Without Memory

Capítulo 4

La idea de que iba a morir en cualquier momento me daba miedo, no tenía ni idea de cómo es que fui a parar ahí, estuve en el lugar equivocado y no fui corregida. Sé que es muy tarde para arrepentirse, tenía que pagar ese error y me costaría la vida. Aun me quedaba cosas por hacer, es decir, las dudas siempre estuvieron invadiéndome, mis días siempre fueron grises, de algún modo sentía que en algún momento era indispensable sentir unas manos recorriéndome, cada recuerdo ahora quedaría en el pasado. Hoy se estaba acabando lo que nunca comenzó, el amor jamás dijo mi nombre, me dejó esperando, me dejó sin rumbo, me dejo refugiada en historias leídas que jamás viviría.
 

Recordé a mi maestro, Mateo, Él era el único chico que me había hecho sentir, que me hizo desafiar mi suerte, mi tiempo, mi vida.
Su voz estaba presente en mi mente.
Estaba recordando cuando nos conocimos.
 

-Buenos días- Dijo saludando a la clase
 

-Buenos días. Contestamos
 

Me quede mirándolo, era perfecto, durante el resto de su clase estuve distraída mirando sus ojos, sus gestos, su sonrisa. Cuando terminó la clase salimos y mientras guardaba los libros a mi casillero se acercó
 

-Hola soy Mateo- Dijo mientras me daba su mano
 

-Nallely- contesté estrechando su mano
 

-Estas en mi clase de cálculo ¿verdad?- Asentí
 

-Pude notar que estabas distraída
 

-Lo siento no me he sentido bien- Dije sonrojada
 

-¿Puedo saber que te sucede?
 

-He estado desvelándome para estudiar
 

-¿Qué se te complica?
 

- Cálculo
 

-Puedo asesorarte si me lo permites
 

-Cla-ro - dije apenas pudiendo decir algo
 

-¿Dónde nos vemos?
 

-¿Está bien en la biblioteca terminando las clases?
 

-Ahí te veo Nallely

Estuve en la biblioteca a tiempo, me senté en una mesa y saque mis libros.
 

-Creí que no vendrías -dijo mientras se sentaba
 

-De verdad necesito ayuda para sacar bien mis notas
 

-Es más un compromiso-Asentí
 

-OK. ! Empecemos ¿Qué tema es?-Dijo mirándome fijamente a los ojos
 

-En realidad creo que todos.
 

-Bien empecemos
 

Después de dos horas estábamos concluyendo con el quinto tema.
 

-¿Ya entendiste mejor?
 

-Completamente
 

-¿Qué planes tenías está tarde?
 

-La mayoría de ella pasarla estudiando con usted profesor.
 

-¿Y el resto de ella?
 

-Estar en casa leyendo. Es una tarde lluviosa así que no hay muchos lugares a los cuales ir, es decir, prefiero quedarme en casa mirando por la ventana.
 

-¿A quién, a tus vecinos?
 

-No -Dije un tanto confundida, mientras él se reía a carcajadas.
 

-Solo era una broma
 

-Entiendo-Dije sonriendo
 

-¿Qué te parece si vamos por un café?-Dijo tocando mi libro con la gama de su lápiz- Me quede petrificada, me estaba invitando un café y ni siquiera podía contestar
 

-Me parece bien- Dije aclarando la garganta
 

-OK! Vamos
 

Salimos de la biblioteca, la lluvia estaba fuerte y constante, el cielo relampagueaba
 

-Sube al auto-Dijo
 

De inmediato Subimos, la chaqueta que traía se empapó
 

-Wow te mojaste mucho
 

-Si- Dije irritada
 

-Tengo una Sudadera en el asiento trasero, puedes usarla, claro si es que no te importa desconvinar tu atuendo.- Me sonrojé.
Mientras me ponía la Sudadera el condujo entre muchas calles.
 

-Bien. ¿Qué cafetería es tu favorita?
 

-Poesía & Café
 

-¿De verdad?
 

-Si- Dije sonriendo
 

-Regularmente estoy ahí todas las tardes
 

-¿Es mesero profesor? Quién lo diría -Le dije mientras me reía
 

-No soy mesero, pero me gusta demasiado su Café.- Llegamos a la cafetería y corrimos a la puerta.
 

-¿Estas bien?- Dijo abriendo la puerta
 

-Estoy bien... mojada-Dije en tono de burla-Sonrió. Entramos y nos sentamos en una mesa cerca de la ventana.
 

-¿Te gusta el capuchino?- Dijo tomando mi mano
 

-Me gusta el capuchino- contesté.

La idea de que iba a morir en cualquier momento me daba miedo, no tenía ni idea de cómo es que fui a parar ahí, estuve en el lugar equivocado y no fui corregida. Sé que es muy tarde para arrepentirse, tenía que pagar ese error y me costaría la vida. Aun me quedaba cosas por hacer, es decir, las dudas siempre estuvieron invadiéndome, mis días siempre fueron grises, de algún modo sentía que en algún momento era indispensable sentir unas manos recorriéndome, cada recuerdo ahora quedaría en el pasado. Hoy se estaba acabando lo que nunca comenzó, el amor jamás dijo mi nombre, me dejó esperando, me dejó sin rumbo, me dejo refugiada en historias leídas que jamás viviría.
 

Recordé a mi maestro, Mateo, Él era el único chico que me había hecho sentir, que me hizo desafiar mi suerte, mi tiempo, mi vida.
Su voz estaba presente en mi mente.
Estaba recordando cuando nos conocimos.
 

-Buenos días- Dijo saludando a la clase
 

-Buenos días. Contestamos
 

Me quede mirándolo, era perfecto, durante el resto de su clase estuve distraída mirando sus ojos, sus gestos, su sonrisa. Cuando terminó la clase salimos y mientras guardaba los libros a mi casillero se acercó
 

-Hola soy Mateo- Dijo mientras me daba su mano
 

-Nallely- contesté estrechando su mano
 

-Estas en mi clase de cálculo ¿verdad?- Asentí
 

-Pude notar que estabas distraída
 

-Lo siento no me he sentido bien- Dije sonrojada
 

-¿Puedo saber que te sucede?
 

-He estado desvelándome para estudiar
 

-¿Qué se te complica?
 

- Cálculo
 

-Puedo asesorarte si me lo permites
 



#41097 en Novela romántica
#3352 en Detective
#1050 en Novela policíaca

En el texto hay: misterio, acosador, amor

Editado: 24.04.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.