Welcome to the mafia

Capitulo 37: El último golpe

Sicilia, Italia.

                  Un mes mas tarde...

Mansión Nicollo - 17:00 pm

—Capo - se acercó uno de los guardias inclinando su cabeza -  los hombres del señor Marshall están aquí.

—¿Cuantos son? - Joe arqueó una ceja al hombre que aún seguía con su cabeza inclinada. - Te estoy hablando - dijo fastidiado.

—Lo siento, mio capo - el guardia se apresuró a pedir disculpas - son cien sicarios, señor.

Joe suspiró frustrado ante aquella noticia. Se supone que para la próxima semana acabarían con Vitto Marcello, pero Joe aún dudaba sobre la cantidad de hombres para la batalla que se aproximaba.

—Bien - soltó a regañadientes - haz una llamada a mi hermano, dile que lo quiero de regreso para hoy mismo.  - el guardia asintió y con otro saludo reverencial se dirigió a la salida.

—¡Maldita sea, Mike! - gruñó en su despacho. - te necesito.

Luego de aquel brindis, Mike empacó sus maletas y decidió volverse con sus padres. Joe no le reprochó nada, lo conocía a la perfección y sabía que todo lo que habían ocurrido en esas ultimas semanas habían sido un poco fuertes para Mike, le llevaría algo de tiempo asimilar, necesitaba un descanso.

Mas bien, él necesitaba a sus padres.

***

MIKE NICOLLO

Mike se encontraba en el paraíso.

—Y aquí viene otra cucharada, a ver, haz ummmm - cantó su madre haciendo una mueca extraña y chistosa - ¡Muy bien! - chilló de alegría cuando Mike se llevó a la boca una cucharada de postre de chocolate.

>>¿Que tal está? - preguntó entusiasmada.

—Está delicioso, mami - habló con la boca llena - realmente extrañaba tus exquisitos postres  - halagó.

—¿Oíste eso, Thomas? - chilló Elizabeth - ¡Nuestro hijo ama mis postres! él nos extrañó...

—Lo oí, querida - sonrió Thomas, besando la frente de su esposa - ya has gastado mucha energía hoy, ve a la cama.

—Tienes razón - bostezo de repente - lavaré los platos y...

—No,cariño - se interpuso Thomas, sujetando suavemente sus muñecas - lavaré yo, tú solo descansa ¿si? - dijo depositando un tierno beso en sus labios.

—¿Que hora es? - murmuró soñolienta.

—Once de la noche, mamá - Mike la miraba preocupado - creo que deberías...

—Ordenar tu habitación - lo interrumpió - si, eso debería hacer ahora mismo, hace varios meses que no venías a verme - comenzó a parlotear - enserio, a veces pienso que ustedes fingen no tener madre por vergüenza...

—No digas eso mamá, me lastimas.

—Lo siento cariño - lo miró  apenada. - ¿te duele algo más? Puedo ponerte un ungüento...

—¡Elizabeth Moyes! - advirtió Thomas - ve a dormir.

—¿Lo estoy haciendo de nuevo? - miró a ambos con arrepentimiento - lo siento, en verdad lo siento.

—No hay de que disculparse, mamá - aseguró Mike rodeándola en un fuerte abrazo - te quiero.

—Yo también, mi pequeño terroncito de azúcar - Thomas ahogó una carcajada y simuló una tos al ver la expresión curiosa de su mujer.

—Vamos cariño, te acompaño.

—Oh, no hace falta, iré por mi cuenta - lo besó - no se acuesten tarde - advirtió antes de desaparecer por la puerta.

—Bien, terroncito de azúcar - se burló su padre - cuentame que tan genial es vivir en Italia...pero antes - levantó un dedo - limpiate todo ese chocolate que tienes desparramado en todo tu rostro.

Mike se limpió el rostro y comenzó a contarle cuan fascinante es vivir en Italia. Claro, siempre y cuando podría ignorar en su mente, los recuerdos mas escalofriantes de su hermano siendo un asesino, Jefe de la mafia italiana y futuro capo de la cosa nostra.

—Eso es genial - sonrió Thomas - ahora dime ¿que me estas ocultando?

—¿De que hablas? - Mike se removió incómodo de su asiento - no hay nada para ocultar...

—Mike - su padre lo miraba inquisitivamente - sé que solo estuvieron unos pocos días en Italia.

—Papá...

—Sé que luego estuvieron en Rusia.

—Si, papá...

—Sinceramente, hijo - suspiró su padre - no quiero saber en lo que están metidos, sé que es peligroso, pero también  sé que tu hermano y tú no harían maldades innesearias. - sonrió con tristeza - los quiero mucho, tu madre y yo los amamos demasiado.

—También los amamos, papá.

—Solo cuídense, ¿si?

—Gracias papá - Thomas lo miró curioso - ya sabes, por confiar en nosotros.

Thomas Nicollo asintió y estrecho a su hijo en un cálido abrazo fraternal.

—Tengo algo para ti - confesó hurgando en su billetera.

—Papá no es necesario - se apresuró a decir Mike.

—No voy a darte dinero - se burló - seguro tienen demasiado...- murmuró con aspecto soñador.

—De hecho, si...

—¡Basta! - rugió con una pizca de dolor - dije que no quiero saber - se quejó

—De acuerdo - se carcajeó Mike - entonces...¿Que tienes para mí?

—Esto - Thomas tomó la mano de su hijo y colocó una pequeña tarjeta en su palma - es el número de  un detective...bueno, aún no lo es pero realmente tiene potencial - explicó con orgullo -  se que no confiarás en la policía y es normal, estas en todo tus derechos. Pero si en algún momento las cosas se vuelven un desastre. Te aseguro que puedes confiar en él, ¿de acuerdo?

—De acuerdo - aceptó de mala gana.



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En el texto hay: contenido para adolecentes

Editado: 21.09.2020

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