Capítulo XVI
El cielo amanece para todos, bueno y malos. Esa mañana el alba fue recibido en el palacio con la ejecución de todos los traidores y opositores que se habían levantado contra el emperador. Min Yoongi observaba con atención desde su palco las ejecuciones, mientras en plaza pública los verdugos preparaban el filo de sus espadas arrojando algo de alcohol a la hoja, todos los demás nobles y miembros del palacio observaban aterrados la escena, aún cuando la primera gota de sangre no era derramada.
Por supuesto que el emperador lo había planeado así, para asegurarse que a ningún otro se le ocurriera traicionar a su reinado había expuesto a esos hombres que todos conocían a la gran deshonra, más allá de la muerte.
Finalmente, el momento llego y uno a uno los hombres vestidos como esclavos fueron arrastrados al frente para ser decapitados. De un movimiento las cabezas eran arrancadas de su cuerpo y caían rodando hacía un lado, donde otro de los verdugos las recogía y las colocaba en cajas de madera. Horrorizadas, las concubinas, sirvientas y esposas de los nobles chillaban y jadeaban, aterradas, cubriéndose los ojos o girando la mirada para no presenciar tal horror, mientras que los hombres tragaban saliva, permanecían serios y no podían quitar la mirada de las decapitaciones. Ninguno era capaz de levantar suficientemente la mirada para contemplar al rubio emperador que sonreía de satisfacción.
Cuando los espectadores suspiraron de alivio pensando que había acabado, dos guardias trajeron consigo al principal traidor, aquel que no merecía la decapitación sino el neungjicheosa. Su cuerpo fue preparado contra una larga tabla de madera del tamaño de su cuerpo. Tendido y atado con las extremidades estiradas le fueron cortadas una a una, empezando por el brazo, que a diferencia de la cabeza era más duro de cortar, por lo que varios de sus agónicos gritos resonaban por todo el lugar mientras las cortadas se hacían más profundas, quitándole el brazo derecho que inerte cayo contra el suelo. Las mismas acciones fueron repetidas con su brazo izquierdo mientras manchas de sangre caían por todos lados, salpicando a los testigos que estaban más cerca de la escena.
El hombre murió desangrado en cuanto ambos brazos le fueron arrancados, siendo silenciosos los últimos cortes, dejando solo el inquietante sonido de la hoja perforar contra la carne, rompiendo las vertebras y tejidos, silenciados luego por el ruido seco de las extremidades cayendo al polvoroso suelo.
Una vez la funesta ceremonia hubo acabado todos pudieron por fin retirarse, aterrados de sufrir el mismo destino, todos en el palacio tomaron precauciones para con el rey y su soldado de protección. Como un día de luto, el silencio reinaba en cada rincón. Yoongi por su parte se había encerrado en su habitación, lleno de emociones sentía que aquella masacre le había quitado un enorme peso de encima, reía como loco aun cuando todos permanecían cayados e incluso Hoseok desconocía aquella faceta del rey. ¿Cómo no enloquecer de alegría? Si al parecer por fin se había deshecho de todos sus problemas y sobre todo se había ganado el temor y respeto de los demás en el palacio, si se podía decir que eran lo mismo.
General Song,
Se requiere su inmediata acción para llevar a cabo la siguiente misión. Su tarea consiste en purgar la ciudad y sus alrededores de cualquier vestigio de apoyo a nuestros amigos opositores y aliados japoneses. La limpieza debe ser total y sin contemplaciones.
Se espera que actúen con eficacia y determinación. La victoria final depende de la rapidez con la que cumplan esta orden. No toleraré ninguna muestra de debilidad ni compasión en esta operación.
Cumpla con su deber con la frialdad y precisión que se espera de un general de mi ejército. El éxito de esta misión es crucial para la seguridad y estabilidad del reino.
Actúen con prontitud y decisión.
Emperador, Min Yoongi.
Acompañada por esta carta, una caja de madera con la cabeza de Wanyong, como muestra de que en el palacio todos los traidores ya habían sido erradicados.
Taehyung y sus compañeros de combate permanecían reunidos comiendo cuando la carta con las instrucciones llegó. Después de aquel combate con los piratas japoneses y sus lideres traidores algo había cambiado en los soldados, algunos sentían alivio de haber combatido como verdaderos guerreros y héroes, mientras que otros sentían el terror de la muerte, al haber estado tan cerca de ella, y por último estaban aquellos como Taehyung que tenían un tercer pensamiento sobre la moral de matar a alguien para sobrevivir. Después de todo, de eso se trataba la guerra, de peleas por poder que terminaban costándole la vida a personas ajenas ¿a cuantas personas había arrastrado esa lucha de poder? No eran solo los que morían en el campo de batalla, sino a quienes morían de hambre y en la miseria en los pueblos fuera del palacio y la capital.
El mensaje del rey era claro, no había tiempo para las dudas y el remordimiento, Taehyung confiaba en Yoongi a fin de cuentas, si lograban erradicar a aquellos que querían desestabilizar el reino podrían por fin tener algo de paz y así pensar en como mejorar la situación del reino y su gente.
Luego de comer subieron a sus caballos y partieron una vez más, su próximo destino era Gyeongju. Al ser la ciudad más cercana, era la que tenía más probabilidad de albergar a algún otro desertor o pirata japones al que debían eliminar. El trayecto era corto, de dos horas si las condiciones les ayudaban, sin embargo, a diferencia de todos sus caminos anteriores Taehyung percibía los cambios en el humor de los soldados y superiores también. Aquella cabeza decapitada que habían enviado desde el palacio estaba ahora colgada en una lanza y exhibida por los hombres que comandaban la tropa, en caso de que alguien los viera, sabrían que su líder había caído y ellos también lo harían.