ㅡ¡Hazel, date prisa!
ㅡ¡Ya voy, ya casi está!
Era sábado por la tarde y estaba en la cocina preparando algunos aperitivos que compartiría con Chris en el maratón de películas. Todos los sábados de la primera semana en cada mes escogíamos al menos tres o cuatro películas nuevas que veíamos con devoción y posteriormente evaluábamos como si de profesionales nos tratáramos. Él esperaba en la sala de estar. Tumbado en el sofá ele de cuero negro, envuelto como bebé y confortado con la familiaridad de la situación. Terminé de verter trozos de chocolates dentro de un bol anaranjado tamaño enorme y tomé tres tazones más sumado a dos vasos con hielo antes de dirigirme a fuera, maniobrando para que nada se cayera. Atravesé todo el pasillo hasta el living y rodeé el sofá, siendo capaz de visualizar a un Christian descalzo y acurrucado con una manta. Era adorable. Giró su vista hasta mí al percatarse de mi presencia. Sonrió.
ㅡVen aquí ㅡpidió, haciendo espacio. Levantó un extremo de la manta y dio dos palmaditas a su costado para que me sentara junto a él. Coloqué todo en la mesa de café frente a nosotros y me recosté, acurrucándome sobre su pecho. Tal y como le gustaba. Instantáneamente rodeó mi cintura con sus brazos.
ㅡ¿Qué veremos hoy? ㅡpregunté.
ㅡ Mmmh...ㅡse inclinó un poco para mirar a la pantalla de la laptop, donde se mostraba la página de películas en la pestaña principalㅡ "Ciudades de Papel", juzguemos si hace justicia al libro o si es un fracaso como la mayoría de las adaptaciones.
ㅡAh, mi pasatiempo favorito ㅡ reí, haciendo un gesto afirmativo con la cabeza. Me solté de él para tomar uno de los recipientes con golosinas y regresé, feliz de degustar las pequeñas galletitas que tanto me encantan. Ésta vez coloqué mi codo derecho en el reposadero del sofá, sentándome un poco más lejos ㅡ, dale play.
Su mirada no me pasó desapercibida, quería que me acercara pero aún así me hice la desentendida. Chris gruñó por lo bajo y dio comienzo a la película hundiéndose en el sofá. Tomó uno de los cojines para posteriormente abrazarlo y apoyó la barbilla sobre el. Un cálido sentimiento se instaló en mi vientre bajo cuando lo miré hacerlo. Sus movimientos eran tan infantiles pero al mismo tiempo tan masculinos que tuve que contener la sonrisa que tiraba de mis labios con insistencia. Su ceño estaba levemente fruncido y sus labios formaban un puchero cual niño malcriado. Enderecé la espalda, aún ocultando la sonrisa y coloqué el bol entre mis piernas para tener mayor acceso a las galletas mientras concentraba toda mi atención en la película.
Estos días me gustaban. Habíamos compartido el sábado de películas por casi dos años; pero la emoción que me producía saber que pasaríamos tanto tiempo juntos tenía el mismo efecto de la primera vez. Era un día sagrado para ambos. Intercambiamos música, apostando por quien haga la mejor recomendación, desahogamos nuestras penas: quejándonos, llorando y hasta discutiendo al punto de la reconciliación, jugamos como dos pequeños, cocinamos durante el día y finalmente al llegar la tarde la comida chatarra hace su aparición para dar inicio a la lista de fílmicos en espera de ser visto.
Habían días donde sólo venía y nos echábamos a la cama para holgazanear. Hasta este punto de nuestra confusa relación jamás habíamos tenido una cita o salido como una pareja oficial. En algún tiempo del pasado compartimos el mismo círculo social, salíamos juntos y nos divertíamos. Pero los amigos se fueron reduciendo a medida que Chris dejaba de asistir, consecuente a eso empezó a pedirme que no asistiera tampoco. Al principio fueron peticiones adorables, con palabras del tipo: "No quiero que te ocurra nada. Quiero estar para cuidarte, así que no vayas sin mí". Pero eventualmente se volvieron conflictos donde en verdad se enojaba sólo con saber que consideraba ir porque quería y ya está.
Siendo honesta, no me incomodaba tal acción. Sin embargo, los chicos empezaron a distanciarse de mí debido a él. No les agradaba y trataron de apartarme también. Eso me enojó a niveles inimaginables. No entendía qué demonios estaba mal y por qué lo miraban como a un monstruo. Pero a él le hería y eso era intolerable para mi corazón. No volvimos a vernos y Chris pasó de ser mi mejor amigo. A mi único amigo y algo más.
Así que de este modo nuestros días pasan de esta forma. Encontrándonos la mayor cantidad de veces que nuestras agendas lo permiten.
En algún momento, el sillón hizo una pequeña vibración. No me giré. Pero de soslayo observé como los ojos cafés de Chris vacilaban entre yo y el móvil por un rato antes de tomarlo.
Rápidamente me puse en estado de alerta. Pero cuando lo vi sonreír, devolví mi vista a la hermosa Cara Delavigne enfundada en un maravilloso vestido rojo y retiré el recipiente de mis piernas dejándolo sobre la mesita. Sacudí mis manos, tratando de disimular mi curiosidad por su repentina alegría y busqué distraerme buscado nuevamente la comodidad que sentía en mi antigua posición.
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Editado: 12.04.2018