CITA
Mis labios se aprietan a los suyos y se hacen uno solo. Mi pecho está junto al suyo y siento sus manos aferrados a mi nuca, mientras las mías están inmóviles sobre sus brazos, simulando que quiero alejarlo, pero contradiciéndose con mis labios ansiosos de su boca. El la tercero vez que lo beso, pero se siente tan maravilloso como en la primera. Aun así, no siento que esto sea lo que espero. Quiero más de él, quiero chocar su nariz contra la mía, quiero que sonría mientras me bese y que nuestras manos se entrelacen al hacerlo. No deseo conformarme con algo tan diminuto como un beso a fuerzas en el pasillo de su casa.
Me inclino hacia él, pero Loann toma mis hombros y me aparta. Me quedo por uno segundos perpleja y ruborizada, completamente confundida por su acción. Lo veo girar y darme la espalda, puedo notar que está tan confundido como yo, pero tiene una emoción extra. Sé que está arrepentido por besarme. Estoy segura de que lo está.
— ¿Qué- qué- es lo que está pasando? — me atrevo a preguntar.
Mi pecho sube y baja con mucha frecuencia.
No puedo ver su rostro, solo noto como sus hombros suben y bajan. Quisiera poder abrazarlo y decirle que todo está bien, pero sería algo estúpido de mi parte. Y no puedo pasar el hecho de que es algo extraño que tenga un mechón de mi cabello en su diario. Porque... es mío ¿cierto?
— ¿Loann? —cuestiono nuevamente y él sigue sin girar.
Avanzo un paso, decidida a enfrentarlo. Él no puede besarme y luego actuar de esa forma, tiene que darme respuesta. Necesito su respuesta.
En cuanto lo hago, gira, veo su rostro, pero no sus ojos. No me mira, solo tiene la vista fijada en el suelo. Luce avergonzado, apenado y como dije al principio... arrepentido. Activo mi mecanismo de defensa al instante. Debo se la Defne fría y altanera de siempre o él acabara conmigo y con mis tontos sentimientos.
Al levantar la mirada, sus ojos fríos y azules chocan con los míos. Nos miramos unos instantes en silencio hasta que él niega con la cabeza, toca el puente de su nariz y avanza hacia mí. Mi corazón late con fuerza, podría extender mis brazos hacia él y dejarme caer sobre su pecho, pero mantengo quieta y con las piernas temblando. Solo esperando que él venga hacia mí como siempre lo soñé. Pero mi ilusión es aplastada como un pobre insecto cuando solo pasa por mi costado, chocando su hombro con el mío y actuando como solo él lo sabe hacer. Actuar como un idiota soberbio.
— Te besé para que te callaras y dejaras de preguntar tonterías — espeta.
Exhalo. Ni siquiera lo miro, solo siento como sus palabras chocan contra mi mejilla y se clavan en mi piel. No siento el dolor, no es algo físico, solo es un sentimiento aplastante que va hacia mi estómago y lo endurece. Quiero decir algo grosero, pero no valdría de nada y ni siquiera tengo ánimos para discutir con él. No ahora.
Antes de que pueda reunir las fuerzas para insultarlo, cierra la puerta de su habitación. Me quedo parada en medio del pasillo, procesando lo que acaba de ocurrir y sin encontrar calma ni respuesta en ninguno de mis recientes recuerdos. Después de unos segundos, tardo en darme cuenta que tengo a la pequeña Liana halando de mi blusa.
— ¿Y el oso de peluche? — me pregunta, inocente tras unos hermosos ojos grises tan iguales de forma y tamaño que los de su hermano.
— Perdona... creo que no pude traerlo, ¿qué dices si te cuento una historia para que puedas dormir?
Me coloco de cuclillas y le doy una sonrisa maternal.
— ¿Estás triste? — me cuestiona.
Niego con la cabeza y le doy una falsa sonrisa.
— ¿Qué dices? Estoy contenta de ser tu amiga ahora.
Y bueno lo estoy, pero no me hace mucha emoción tener que soportar las escenas de Loann.
Liana me sonríe y toma mi mano para dirigirnos hacia su habitación, antes de entrar giro una vez más hacia la puerta de Loann, aún está cerrada. Permanecerá así hasta que me vaya estoy segura de eso, lo que me hace sentir aliviada y triste a la vez. Ojalá tuviera la fuerza suficiente para entrar a su habitación, tomarlo de los cabellos y hacer que me diga toda la verdad. Pero... ¿qué verdad espero? ¿Que le gusto? Nunca me he sentido insegura de esas cosas, siempre he sabido cuando le he gustado a un chico. Soy guapa, la atención de los hombres jamás ha sido un problema para mí. Mientras me sumerjo en mis pensamientos, me voy dando cuenta que estoy completamente obsesionada con la idea de Loann Cooper enamorándose de mí. Puedo controlarlo, sé que puedo. O tal vez me equivoque.
— ¿Y luego que pasó? — pregunta Liana, desde su cama.
— La princesa logró ser feliz y el príncipe arrogante se quedó solo. Solo y con la horrible bruja que se convirtió en su esposa. Y él vivió toda su vida arrepentido por no haberse dado cuenta de la belleza interior de la princesa... ¡Fin! — levanto los brazos formando un círculo.
Liana pestañea muchas veces antes de reaccionar.
— Wou, es una historia muy diferente a las que me ha contado mi mami... — se queda pensativa por uno segundos, pero luego levanta sus pequeños brazos—. ¡Pero me gusta!
Sonrío con diversión, orgullosa de la historia que acabo de contar y descubriendo que me ha servido como una buena catarsis.