Cinco meses y aún seguíamos juntos, seguíamos más unidos que desde el primer día.
Aún me cuesta creer que un chico como Max pueda amarme como él lo hace, que pueda quererme aún sabiendo que estoy enferma, aún me cuesta aceptar que merezco ser feliz. Y él mismo se encarga de enseñarme que no está mal recibir cariño y amor de quién te lo está ofreciendo, sabe de mi falta de atención y cariño durante toda mi vida y se ha propuesto a compensarlo, se propuso amarme hasta que nuestra alma muera.
Puedo decir que me he ganado la lotería con… mi novio modelito, es único e inigualable en el mundo y me alegra ser yo quien lo ame, me alegra ser su único cielo, su único amor.
—¿Qué tanto piensas, Pitufina? —. Estábamos en mi cama recostados viendo al techo, dónde habían fotos de nosotros dos pegadas en forma de corazón.
—En ti.
La sinceridad estaba fuerte, antes me costaba decirle lo que pensaba y sentía y ahora podía decirlo sin miedo, a su lado he descubierto que el miedo no existe. La prueba de ello era que usaba blusas y vestidos que muestren mi piel de la espalda lugar donde yacían mis manchas, y que ahora muestro con orgullo porque él me ha enseñado a amarlas, a aceptarlas como parte de mi.
—¿Y que pensabas?
—En como un modelito tan guapo puede amar a un desastre como yo.
—Supongo que es solamente el amor haciendo de las suyas, Pitufina. Y creo que el de nosotros fue amor a primera vista ya que desde aquella noche no abandonaste mi mente ni por un momento.
Me retuerzo en risas ya que lo ha dicho de una forma muy graciosa.
—Era de noche y no me viste bien.
—Pero bastó con solo escucharte hablar para caer rendido ante ti.
Amaba a Max, era mi chico soñado, era mi sueño hecho realidad, mi príncipe de armadura brillante salido de los libros que leía de pequeña.
Era todo aquello que alguna vez soñé y que ahora tenía a mi lado, me amaba por quien era y para mí eso era suficiente.
Él luego de su trabajo viene y pasa toda la noche conmigo, y vuelve a irse por la mañana a su casa para regresar en la noche.
Esa misma noche salimos los dos juntos a la playa que queda cerca de mi edificio, quería que viviera mi experiencia dándome un chapuzón de mar.
Al llegar solo saque mi blusa dejando la parte del bañador visible y usé unos pantalones cortos de mezclilla, él se dejó su camisa manga corta y unos bermudas negras. Toma mi mano fuerte y juntos entramos al mar frío bajo la luz de la luna.
Él me agarra de la cintura y flotamos pegados el uno al otro, él besa tiernamente mis labios robándome risas, robándome aún más mi corazón.
Escondo mi cara en el hueco de su cuello aspirando su aroma, entre sus brazos me sentía muy protegida, muy amada. Él era aquel hogar que siempre querré tener en mi vida, al que si pierdo no podría seguir, Max le daba sentido a mi vida, le daba sentido a mis días. Él con sus comentarios me sacaba risas, con sus chistes malos me arrebata carcajadas, se ha ganado a mi amiga Elida para que le permita quedarse conmigo, siempre que puede (nunca falla) me lleva a la universidad y me pasa buscando para que no regrese sola, me acompaña al médico y me cuida.
—De niño amaba a la luna y al cielo. —. Confesó viendo directamente a la luna, la luz de ella logra hacer que note el brillo que tiene mi novio en sus ojos.
—¿Y qué pasó?
—Conocí un cielo que se volvió mi favorito en todo el universo. —. Y regresó su atención a mis ojos, quienes le miraban con atención.
—¿Y ese es?...
—Tu. Tu eres mi nuevo cielo. —. Me sonrojé violentamente cuando esbozó una sonrisa en sus labios.
—Deberías cambiar tus técnicas de conquista, Max… —. Vuelvo a esconder mi rostro en su cuello ocultando mi nerviosismo.
Escuché su ronca risa reírse de mi y fue lo que hizo para que vuelva a sonrojarme.
—¿Por qué? Se que no estás acostumbrada a todo esto pero lo harás, luego de un tiempo te adaptarás a mis muestras de amor y cariño.
—¿Estarás años conmigo? —. Sorprendida lo miro.
Él baja su linda mirada un momento a mis labios y luego la sube a mis ojos.
—Te amaré durante mil años más, hasta en mi muerte lo haré.
La semana pasó demasiado rápido y no pude ver a mi novio por al menos dos días seguidos ya que estaba ocupado con unas fotos para una campaña de ropa que quería tenerlo como su imagen. Lo extrañaba pero entiendo que debe trabajar, después de todo antes de mi él tenía mejores cosas que hacer, por lo que debo aceptar que este ocupado en otra cosa que no sea estar conmigo.
Había llegado de la universidad y Elida no estaba, le tocaba el turno de la madrugada en McDonald’s y vendría tarde, al menos se que Norman vendrá con ella y que no estará sola. No me cambio de ropa y solo comienzo a ordenar el pequeño piso que comparto con Elida desde hace un año, me preparo un emparedado de pollo y jamón y cojo mi laptop para ver el siguiente capítulo de mi serie preferida.
Justo cuando me estaba por dar el primer bocado, llaman a mi teléfono.
—¿Si? —. Comencé a comer mientras espero la respuesta.
—Amor… —¡Era Max!
—¡Modelito! —. Chillé emocionada, amaba escuchar la voz de mi novio.
—¿Qué estás haciendo, mi vida? —. Pregunta al otro lado de la línea.
—Solo miraba mi serie, ¿y tú?.
—De camino a tu casa.
Frunzo el ceño confundida.
—¿No y que tenías una sesión de fotos para hoy?
—La tengo, que bueno que lo recuerdes. Pero olvidé lo más importante en casa; tú. Te quiero aquí junto a mi, quiero que me acompañes mientras me toman las fotografías.
—Máximo… no quiero que te distraigas por tenerme ahí, podemos vernos después.
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Editado: 26.06.2024