Watanabe Chan

¡Compra manzanilla!

Capítulo 14

La separación está resultando una prueba desafiante para los dos. Por una parte, desesperan por estar juntos, pues apenas estaban comenzando algo hermoso y ya habían tenido que dejarlo en pausa. Por otra parte, al menos Aiko, siente que está bien que no se dejen llevar por el ímpetu inicial del enamoramiento, pues ya se sabe que lo que empieza deprisa, termina deprisa. 

Así que se lo estaba tomando con calma. En ese sentido, Ran lo llevaba peor que ella. El hombre sentía que habían estado demasiado tiempo alejados por razones equivocadas. Ahora estaban separados por otros motivos, pero aun así la extrañaba y la distancia no le hacía feliz. Casi cada día, a la hora del almuerzo procuraba llamar y verla por videoconferencia. La diferencia horaria también complicaba las cosas y era difícil hacer que cuadraran los horarios de clase de Aiko con los horarios de descanso de Ran. 

El empezó a buscar las maneras de encontrarse, a veces iba hasta su apartamento a verla, otras veces la traía a pasar el fin de semana con él y otras, cuando podían elegir un destino alternativo en le que pasar algunos días juntos, conociendo otros rincones del mundo y haciendo un poco de turismo, mientras seguían conociéndose y aprendiendo el uno del otro.

Ran iba anotando en su agenda digital muchas cosas sobre ella, como la mirada que ponía cuando pensaba en algún problema que no sabía resolver, el brillo azulado de su pelo al sol del mediodía, o las cosas que no le gustaba comer ni oler. Cuando algo no le agradaba arrugaba la naricilla como si fuera un castor y sus ojos se ponían chiquitos. Eso lo hacía reír encantado. Anotaba sus manías.

“No le hables por la mañana al despertar o se pondrá hecha un basilisco. Tarda en reaccionar y le cuesta pensar, y al menos hasta el segundo café no habla ni español”, apuntó. 

Esto le costó un tiempo entenderlo de ella, pues Ran se levantaba y ya estaba activo de inmediato, preparaba un desayuno ligero, salía a hacer deporte y se daba una ducha, mientras que ella en todo ese tiempo se la pasaba sentada en la cocina mirando a un punto fijo de la pared mientras él iba y volvía y aún se la encontraba en la misma posición casi una hora después. Una sola vez intentó sacarla de ese trance y ella le pegó dos gritos para que la dejara en paz, lanzándole una mirada de odio.

“No hacer eso nunca más”, escribió.

Otra cosa que la ponía de mal humor era su periodo. Pero no cuando lo tenía, sino una semana antes de llegar. Sin motivo aparente, su novia empezaba a darle contestaciones un poco frías, cortantes y si no andaba con pies de plomo, era más que posible que de la nada tuvieran una discusión. Cada vez que sucedía el hombre se quedaba desconcertado, pues no entendía ni papa. ¿Qué había hecho?. Nada… respirar y poco más. Aron y Azaki, sus consejeros emocionales a tiempo parcial, le explicaron cuál era el problema desde que Ran les contó los síntomas. Estallidos emocionales, dolor abdominal o de cabeza, malestar, inapetencia, deseos de comer dulce ansiosamente y alguna cosa más. 

—¡Aja! Ahí lo tienes! —le gritó Aron, ufano.

—Le va a venir la regla, hermano —afirmó Azaki.

—¿Qué? —se enojó Ran. ¿Cómo sabían ellos dos eso tan íntimo de su novia?. Como la empezó a mirar mal, rápidamente le aclararon.

—Hombre, no es que tu novia nos cuente esas cosas, es que nuestras mujeres tienen el mismo comportamiento cuando están en “esos días” —le dijo Aron, haciendo comillas con los dedos en el aire. 

—Exactamente —reafirmaba su hermano mayor—. Rous a veces tiene todos juntos, a veces uno o dos, pero lo que no cambia es el mal humor. Juro que hay días que me mira con odio y creo que está pensando en asesinarme.

—Yo he pensado en poner un cuchillo bajo mi almohada por si las moscas —explica Aron. Ante la mirada de incredulidad de los otros dos, asegura— no son bromas. Alexa se transforma totalmente y la única manera de calmarla es darle la razón en todo, comprarle mucho chocolate y helado, no dirigirle la palabra, y en muchos casos lo mejor que funciona es… —mira a Azaki.

—¡Hacerte el muerto! —gritan. Los dos hablan a la vez y se ríen.

Para ese momento Ran no sabe si ha sido buena idea preguntarle a estos dos elementos. Tales consejos parecen un montón de basura que más que ayudarlo lo van a meter en más problemas con Aiko. ¿Cómo va a dejar de hablarle y hacerse el muerto?. Es más que probable que si hace eso ella lo acuse de ignorarla y tengan otra discusión. Aun así, un día probó a hacerlo cuando ella se empezó a comportar de esa manera y ¡vaya, funcionó!. Primero le dio el helado de vainilla con cookies que era el favorito de la niña y luego se sentó delante de la tele con ella a ver una serie lacrimógena que normalmente ella no soportaba, pero que en ese momento la estaba viviendo como en carne propia. 

Ese día no se metió con él, no le discutió, y se durmieron abrazados en paz aunque no hablaran mucho de nada. Su hermano y el amigo, eran más eficaces de lo que él creía en un principio. Sabían de lo que hablaban. Cierto era que llevaban varios años de ventaja sobre él con el asunto de relacionarse con mujeres. Otra cosa que le recomendaron fue anotar las fechas de sus periodos religiosamente para que no lo cogiera despistado. Le apuntaron el nombre de una aplicación de móvil que usaban para conocer mejor el ciclo menstrual de sus esposas, llevar un seguimiento de los síntomas y detectar los cambios.

La aplicación al parecer tenía funciones como el seguimiento del ciclo menstrual, la fertilidad y el embarazo. De esto se enteró porque leyó la descripción antes de instalarla. “La app Ciclomujer permite hacer un seguimiento total, desde el día del inicio de la menstruación hasta el final, calculando la ventana de fertilidad, control de los síntomas del síndrome premenstrual (SPM), intensidad del flujo, la ingesta de agua, el sueño y mucho más. Incluye una calculadora de ovulación, un calendario de embarazo, recordatorios de la próxima fecha de ovulación o menstruación estimada y seguimiento del estilo de vida.”




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