Capítulo 30

— Señora... ¿Dixon? —literalmente escupí el agua que estaba bebiendo. Le sonreí negando con la cabeza— Perdóname, pero me tomé la libertad de buscar entre tus cosas. —colocó sobre mis piernas un short casi igual al que tengo ahora.

Los shorts que traía puestos estaban empapados en agua podrida.

— Eres un maleducado.

Luego de sonreírme en forma de disculpa por revisar entre mis cosas, Carl sacudió frente a mis ojos un montón de historietas que encontró en mi mochila. De seguro preguntaría si se las podía prestar.

— Eran para ti. —me adelanté a decir. Sonrió— Las había encontrado en el supermercado el día que perdimos a Zach. Con todo lo que pasó...

— Gracias.

Asentí y volví a dirigir mi mirada hacia el bosque.

Entramos en un silencio, pero de esos silencios cómodos. Creo que a este punto nadie se sentía incómodo con la compañía de cualquier miembro del grupo.

— Dominique. —tartamudeó un poco— Quería decirte que... —pasó su mano por el borde de su sombrero en un gesto nervioso— Sé que... perdiste a tu bebé, —susurró y con esas palabras hizo que volteara a verlo— pero pienso igual que Judith —fruncí el ceño sin entender. Al tiempo que él levantaba la mirada. ¿A que venía eso?— Que tu eres mi mamá. No digo que olvidé a Lori, pero tú también eres mi mamá, siento que lo eres.

Me le quedé viendo talvez por demasiado tiempo.

Perder a un bebé duele, como también perder una madre y eso yo lo sé muy bien, y lamentablemente esas cosas pasaban incluso antes de que los muertos dominarán el mundo. Como también sé que la familia no es solo la que comparte sangre contigo y... eso lo aprendí gracias a ellos.

— Ven aquí comisario. —lo rodeé con uno de mis brazos atrayéndolo a mí.

○○○

— ¿Lograste cazar algo?

Mi amigo arquero negó.

Eduardo siempre fue bueno con el arco. Creyó que había perdido su arma en la prisión, pero Rick empacó su arco en la bolsa de armas.

— No te preocupes. —palmeé su espalda mientras se sentaba a lado mío— Lograremos sobrevivir un tiempo con la comida del banco de alimentos.

Él asintió y pasamos unos segundos en silencio, solo estábamos allí observando el bosque.

— Lo sigues buscando. —lo miré— Aparecerá.

Me animó.

— Lo sé —sonreí.

Claro que lo sé.

— Ellos igual. —sabia a quienes se refería— Deberías ir a descansar.

— ¿Y si les pasó algo en el camino?

Él sonrió.

— Después de preguntarte si querías ser su novia en frente de todos. Dudo mucho que no vuelva. —bromeó alivianando el ambiente. Reí— ¡Es Daryl por Dios! es un hombre duro. Cualquiera diría que él nació para un mundo así. Estoy seguro de que él sería el último hombre en pie, aunque toque mi orgullo.

Sonreí, y tenía razón. Dixon podría llegar a ser el último hombre en pie, el único sobreviviente a todo esto.

— Gracias Eduardo.

Asintió con la cabeza.

Realmente Edu era un buen amigo. Muchas noches se quedó afuera de mi celda aquellas veces que no hacía más que aislarme de todos en la prisión, él y Glenn hicieron mucho por mí. Por lo que este silencio entre ambos no era nada nuevo y para nada incomodo, al contrario, él era una buena compañía.

Un suspiro de su parte me dejó confusa.

Lo conocía a tal punto, que sabía que lo siguiente que haría sería mucho más que algo serio.

— Cuando Elena y yo éramos pequeños, —comenzó a hablar de la nada sorprendiendome. Sabia lo duro que era hablar de ella, de hecho desde su muerte no recuerdo la última vez que la mencionó— viviamos discutiendo. Mamá y papá nos reclamaban siempre sobre eso diciendo que éramos hermanos y debíamos amarnos. —tenía una sonrisa en el rostro— Recuerdo el día en que me aceptaron en Columbia —una universidad reconocida en New York— y ella se quedó a estudiar en Hustón. Desde que fue oficial que me iría, no hubo un solo día en el que ambos no lloraramos hasta que tuve que partir. —cuando te separas de alguien y sabes que no lo volverás a ver en un largo tiempo, sabes que no podrías vivir sin él— En ese momento lo entendí, mis padres tenias razón. —me miró— Y no en que debíamos amarnos por obligación, claro que no porque yo ya lo hacía, pero no me había dado cuenta hasta ese momento.

Asentí.

— Lo entiendo.

Volvió a suspirar. Era de esos suspiros que luchan por mantener todas tus lagrimas en el interior de ti, pero saben que no lo lograrán por mucho tiempo.

— Luego de 4 años me había tomado unos meses libre en la universidad para volver a casa, y el día en que invadieron Huston era el cumpleaños de mamá y al día siguiente era el de Elena. —hizo una mueca— Las primeras tres semanas mi papá y yo salíamos por provisiones y volvíamos antes del anochecer, era sencillo. Hasta que un día mamá me reemplazó. —frunció el ceño— Había resbalado por las gradas de mi casa y tuve que quedarme. No sé que pasó, pero de pronto mamá y papá llegaron corriendo con un montón de caminantes a sus espalda. Disparos y más disparos cuando derribaron la puerta, dijeron que saliéramos primero por las ventanas del segundo piso y que vendrían detrás de nosotros, pero cuando saltamos y esperamos en el auto de emergencias nunca llegaron. —vi una lágrima bajar por su mejilla, pero rápidamente la limpió— Lo último que papá me dijo antes de salir con mamá ese día fue "Cuida a tu hermana, hijo. Te amo"

Miré el suelo comprendiendo cuán duro era eso, cuán duro había sido para todos. Y yo sabía a lo que quería llegar, así que negué con la cabeza.

— Lo hiciste Edu. —froté su espalda. Él necesitaba esto, necesitaba por fin hablarlo— Claro que lo hiciste y puedo apostar que desde donde sea que esté tu padre no deja de repetirte que te ama, ni tu mamá, mucho menos Elena.

— La cuidé por tanto tiempo. —me miró negando con la cabeza— Siempre fuimos los dos y cuando pensé que estaba a salvo por fin, cuando pensé que estaba rodeada de gente que nos quería. —Suspiré al recordar ese día, no puedo llegar a imaginar lo que sintió al ver a su hermana casi inreconocible en el frío suelo. Si yo sufrí por Dale, Eduardo debió morir por dentro con ella— Fue obra de una mala acción disfrazada de buena.