Cuando todo esto comenzó, yo estaba rodeada de fuego, siendo observada por los que consideraba mi pueblo, mi hogar, estaba sola, era la última de mi familia, todos acusados por el mismo crimen, ser supuestamente brujos, sin pruebas, solo acusaciones, solo un testimonio, sin testigos que lo corroboran. Primero fue mamá, el tono azul cielo de su cabello natural llamó de más la atención, aunque intentaba ocultarlo siempre; le siguió papá, el que fuera ciego le valió algunos años de tranquilidad, aunque su forma de desplazarse y comunicarse con los demás hacía pensar que siempre los observaba, ojos vacíos y apagados, finalmente yo, según todos era igual a ellos, y tenían razón, aunque no pudiera verlo, mamá siempre ocultaba mi cabello como el suyo, papá me enseñó cómo reconocer mi entorno, escuchar dos veces antes de caminar, aunque eso me hizo darme cuenta de las cosas que decian de mi familia, fui presa fácil de la maldad del mundo cuando me apartaron de ellos, todos hicieron lo que quisieron conmigo, sentí sus prejuicios sobre mi espalda, sus acusaciones sin sentido, sus quejas incesantes y su ira despiadada.
Ahora, amarrada a un poste, en medio del lugar que se suponía que era mi hogar, esperando que el fuego suba, no siento su calor, mi mente está en otro sitio, el miedo es más fuerte, hace poco seguía escuchando los gritos de papá, hubiera creído que eso había pasado hace mucho, pero no, el indescriptible aroma del humo de leña húmeda ardiendo seguía impregnado en mi nariz, recordandome que ahora solo estaba yo, sola entre humo y gritos, los de mi padre agonizando, los del pueblo avivando las llamas, mis propios gritos pidiendo piedad, ¿Por qué no me dejaron dentro con papá? Todo hubiera sido más rápido, pero no, ellos querían hacerme sufrir a mí, ¿Por qué? ¿Qué les hice? ¿Es porque soy diferente? Nunca los he visto, mi infancia se deslizó entre tinieblas y voces, nunca supe cómo me veían, solo sus voces, todo era oscuridad para mi, día y noche eran iguales, nunca vi luz u oscuridad.
– Despena… – escuché una voz a lo lejos, por un momento todo se quedó en silencio, pensé que se aburrieron de gritarme cosas mientras el fuego subía, yo seguía sin sentir su calor, por el contrario, tenía frío.
– … – no respondí, por miedo, temblando, indefensa.
– ¿Quieres vivir?
– … – dude por un segundo.— s-si…
– ¿Quieres ver como los demás?
– Si…
– ¿Seras mia?
– …
Quiero moverme, quiero salir de aquí, esto no es justo, quiero gritar, pero de mi boca no sale nada, siento el humo acariciar mis mejillas, como si de las manos turbias de la muerte me quisiera abrazar, pero sigo sin sentir su calor, todo es tan confuso, todo a mi alrededor era un caos y yo no podía verlo, cuanto desearía verlo, pero si lo viese, seguiría siendo un caos y yo me estoy rindiendo en medio de él.
– Despena… – volví a escuchar esa voz, yo no me llamo así.– ¿serás mía?
– … seré tuya… – conteste para perder el control de mi ser.
– ¡¡Despierta Despena!! – escuche el grito retumbar en mis oídos.
– ¿¡QUE?! – desperté, molesta, viendo a quien me molesta.
– Qué alivio…
Estaba en casa, mi nuevo hogar, un fantasma, bastante insistente, y molesto, tocaba mi mejilla para llamar mi atención, flotando sobre mí, sin respetar mi espacio personal, estaba intentando disimular mi respiración agitada y el sudor frío que recorría mi espalda, todo a mi alrededor parecía normal, estaba a salvo.
– Llevas durmiendo todo el día, ven a comer algo o te vas a quedar en los huesos – protesto alejándose lo suficiente para poder levantarme.
– Ya voy… – me queje levantándome un poco, sin ganas, hoy sería un día largo.
Al bajar, todos me esperaban en la mesa, un grupo tan variado que creerías que estás leyendo una mezcla extraña de relatos, como si un niño arrancará diversas páginas de libros de géneros diversos y los agruparan en desorden en una carpeta, para luego tienes que leerlo para no hacerle sentir mal.
La comida estaba buena, pero a veces no siento algunos sabores, pero eso no era importante, la comida era buena y listo, al terminar, me levanté y salí, nadie dijo nada, nadie dice mucho cuando estoy cerca, cosa que agradezco. Llegando a mi cuarto puedo suspirar, ese sueño me a estado persiguiendo desde que comenzó todo, es mi castigo y lo acepto, pero no estoy conforme con él, las pesadillas no son necesarias, pero supongo que son lo únicos que hacen que quiera seguir con esto, sino ya estaria bajo tierra, disfrutando del descanso eterno.
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Editado: 27.02.2023