Wade
Jamás había dormido con una mujer sin haber follado antes.
Y la sensación que me transmite no me gusta para nada.
No me explico las razones por las que permití que esto pasara. Debería haber dejado que durmiera en cualquier otra habitación.
Pero me negaba a ello. No quería que se separara de mi, y mucho menos ahora que Edler está detrás nuestra.
Moví mi adormilado brazo derecho que seguía haciendo de almohada. Eliana se removió incómoda, pero se apartó dejándome el camino libre.
Me levanté con suavidad evitando que se despertara. Era preciosa, tenía que decirlo. Sus pestañas eran largas y rizadas. Sus labios finos y delicados.
Cerré los ojos y me centré. Debería de dejar de mirarla como un puto sicópata.
Subí más el edredón. Se había bajado a lo largo de la noche, dejándole los brazos fuera.
Me prohibí mirar sus pechos. Aún que deseaba despertarla con besos y empezar algo que esta vez si podríamos acabar.
Céntrate.
Me alejé con rapidez y empecé a vestirme de la misma manera. Tenía que largarme de aquí rápido, antes de que me volviera más loco de lo que estaba.
Abrí la puerta y la cerré con sumo cuidado. Suspiré aliviado.
Tenía que hablar con Axel. Esto se había vuelto más complicado de lo que esperábamos.
Me obligaron a volver a esta maldita casa.
Bajé las escaleras que tantas veces había bajado corriendo en busca de los brazos de mi madre.
Era imbécil al recordar una y otra vez la misma escena. Sabía que me estaba haciendo daño, pero esta era la consecuencia que conllevaba venir a esta casa.
Que todos los recuerdos me vinieran de golpe.
Como la noche anterior, pose mi dedo índice en una pantalla y se abrió la puerta.
Lo único bueno que tenía esta casa era la seguridad. Mi padre decidió gastarse un pastón en alarmas y en gilipolleces así.
Algo que tenía que agradecer.
Después de bajar hasta el portón, comencé a correr hasta encontrar una maldita cabina para poder llamar.
Correr me relajaba lo suficiente como para no estar destrozando la casa, como había hecho varias veces.
Al ser una zona bastante alejada de la civilización, apenas había gente andando por las calles.
Algunos niños jugaban con sus bicicletas haciendo carreras. Otros, preferían coger un balón y pasárselo entre ellos. Apenas pasaban coches, así que aprovechaban la carretera.
Después de correr varios minutos, encontré la cabina que tanto buscaba.
Saque algunas monedas de una cartera de cuero y las introduci. Marque el número de Axel y apreté la opción de llamar.
Después de cinco pitidos, lo cogió.
— Si eres Brittany, hoy no me apetece. Deja de llamarme. –Saludó creyendo que era una de sus putas. Al ver que no respondía, volvió a hablar.– Y si eres otra persona, perdona que tenga tanto apetito sexual.
— Eres imbécil, Axel Whithe. –Comencé a reírme de él, haciéndolo enojar.– ¿Cómo que Brittany? ¿No estabas liado con una que se llamaba Vee?
— No seas estúpido, esa era la del miércoles. Estamos a viernes, hoy toca Tris. – Respondió soltando una pequeña carcajada.–
Axel era así, cada día tenía a una nueva mujer en su cama. Pocas veces repetía, solo cuando estaba realmente desesperado.
Y yo era casi igual. Con la diferencia, de que yo llamaba solo a una mujer para satisfacerme.
Alguna que otra vez he follado con mujeres que he encontrado en una discoteca, pero había una chica que se había quedado en mi cama varías veces.
— ¿Y la de ayer? ¿Quién era? ¿Lurdes? – Pregunté esperando una contestación.
— No me acuerdo de su nombre. Lo que si te puedo decir, es que esta empezando su carrera como actriz porno. –Presumió. Después de soltar un suspiro algo cansado, siguió hablando.– ¿Dónde estás, Wade? Todos estábamos preocupados, no sabíamos donde cojones te habías metido. Iván y otros chicos salieron a buscarte por las calles.
— Estoy bien. –Solté al fin. Eso era lo que Axel estaba esperando. Era como un hermano para mi, primero estábamos los dos y después lo demás.– Estoy en mi casa con la camarera.
Los niños que minutos antes estaban jugando al otro lado de la calle, comenzaron a correr al ver que llegaba un Audi. Sonreí al ver como un niño agarraba a otra niña que se había despistado.
— Esa camarera de llama Elizabeth, amigo. –Me regañó. Estaba tan acostumbrado a esto que lo ignoré.– ¿Cómo cojones se te ha pasado por la cabeza ir a ese lugar, Wade? Le diré a alguien que vaya a por vosotros. Aunque no es muy buena idea.. – Se quedó callado y eso significaba malas noticias.–
— ¿Qué está pasando allí, Axel? – Pregunté algo tenso. No me perdonaría haber dejado a los chicos solos en un mal momento.– ¿Hay alguien herido?
— Anoche Richard fue disparado, pero por ahora se mantiene bien. –Comenzó a contar.– También hay algunos heridos, pero por lo demás bien. Se están recuperando todos. –Se volvió a quedar callado. Aquí venía la mala noticias.– Te están buscando a ti, y a Elizabeth. Por aquí está pasando varios de sus coches. Saben que no estás aquí, pero supusieron que nada mas despertar estarías aquí.
Mierda y más mierda. Lo tenían bien planeado. Anoche nos pusieron una trampa, y nosotros caímos en ella. Y ahora los tienen rodeados a todos.
No podía volver allí.
— Puedo llamar y alquilar un apartamento hasta que todo esto pase. – Ofreció. Se puso tan nervioso que volvió a hablar.– O si decides venir aquí, yo mismo iré a por ti aún que piense que es una mala idea.
— Un apartamento no tiene la seguridad que necesitamos. – Gruñí frustrado. – Y no podemos volver porque pondríamos muchas vidas en peligro. Ellos están dispuestos a empezar con la guerra.
— No lo entiendes ¿verdad? – Escupió con enojo.– ¡Ya estamos en guerra! El problema es que ellos tenían más tiempo para prepararse. Nosotros decidimos ayudar a Elizabeth mucho después.
Tenía razón. Había sido mi culpa al habernos metido en este problema. Pero no podría dejarla sola en esto. Adam jamás me lo perdonaría.
Y temo creer que ni yo mismo.
Había algo en ella que era especial. No se si será su sonrisa, sus mejillas o hasta su manera de hablar.
Tenía algo y estaba obligado a descubrir el qué.
— Nos quedaremos en la mansión. –Decidí. Estaba segurísimo de que esto había sorprendido muchísimo a Axel. Odiaba estar en la casa, pero no tenía otro remedio. – Nada más podáis salir de allí, quiero que os vengais aquí. Lo más pronto posible.
Después de explicar unos últimos detalles, terminé con la llamada.
Tenía que volver.
Editado: 13.06.2018