Capitulo 4

Me adentre a la tienda donde lo primero que me sorprendió fue ver tanta chatarra de las épocas antiguas en repisas.

Habían algunos objetos que eran modernos y lo que me llamó la atención fue ver varias cajas sorpresas muy coloridas.

Sin duda alguna... esto le encantará a Thomas.

Me acerqué al mostrador con la caja oscura en manos. Un señor algo mayor y de poco cabello me saludó pero su sonrisa creció más al ver la caja.

— Al ver esa caja diría que es de unos trescientos o cuatrocientos años de antigüedad. ¿Puedo?

Le entregué la caja a lo que él sacó una pequeña lupa para observar cada centímetro del objeto. El hombre intentó girar la manivela pero como en la mañana no funciono.

— Está algo averiada, así que le daré sólo cincuenta francos.

— No necesito el dinero. Quiero hacer un intercambio.

— ¿Así?

Asenti señalando la repisas donde se encontraban las cajas sorpresas.

— Me llevaré uno de esos.

El señor asintió y salió del mostrador dejando la caja al lado de su computadora. Tomó una de esas cajas y me lo entregó.

— ¿Desea que lo envuelva?

— Así esta bien. Muchas gracias.

Salí de esa tienda y subí a mi auto rumbo a la casa de los Willson.
 

Esta tarde los señores Willson saldrían y le pidieron a mi madre que viniera para que jugará con Thomas.

Una sonrisa se me formó en los labios viendo la nueva caja con detenimiento.

De seguro este le gustará más que a su antigua chatarra.

Al llegar a la mansión oculte la caja dentro de mi bolso. Subí los escalones de piedra y toque la puerta en espera de que me abrieran.

La mucama apareció y por su rostro diría que está muy preocupada.

— Que bueno que llegó señorita. Es el joven Thomas...

— ¿Que sucede con él?— pregunté preocupada.

— Perdió su caja y está como un histérico buscándolo.

Dejé de escucharla al escuchar algo romperse en el piso de arriba. Subí corriendo hacía la habitación de Thomas. Al abrir su puerta me sorprendí al ver todo desordenado.

— ¡¿Dónde esta?! — preguntó mientras se tiraba de los pelos.

—Thomas.

Él me vio y lágrimas cayeron de sus ojos.

— Perdí a Jack. ¿Él no se fue contigo verdad?

No sabía que responder. Pensé que él fue el responsable de poner su caja en mi bolso el día anterior.

Ahora que me deshice de esa caja, no se cual será su reacción.

— Lo siento Thomas.— murmure.— Yo sólo...

Sin ver saqué de mi bolso la caja que lo hice intercambiar por la suya.

Le enseñe la caja y sus ojos de Thomas brillaron.

— ¡JACK!— gritó emocionado.

Bajé mi mirada y no daba crédito a lo que  veía. Era esa caja de aspecto tétrico. Mis manos temblaron haciendo que se me resbalara de mi mano pero antes de que tocará el suelo Thomas lo sostuvo y lo abrazó.

— Jack me hubieras dicho que te habias ido con Camille.

Deseperada rebusque en mi bolso votando todo lo que llevaba al suelo.

La nueva caja cayó haciendo que un sonido fuerte se produciera al chocar con el suelo.

— Mira Jack. Camille nos trajo un regalo.

Retrocedi hacia la puerta viendo la caja que Thomas sostenía.

— ¿Camille?— preguntó Thomas al ver mi rostro de pánico.

Corrí por el pasillo y me encerre en el baño. Un sollozo se me escapó de entre mis labios.

Esa caja.... esa caja tiene algo muy oscuro que me hace temblar de miedo.

Me eche agua en el rostro para que mis lágrimas desaparecieran.

El toqué de la puerta de baño me hizo sobresaltar.

— ¿Quién es?— pregunté mientras tomaba la toalla de mano y me secaba el rostro con ella.

— Soy yo cielo... ¿Estás bien?

Me quedé de piedra al escuchar la voz de mi madre.

No... esto No Era posible.

— ¡Déjame en paz! —grité viendo la puerta.

— Cometiste el grave error de pisar está casa, ahora no te dejaré escapar tan fácil... mi algodón de azúcar.

Por cada palabra que decía la voz de la que se hacía pasar por mi madre comenzaba a volverse ronca y oscura.