Un mes había pasado desde la última vez que vi a ese chico y un mes que evito pasar por esa calle para evitar verlo.
Se de lo cruel que pueden ser las personas conmigo luego de que saben mi enfermedad de que saben que no tiene cura, quería evitar una herida más a mi dignidad, a mi orgullo y a mi corazón por lo que comencé a irme por otra avenida y por otra calle para evitar a toda costa al chico modelito. Mi corazón y mente querían verlo una vez más pero me negaba a ceder, no quiero que me trate mal cuando sepa que sufro de vitíligo.
Está noche luego de mi clase salgo con mi compañera de piso a un bar restaurante que queda a unas tres cuadras de nuestro edificio y el cual lleva por nombre: alcancemos las estrellas. Era rústico y muy lindo, había micrófono abierto esta noche por lo que fácilmente pondríamos subir a cantar cualquier canción que nos guste.
Elida mi compañera trae con ella a su compañero de trabajo para que nos acompañe durante la velada, queríamos pasar una noche diferente y ella sin duda quería que salga un momento de mi habitación.
Últimamente no me he sentido bien de salud, curiosamente mis manchas me han estado doliendo y arden cuando me baño, me había negado a salir de mi habitación ya que las he estado tratando con los ungüentos que el médico me recetó para estos casos.
—¿Qué pedirán para esta noche?
Román Galilei es el dueño del establecimiento y es quien se encarga de tomar los pedidos de sus clientes.
Ese mismo hombre nunca ha tenido una vida fácil y cualquiera que viva en el pueblo sabe su historia.
Román vivió toda una vida con sus padres incluso después de mayor de edad, su madre falleció de un infarto fulminante a la edad de 70 años dejándolo con su papá, quién años después mientras Román Galilei trabajaba aquí murió. Se desconoce la causa de su muerte y en dónde yacía sus restos, solo se sabe que después de su partida física Román Galilei no volvió a ser el mismo y que en honor a la memoria de su papá nombró a su establecimiento “Alcancemos las Estrellas ” ya que esa misma frase se la decía su papá antes de irse a dormir, Román sufría de insomnio y su papá cada vez que lo encontraba despierto durante la madrugada le decía: “ve a dormir pequeño, ve y alcancemos las estrellas en tus sueños.”
—Yo una cerveza y unas patatas sabor a queso. —. Pidió Elida.
—Lo mismo que ella, por favor. —. Pidió Norman su compañero.
—¿Y tú qué vas a querer, Sienna? —. Me preguntó Román.
—Un hot dog con queso pecorino y una coca cola de fresa, por favor.
Él escribe mi orden junto con la de mis amigos para irse de nuestra mesa a la cocina.
—¿Y que tal estuvo la clase está noche? —. Indaga Elida, sacando tema mientras llega la comida.
—Interesante, hoy tocaba artes. —. Sonreí, mis días preferidos eran los jueves y solo porque veía esa asignatura.
—Bien, Sienna. ¿Y la salud? ¿Ya no duelen más?
Lamo mis labios inquieta, no me gusta hablar de mi enfermedad con personas desconocidas cerca.
—Está todo en orden, Elida Graham. —. Murmuré apartando la mirada al escenario, dónde había una pareja cantando una canción de Julia Michaels.
Ella inicia una conversación con su compañero dónde comienzan a contar las cosas que no les gusta de su zona de trabajo actual.
Elida antes estaba en la administración del McDonald’s pero la han cambiado a mesera y a Norman lo han cambiado de mesero a que esté en la cocina preparando las hamburguesas y la demás comida. Ambos se conocen desde hace un par de meses pero se llevan bien, tienen buena comunicación y acompaña siempre a mi amiga de regreso al departamento.
Elida es una esbelta rubia, de enormes y saltones ojos azules, delicada piel lechosa, con una nariz respingona cubierta de pecas.
Norman era de estatura baja de cabellos rojo fuego ondulado, ojos castaños y piel pecosa blanca.
—Buen provecho. —. Nos desea Román Galilei al momento de traer la comida.
—¿Quieres cantar? Tienes rato viendo a esa dirección.
—Elida pregunta luego de darle un gran trago a su cerveza.
Quería subir y cantar mi canción favorita pero me da pena que no lo haga bien y termine haciendo del oso delante de todas estás personas.
—Quisiera…
—Entonces ve. —. Dice Norman, y yo niego sonrojada.
—Nor tiene razón, Sienna. Si quieres cantar ve y hazlo, no pienses en lo que puede decir el resto.
Elida tenía razón, y debía obedecerla.
Termino mi comida para ponerme de pie y dirigirme al escenario que estaba vacío, le digo al chico encargado de la música cuál quiero cantar y él amablemente, me pasa un micrófono y me ayuda a subir al un poco alto escenario.
Los reflectores caen sobre mi haciendo que mi azulado cabello brille y más por el glitter que me apliqué antes de salir.
—El día que nos conocimos
Congelado, aguanté la respiración
Desde el principio
Sabía que había encontrado un hogar para mi corazón
Batir rápido, colores y promesas
¿Cómo ser valiente?
¿Cómo puedo amar cuando tengo miedo de caer?
Pero verte solo
Todas mis dudas, de repente desaparece de alguna manera
Mi voz salía suave ante la letra de la canción y la melodía me ayudaba mucho al momento de recordar la letra de la canción de Christina Perri.
Un paso más cerca…
He muerto todos los días esperándote
Cariño, no tengas miedo
Te he amado por mil años
Te amaré por mil más
El tiempo se detiene
Belleza en todo lo que es
#3786 en Novela romántica
#1388 en Otros
#310 en Relatos cortos
historia corta de amor, enfermedades y lagrimas, amor adolecente amor a primera vista
Editado: 26.06.2024