Solo pasó un mes desde mi mejoría tan repentina y había creído por un segundo que ya nada malo podría pasarme pero como siempre la vida se encargo de advertirme cual será mi destino y de como terminará la historia de mi vida. Ahora en la cama del hospital con un tubo en mi garganta y con varios aparatos en mi cuerpo a cada instante monitoreando mi estado y cada signo. Ya no podía respirar por mi cuenta y según alcance a escuchar he sufrido una neumonía.
Estaba postrada en una cama de hospital viendo como la vida abandona mi cuerpo lentamente torturando a quienes me aman tan cruelmente y yo sin poder hacer algo que pueda mejorarlos. He soportado ver cómo Máximo llora al pie de mi cama implorando a Dios que todo salga bien de este procedimiento que me harán.
Tuve que enterarme de la peor forma que había logrado quedar embarazada pero que por una complicación combinado con la neumonía terminé teniendo un aborto espontáneo. He llorado en silencio ante la ausencia de aquel niño que habría sido mi motor para seguir acá. Todos los dijeron y me lo advirtieron pero no quise escucharlos, quería ir contra lo que sea que Dios haya planeado para mí.
—Tienes que comer algo.
“¡Quiero morir! ¿Qué no lo entiendes, Max? Deseo desaparecer de acá” grité a mis adentros.
Él me cuida durante las noches mientras que nuestros familiares están durmiendo en casa. Él tenía unas grandes bolsas negras bajo sus ojos por la falta de sueño. Estoy preocupada por él ya que al estar conmigo acá pierde horas de trabajo.
—Sienna, ahora sí tengo miedo. —. Me confiesa en voz baja.—, siento un miedo profundo porque se lo que pasará a continuación. Se cómo acabará y no quiero eso… no puedo con la idea de perderte
“He perdido la esperanza de hacerte padre antes de mi muerte y lo siento tanto, Máximo. Siento que debas pasar por todo este dolor conmigo y tus padres igual, no quería que nuestra vida luego de casarnos estuviera plagada de visitas de emergencias a la clínica. Si tuviera el poder en mis manos evitaría conocerte para evitar este dolor.
Yo no era la indicada para ti y aunque duela aceptarlo debiste haberte quedado con Sabrina. Ella está sana y puede darte todos los hijos que tú quieras o que quisiste tener conmigo. Lamento haber convertido tu vida en esto, lamento haberme enamorado de ti como lo hice o de haberme hecho una idea de que estarías feliz a mi lado.”
Él no puede escucharme solo puede verme llorando lo cual lo hace llorar a él. Max seca mis lágrimas con sus dedos mientras que me susurra despacio.
—Te amo, Sienna. Eres el amor de mi vida.
“Y tu eres la desgracia de mi vida aunque duela”
Estaba triste antes de él pero al menos no lastimaba a nadie con la idea de mi muerte y todo cambió de la noche a la mañana cuando lo conocí y me enamoré. Por un segundo creí que había encontrado la felicidad y a alguien que me amaba de verdad, fue un segundo que cerré mis ojos y al abrirlos vuelvo a recaer.
Yo me moriré y él quedará en la tierra como una alma en pena y con la sentencia de ser un viudo joven.
Él móvil le suena y aunque quiso ignorarlo tuvo que cogerlo antes de que acabe debido a la insistencia de la persona.
—¿Sabrina? —. La duda invade su mirada.
Era ella la culpable de que me sienta de este modo tan miserable.
Y la que debió ser la esposa de mi Max…
—En la clínica con mi esposa, ¿necesitas algo? —. Hubo silencio hasta que— ¿Estás en Londres? Lo lamento pero no dejaré a Sienna sin nadie y mucho menos en este momento tan difícil.
Él cuelga la llamada ante mi mirada y guarda su celular para regresar a mi lado.
“¿Quién era?” escribo en el papel que me dieron las enfermeras para poder comunicarme.
Él lo lee y me responde que:— Era Sabrina Bermúdez, ¿te acuerdas de ella? Le habían dicho que firme con una empresa acá en Londres y vino a ver cómo me estaba yendo.
“¿Voló desde Estados Unidos hasta acá solo por ti?”
—Ya sabes he sido su modelo estrella y seguro vino a ver si la empresa era seria.
“No intentes tapar al sol con un dedo”
—¿Insinúas que ha venido por mi?
“Entre mujeres nos conocemos y sabemos nuestras intenciones”
Él se rió un poco y negó
—Es la última mujer en la que me fijaría.
“Debes ir buscando un reemplazo”
—No digas eso. Eres una en un millón y sería casi imposible volver a conocer a alguien que pueda amar de la misma forma en la que te amé.
“Max…”
—Sienna…
“Fuimos muy felices durante todo nuestro noviazgo y parte de este grandioso matrimonio pero es momento de decir adiós, ¿no crees? Dicen que lo bueno no dura para siempre”
—Lo nuestro si solo necesitas descansar.
No había más que decirle a mi esposo ya que nada lo haría caer en la realidad de las cosas y de como acabará.
Es una lastima que ahora deba afrontar todo esto estando solo ya que aquello que quería darle a cambio de mi muerte se me ha adelantado.
En la mañana Elida viene para cuidarme y así Max pueda irse a la casa a bañarse y comer algo antes de trabajar. Ella por toda la mañana intenta animarme pero es en vano. Sabrina estaba en Londres y sería en cuestión de nada que ellos se encuentren y hablen, que vuelva a nacer en él la necesidad de ser su amigo y de que ella vuelva a enamorarse de mi esposo.
Y quería llorar como una niña y aventar todo al suelo en un ataque de histeria pero no podía por mi incapacidad de moverme. En un descuido de Elida me saqué de la vena una aguja que habían ingresado y que me pasaba un medicamento.
Lo mal que me sentía hacia que quiera comportarme de este modo tan irracional.
—¡Sienna no! —. Pero la rubia logra darse cuenta.
Ya no podía más y quería que todos los sepan, ya no podía continuar con toda esta mierda. Había detenido mis quimioterapias solo para poder quedar embarazada y no pude, no pude darle a mi esposo un hijo.
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Editado: 26.06.2024