Wade

Capítulo 23

Elizabeth
En este preciso momento solo me apetecía estar sola. Estaba en una de todas las habitaciones que había en la casa. No me imaginaba a Wade correteando por aquí cuando tenía unos años.
No podía imaginarlo.
Era muy frío, y muy calculador. Aún que de esto último me había dado cuanta recientemente.
Quería mantener todo controlado, no dejaba que nadie desbaratara sus planes. Eso por una parte estaba bien, pero por otra era una jodida mierda.
No podía controlar mi vida a su gusto.  Quizá la de las demás sí, pero la mía no.
Me negaba rotundamente.
Una cama sin hacer se hallaba en la habitación totalmente vacía. No había nada más. En las paredes parecía haber algún rastro de que había sido colocado un cuadro o un póster.
Todo estaba lleno de polvo a comparación de todas las demás habitaciones.
Me senté en la orilla de la cama observando la pared llena de polvo. No tenía sentido, las demás habitaciones estaban decoradas y limpias como una patena.
Esta no, y eso era bastante raro.
— Veo que al fin y al cabo encuentras todo — murmuró entrando en la habitación. Mi corazón comenzó a bombardear con más rapidez. Esa era la consecuencia de estar cerca de él, me ponía tan nerviosa que no me dejaba pensar —. ¿Qué haces aquí?
— Quería estar sola — me encogí de hombros haciéndolo sonreír —.
— ¿Necesitas compañía? — su voz cada vez se sentía más cercana. Se estaba acercando a mí, pero no me atrevía a mirarlo a los ojos. No respondí, sólo esperé. La cama se hundió a mi lado y mi cuerpo comenzó a coger más calor. Era él —. No me importa lo que me digas, estoy decidido a quedarme.
Era tan normal en él. No seguir las normas, hacer lo que le diera la gana en cada momento. Quizás era lo que más me gustaba de él. Era un alma libre que si tenía que hacer algo, lo hacía, sin mirar las consecuencias.
Lo envidiaba. A muchas personas les faltaba la valentía que Wade tenía. Cobardes que no sabían cómo resolver sus problemas. Personas que huyen de la palabra héroe.
Gente que no les gustaba arriesgarse por si acababan perdiendo, como yo.
No me arriesgaba por si al fin y al cabo, salía dañada.
— ¿En qué estás tan concentrada? — preguntó Wade posando su mano izquierda en mi rodilla. Era impresionante verlo preocupado por mi. No moví mi mirada de la pared y esto le cabreó —. ¿Te ha pasado algo? Me lo puedes contar. Estamos juntos en esto.
— ¿De quién es esta habitación? — ignoré su pregunta. No sabía que responderle a eso. No me pasaba nada, solo quería estar un rato en soledad. Era lo que necesitaba —. ¿Por qué está vacía? No tiene sentido. Toda la casa está radiante menos esta habitación.
— Eres muy cotilla, Brooks — murmuró. No lo había visto nunca como lo estaba viendo en esos instantes. Estaba vulnerable, ido —. Cuando vivía aquí, era donde pasaba más tiempo.
Muchas preguntas me vinieron a la cabeza. Con más razón la habitación tenía que estar radiante. Si era donde había perdido más tiempo, tenía que estar sin una gota de polvo.
Removí mi cabeza incómoda. Esa sensación de estar molestándole me invadió.
— ¿Por qué aquí y no en tú habitación? — pregunté confundida. Lo miré por primera vez desde que entro y este me regaló una sonrisa —.
— Aquí es donde dormía mi abuelo — por unos segundos sus ojos se cristalizaron. Me sentí tan culpable que quería brindarle todo mi apoyo. Pasé mi brazo derecho por sus hombros y lo pegué a mi. Este se dejó llevar y unos segundos después nos estábamos abrazando —.
No quería exigirle información que él no estaba preparado para darme. Este chico me gustaba, pero no por su lado de chico malo.
Me gustaba porque era valiente, y buscaba ser un héroe para alguien.
Por eso me gustaba. Por su valentía. Porque no le importaba ponerse en peligro con tal de salvar a alguien, aún que no lo parecía al principio.
— No tienes porque contarme nada — susurré. Este aumentó su agarré y sentí como asentía en mi hombro. Su olor me hacía estremecer. Su cercanía le hacía sentir segura. Era raro estar así con él, pero no me arrepentía —.
No se separó de mi ni yo me separé de él. Estábamos a gusto, estábamos cómodos. Su compañía era agradable y por unos segundos me olvidé de la guerra que había causado.
Solo existimos él y yo.
Y no me sentí tan bien en mi vida.
— Mi abuelo fue el pilar que sostenía mi mundo —confesó. Me sorprendí al escuchar la palabra fue. Me sentía agradecida por el hecho de que me estaba contando algo de su pasado. Algo que aún le dolía. Confiaba en mi, tanto como yo confiaba en él. Sentí pena por él. Había llegado a coger tanto cariño por su abuelo que perderlo había sido un gran golpe para él —. Cuando murió, nada sostenía el mundo, y caí —cogió aire con fuerza, dándose ánimos así mismo —. Mis padres estaban tan ocupados en sus negocios que no me ayudaron a levantarme. Había llorando en brazos de mi padre el primer día, al segundo él junto con mi madre abandonaron la casa. Dejándome solo.
Eso era muy cruel. Dejar a un niño solo e indefenso en una mansión era una locura. Lo único que necesitaba era apoyo. Era saber que la vida tenía que continuar sin su abuelo.
Este volvió a suspirar. No me gustaba está sensación que se me había instalado en el pecho. Me sentía triste, me sentía impotente.
— Si soy quien soy es gracias a mi abuelo — informó levantado la cabeza que estaba enterrada en mis hombros. Se levantó de la cama y mis brazos cayeron. Lo observé caminar por la habitación —. Por las tardes siempre veníamos aquí y jugábamos al ajedrez. Llegué a convencerle que jugáramos a la PlayStation. Este solo lo hizo porque yo se lo pedí. Más que mi abuelo era mi mejor amigo. En el colegio los niños se reían de mi porque mis padres no iban a las actuaciones y acudía mi abuelo.
— Eso es muy cruel —murmuré. Este me escuchó y asintió. Quise levantarme y abrazarlo, pero sabía que era inútil. Un abrazo no solucionaría el dolor que le habían causado a lo largo de los años —.
— Mi abuelo era el único que sabía el acoso que tenía en la escuela —habló mientras seguía andando de un lado hacia otro, como si estuviera contando una historia —. Me animaba a cumplir mi única meta.
— ¿Qué meta era esa, Wade? — pregunté levantándome de la cama. Este paró de caminar y se dio la vuelta, poniéndose enfrente mía —. Estoy segura de que tu abuelo está orgulloso de todo lo que has logrado en tu vida. No tienes que sentirte culpable por no haber logrado por lo que tanto te animaba tu abuelo porque...
— Lo hice. — me interrumpió y se acercó a mí. Su cercanía volvía a ponerme nerviosa, pero me invadía de una sensación de paz. Lo miré a los ojos y este me sonrió —. Lo que siempre he querido era tener amigos. Formar una familia donde ninguno nos metiéramos con otros. Una familia única y unida. Y lo he conseguido.  Whitkenss [*] ha sido mi sueño desde pequeño.



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En el texto hay: mentiras, risas, amor

Editado: 13.06.2018

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