Wild life (free the animal #1)

Capítulo 21.

Capítulo 21.

Cuando termino de comerme los donuts y de beberme un café a la española —porque sí, reconozco que soy hater del café aguado que ellos llaman americano—, coloco su portátil junto a la televisión y lo conecto con un HDMI de esos.

No soy especialmente una eminencia del mundo tecnológico, pero conectar un cable no tiene mayor complicación.

—¿Estamos haciendo realmente esto? —pregunto aún con cierta incredulidad.

Él había decidido buscarme y ganarse a mi mejor amiga lograr su misión y a mí no me costaba reconocer —al menos a mí misma— que eso me había gustado.

Ayer le empujé hasta su límite, puede ser que me pasara un poco. No se había ganado mi perdón, no aún. Pero si conseguía entender un poco mejor su comportamiento irracional y cómo se gestionaban entre ellos, podríamos llegar a un acuerdo. Al menos estaba esperanzada de que así fuera.

—Sí —Está agachado y conectando un USB—. Voy a ser bueno —Me mira y por alguna razón creo que se lo está prometiendo a sí mismo—, voy a mantenerte cerca, Silvana. Déjame intentarlo.

—¿Quieres que tome apuntes? —Se encoge de hombros sin mirarme y me levanto para hacerlo—. Ahora vuelvo.

—En la mochila hay una libreta y un estuche, espero que haya bolígrafos se lo quité a Sky.

La veo. Es azul, del color de sus ojos y de la camiseta que le compré y que aún no le he dado. Quizás cuando me demuestre que puede ser un buen chico se la dé.

Me siento en el sofá y pongo las piernas al estilo indio. Lo bueno de tener una libreta es que puedo evitar usar la mesa para escribir y así no me hago daño en la espalda.

—Tema 1 —comienza levantándose y dejando esa posición tan incómoda—. El funcionamiento de la manada y qué aporta cada clan.

—¿Qué es un clan?, ¿no era de vampiros?

—¡No me interrumpas! Levanta la mano para pedir permiso. —Habla con tranquilidad y aun así sus nervios le delatan.

Qué dulce.

—¡Soy tu única alumna! —Me muerdo el labio inferior controlando una carcajada que amenaza con brotar de mi garganta.

Estoy muy interesada en todo esto, pero la manera en la que ha decidido dar su brazo a torcer y abrirse me parece tan tierno que he decidido darle otra oportunidad.

La última, todo hay que decir.

—Silvana… —me regaña—. ¡Atiende!

—Bueno, pero explícame el tema.

—¡No me has dejado empezar! —Me empiezo a reír y apunto la fecha en la esquina superior derecha de la hoja—. Usamos la palabra clan para referirnos al conjunto de personas que pertenecemos a una misma familia; en el caso de los vampiros no sé cómo va, tampoco nos interesa.

Juraría que en ese “nos” también estoy yo incluida.

—¿Y cuál es la diferencia entre clan y manada?

—A ver, voy a decírtelo con nuestra manada: en nuestro caso somos 7 clanes que formamos una manada —Se lleva la mano a la barbilla, pensativo—. Algo así como Estados Unidos, cada estado se rige por sus leyes y normas, pero todos pertenecen al mismo país.

—Qué guapo estás cuando te pones en modo profesor serio y cascarrabias. —No se me escapa, es algo que pienso y que me apetece decirle para molestarle un poco.

—¡Silvana!

—Bueno a ver, sigue ¿cada clan tiene leyes diferentes?

Duda. Si fuera por él, mandaba el PowerPoint a tomar viento y se lanzaba a por mí.

—Sí y no —No me mira, no quiere perder el control sobre sí mismo, está esforzándose—. Depende un poco. Cada clan se regula de alguna manera, tiene sus propios representantes, pero hay ciertas leyes que se deben cumplir, pero esas leyes están decididas por los representantes elegidos.

—¿Y si alguno no quiere formar parte de la manada? —Acabamos de empezar y creo que mi cabeza ya va a explotar de tanta información.

Quizás debería dejar de vacilarle un poco y así enterarme un poco mejor, una especie de tregua.

—¿Por qué no iban a querer? —Pasa la diapositiva y señala cada una de las palabras que están escritas—. La manada asegura amparo, seguridad, derechos y libertades a cada uno de nosotros.

>>Somos 7 clanes —Eso lo sabía, pero está bien que me lo recuerde—: los Fernsby, los Chadburn, los Ilunga, los Massif, los Edevane, los Sauvageau y los Brownbear —Pasa otra diapositiva y veo los siete apellidos en forma de lista y una flecha con una palabra cada uno—. ¿Todo bien por ahora?

—Sí, aunque no creo acordarme de todos los apellidos y menos del Sauve-ese-o-como-quiera-que-lo-hayas-llamado.

Me apresuro a escribirlos.

—Sauvageau —Juraría que es de origen francés por cómo está escrito, pero ni él sabe pronunciarlo correctamente ni a mí me importa demasiado—, es francés —Toma un respiro—. Se dice que todos los pertenecientes a un mismo clan aportan una cualidad a la manada que los otros no tienen tan desarrollada.

Alzo la mano, siguiendo el rollo de profesor – alumna.




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