El ritmo de vida de Seni así como sus obligaciones habían aumentado. La dueña del unicornio terminó por regalarsela al notar la actitud del equino mágico, él no la quería pero Io le presionó para aceptar. El colegio contaba con establos y proveía los servicios de atención si alguna de sus estudiantes decidía llevar una montura, algo muy común en la alta sociedad, solo había que pagar una cuota extra a la colegiatura.
Al llevar a la unicornio a los establos Seni se encontró con qué la encargada era su profesora de combate mágico, según ella le explicó que dado que nunca antes había tenido estudiantes a su cargo, la directora la ponía a trabajar en varias cosas distintas para cumplir su cuota. Gunnr Norn al ver al unicornio se llevó una gran sorpresa no por la rareza de la criatura mágica, su razón fue que las Valquirias les usaban como sus monturas preferidas, por alguna razón entre la emoción ella se comprometió a hacer de Seni una gran valquiria, la semana después de eso los entrenamientos se tornaron infernales, Seni incluso pensó en renunciar pero al recordar que era el único estudiante que ella tenía decidió soportar la dureza de las clases. Entre las cosas buenas que aprendió fue a montar a caballo o en este caso en unicornio, así como los cuidados que necesitaba su nueva montura. Sin embargo el extenuante ritmo de vida ya le comenzaba a cobrar tarifa a su mente y cuerpo. Sin darse cuenta se quedó dormido en la clase de pociones.
-Señorita Ros, Señorita Ros ¡Le estoy hablando Señorita Ros!-.
La voz de su Profesora, Elsa Parac, una mujer alta y delgada de mediana edad, con cabello largo ligeramente verdoso y piel blanca, sacó al joven del mundo de los sueños. Aturdido respondió sin querer levantando la voz de más.
-¡Si, Profesora!-.
-Señorita Ros, creo que no debo decirle que dormir en clase es algo impropio. ¿Está de acuerdo conmigo?-. Con una mirada y tono de voz severo la profesora le regañó.
-Estoy de acuerdo con usted, discúlpeme-.
-Muy bien, ahora para celebrar que ya está despierta, dejaré que usted responda una pregunta sobre el tema de hoy. Dígame ¿Cuál es el método más seguro para arrancar una mandrágora de la tierra?-.
-Por lo general para evitar el grito de muerte de la mandrágora se usa una soga, un extremo es atado a la mandrágora y el otro a un perro, entonces se llama al perro para que este la arranque desde la distancia…-.
-Bien, ese es el método más seguro y conocido, tomen nota de ello ya que usarán mucho la mandrágora en sus pociones y es vital que…
Elsa Parac se dirgió abiertamente hacia las demás estudiantes sin embargo Seni la interrumpió.
-…También existe otro método relativamente sencillo profesora, este consiste en derramar extracto de ruda sobre la tierra donde se encuentre la mandrágora y esta se dormirá así no emitirá su grito mortal y puede ser arrancada con facilidad-.
La profesora Parac se quedó observando a Seni por unos breves segundos antes de confirmar las palabras del joven.
-En efecto también existe ese método, sin embargo es menos conocido y por lo tanto solamente usado por las alquimistas. Buena información adicional Señorita Ros, se ve que ha estudiado adecuadamente-.
-Gracias profesora-.
-Sin embargo eso no cambia el hecho de que no debe dormirse en clases-.
-Entendido-.
El resto de la clase continuó tratando los diversos usos y aplicaciones de la mandrágora así como el método de siembra y los cuidados que necesitan para crecer. En algún punto esta se convirtió en un intercambio de opiniones entre Seni y la profesora sobre cuál era la variedad más potente, el abono más adecuado que se debía usar, la mejor técnica de extracción de su aceite etc.
Cuando el tiempo de la clase se agotó y todos estaban saliendo del salón, la Profesora Parac detuvo a Seni,
-Señorita Inés, ¿Me permitiría algo de su tiempo?-.
El joven tenía planes de descansar por al menos unas horas, antes de ir a la sala de práctica de conjuros y luego a su clase de combate mágico, sin embargo tuvo que abandonar esa idea.
“Me dormí en clase así que sería mala idea decirle que no tengo tiempo” Resignado respondió afirmativamente.
-Sí, dígame que se le ofrece-.
- Quisiera que hicieras algo- Revisando su maletín la profesora sacó varias hojas y se las entregó a su estudiante -Toma este examen y respóndelo. Si hay algo que no sabes está bien dejarlo en blanco-.
Ligeramente preocupado Seni regresó su asiento y se puso a responder el documento. A medida que avanzaba con el examen su preocupación fue desapareciendo pues no había encontrado ninguna pregunta que no pudiera responder, media hora después entregó de vuelta el examen.