me imitó.
—Solo déjame decirte algo. –Pidió con un hilo de voz. Me quedé quieto. Le daba la espalda, esperando a que siguiera hablando.– Elizabeth no es mala, Wade. Y espero que algún día comprendas eso. No está aquí precisamente para hacerte daño.  Está aquí porque se a metido en un lío. No se merece que la traten mal. Demasiado está pasando ya..
Asentí y abandoné el salón.
A lo mejor era cierto lo que Diane decía, pero no podía arriesgarme. 
Decidí ayudarla por varias razones. La principal es porque es muy amiga de Adam y de su hermana. Otra de las razones era porque...
En el fondo de mi conciencia sabía que se había metido en este lío por mi culpa.
Me metí en el Ranger Rover que iba a conducir esta noche. Había concretado una reunión con el mismísimo Edler para intentar apaciguar las aguas.
Pero hasta Dios sabía que eso era imposible.
Arranqué el motor y me imitaron otros dos.
Iría solo a la reunión, pero ellos se quedarían a varios kilómetros por si llegara a pasar algo.
Me metí en la autovía por la vía donde ponía San Rafael. Iván iba detrás mía, atento a cualquier coche sospechoso.
Después de quince minutos conduciendo, salí de la autovía metiéndome en un camino de tierra.
A partir de aquí iba solo.
Conducí cinco minutos más. A lo lejos se pudo ver una cabaña con las luces encendidas.
Aparqué lo más rápido que pude y salí del coche. Sin bloquear el coche, entré a la cabaña.
Edler se encontraba sentado en la mesa de cristal. 
No era la primera vez que habíamos decidido vernos.
—Llegas un poquitín tarde. –Soltó con aire gracioso. Con su mirada, señaló la silla que estaba enfrente de él, esperando a que me sentara. Cuando lo hice este sonrió.– ¿Te apetece un chupito? 
Puso delante mía un vaso pequeño con un líquido transparente. Pose los codos en la mesa, sonriendo.
—No me tomes el pelo, Edler. –Dije cansado de su juego.– Estamos aquí para hablar de algo importante. Suéltalo ya.
Sonrió de lado. 
—Dame a la chica y estaremos en tregua una vez más. –Propuso.–
La propuesta era muy tentadora. No habría muertes, y además me libraría de la niñata... Pero, Adam me odiaría. Y Seth me querría muerto.
Eran demasiadas consecuencias.
—¿Por qué? –Pregunté para ganar un poco más de tiempo para pensar.– ¿Por qué la quieres? ¿La matarás?
—Podría mentirte... –Se quedó pensativo durante unos segundos.– Sería un monstruo si llego a matar a tal belleza. –Enseñó los dientes mientras se cruzaba de brazos.– La quiero para mí. Tú y yo tenemos el mismo gusto. ¿Cómo es que a ti no te gusta, Wade?
Por un momento me congelé. La quería para él.  Lo miré confuso.
La niñata a mi no me gustaba. ¿Verdad?
Edler me miró fijamente, esperando alguna reacción por mi parte.
¿Se la iba a entregar así como así?
No sabía lo que le haría. No sabía si ella sufriría.
—Recuerda que no habrá muertes por ninguno de los dos bandos. Estaremos en paz. –Enumeró, intentando convencerme.– Podrás tocar mis tierras sin que hayan consecuencias. Podremos vivir como si fuéramos una gran familia. Quizás hasta podamos hacer negocios, como antes.
Este se levantó de la mesa y empezó a caminar hasta la puerta abierta de la cabaña.
—Tienes hasta mañana para pensartelo, Wade. –Y tras esto, se fue.



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En el texto hay: mentiras, risas, amor

Editado: 13.06.2018

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