05 de febrero de 2021.
Ha pasado aproximadamente un mes desde el partido de Jason y las cosas entre nosotros van muy bien, a decir verdad. Cada mañana pasa a traerme a mi casa para irnos juntos a la escuela, en la salida vamos a comer a algún lado o pasamos tiempo juntos en su casa. Y ese era el plan de hoy.
Ahora mismo nos dirigimos a su casa, pensamos pasar una tarde viendo películas.
- ¿Qué te apetece hacer el 14? – me pregunta Jason, rompiendo el silencio dentro del automóvil.
- No lo sé – me encojo de hombros -. ¿Qué te gustaría hacer a ti?
Jason hace un gesto, pensando mi pregunta. Me voltea a ver y tuerce sus labios.
- ¿Una cena? – me pregunta. Yo asiento, dándole a entender que me gusta la idea -. ¿No pasaras este año con Sophia? – me recuerda.
Sophia es mi mejor amiga desde la secundaria, ella conoce todo de mí y obviamente también sabe el caso de Austin. Sofí y yo pasamos todos los 14 de febrero juntas y supongo que este año no será la excepción.
- Si, supongo que lo pasaremos juntas – contesto.
- Esta bien, tú acomoda tus tiempos y me avisas ¿Está bien? – le respondo con un asentimiento de cabeza y se dispone a buscar una serie en Netflix.
Al llegar a la casa de Jason el busca una serie para que podamos ver. Al final eligió Dark y me quede dormida al final del primer capítulo, ya que no le entiendo ni un poco.
Cuando me despierto, mi cabeza está sobre el regazo de Jason y mis piernas en lo que sobra del sillón. Él me ve y me sonríe tiernamente.
- Ya es tarde. ¿Te voy a dejar a tu casa? – me pregunta amablemente.
- Por favor – le contesto. Recuerdo el día del partido cuando mi mamá me dijo que extraña a Jason –. Tal vez puedas quedarte a cenar, mi mamá me ha dicho que te extraña – le digo levantándome para buscar mi bolso.
- No creo, Made. Ya es tarde, no me gustaría molestarlas.
- Está bien. Mi mamá lo entenderá – le sonrío con ternura.
Él se levanta del sillón y toma mi mano para poder salir.
El camino a mi casa es silencioso, pero cómodo. Siento mis ojos pesados y recuesto mi cabeza en la ventana.
- No quiero que pienses que tu mamá no me agrada – habla Jason rompiendo el silencio.
Al escucharlo lo volteo a ver con el ceño fruncido.
- No lo hago – le hago saber.
- Es solo que… - Jason suspira -. Me da pena – me dice en un susurro.
Me acomodo en el asiento y me giro hacia él para poder verlo bien.
- No tienes por qué, mi mamá te adora – le digo con una risita.
Jason me mira de reojo, aprieta los labios y asiente.
- Bajaré a saludar – dice. Le sonrío.
Al llegar a mi casa, bajamos del carro y me adelanto para poder abrir la puerta. Lo primero que enfoco cuando la puerta se abre, es a mi madre en la sala leyendo un libro.
- Mamá ya llegué, vino Jason – hablo. En el instante en que escucha el nombre del pelinegro deja de leer y se levanta rápidamente a saludarlo.
- Buenas noches, señora Stone – saluda Jason amablemente. Estira su mano, pero mi mamá la aleja y le da un abrazo.
- Ay por favor, Jae, puedes decirme Alice sin ningún problema – le dice cuando se separa de él. Sonrío, vaya, realmente mi mamá lo adora.
- ¿No gustas quedarte a cenar? – le pregunta mi mamá a Jason.
- Con gusto – le contesta Jason, ya más en confianza.
- Perfecto – dice mi mamá emocionada –. Voy a sacar el pollo del horno. Madelaine, pon la mesa – me dice antes de desaparecer por la puerta de la cocina.
- Te ayudo – me dice Jason.
Pongo la mesa con ayuda de Jason y nos sentamos a cenar. Paso un rato agradable al lado de Jae y mi mamá. No puedo decir lo mismo de Jason, ya que mas de una vez mi mamá le lanzo preguntas demasiado personales y Jason se avergonzaba.
Al finalizar la cena, acompaño a Jason a la puerta.
- ¿Te apetece ir mañana al cine? - me pregunta Jason en la puerta.
- Por supuesto que si - le contesto con una sonrisa. Jason asiente levemente con la cabeza, se acerca para depositar un beso en la comisura de mi labio.
- Te aviso cuando llegue a mi casa – me dice en un susurro.
- Esta bien - le sonrío y Jason camina hacia su carro. Sube y veo como se marcha.
Cierro la puerta y la quedo viendo por unos segundos. Aprieto mis ojos cuando empiezo a pensar en un café muy peculiar.
Camino hasta la sala y veo a mi mamá leyendo el mismo libro que cuando llegue. Me acerco hasta ella y deposito un beso en su coronilla.
- Me voy a acostar – le digo -. No te duermas muy tarde, ¿está bien?
- Está bien, Made – me responde con una sonrisa en sus labios.