POV HUNTER
Nueve días. Doscientas dieciséis horas. Doce mil novecientos sesenta minutos.
Esa es la suma del horrible tiempo que ha transcurrido desde que ella se fue. Desde que la dejé marchar.
Aún recuerdo su mirada dolida y la furia desatada en sus puños. Siempre he sabido que era una mujer fuerte, pero me duele haberlo descubierto de esta manera. Nada de esto debería haber ocurrido. Yo quería evitar que ella huyera de mí cuando supiera la verdad. Y, sin embargo, se ha ido por no saberlo.
No podía decírselo. Ella creía que yo era bueno, detallista y protector, cuando lo único que soy es patético. No soy bueno, sino malo, horrible y mil cosas más que se resumen en un palabra que ya acostumbro a oír en boca de todos: monstruo.
Nunca quise ser como soy y cuando llegué a ser esto, intenté con toda mis fuerzas cambiar.
"Las personas no cambian, actúan, engañan y mienten. Pero nunca cambian"
Estas palabras se repiten constantemente en mi cabeza. Más alto y doloroso conforme me acerco a la felicidad. En cambio, con ella todo es diferente. El dulce sonido de su voz; el ligero movimiento de sus caderas al andar; su sonrisa pura... Junto a Ares no me importa lo que digan los demás. Tan solo busco su bienestar y su buena opinión hacia mí.
¿Qué diablos se supone que iba a hacer? ¿Cómo decirle que soy un desalmado?
No, no podía hacerlo. No podía arriesgar lo único bueno que había en mi vida. La luz de mi oscuridad. Mi todo. Nunca le he contado a nadie cómo me siento. Apartado, rechazado y excluido.La soledad me carcome mientras yo tengo que forzar una sonrisa en cada reunión y decir que todo estaba bien.
¿Cómo decir que soy la sombra de la perfección? ¿El juguete abandonado por otro nuevo y mejor?
Quiero a mi hermano, juro que lo hago, pero no puedo evitar los celos que me atrapan cada vez que veo el orgullo de mi padre en sus ojos cuando Seth está con él. ¿Por qué yo no podía ser parte de ese orgullo?
La respuesta es tan sencilla como fatídica. Fui, soy y seguiré siendo un error. No debería existir, pero lo hago. Ella cree que nadie podrá comprender el dolor que siente al recordar, pero yo puedo ayudarla al igual que ella lo puede hacer conmigo. Sé cómo se siente y eso me entristece aún más. Cuando estoy con ella necesito verla sonreír, sonrojar e incluso molestar por mi actitud; pero necesito verla.
<<Encuéntrala>>.
Dice mi lobo y asiento convencido. Soy consciente de que Ares no quiere que la busquemos, pero soy un maldito egoísta y necesito que esté de nuevo entre mis brazos.
Me levanto de la mullida superficie del colchón de mi cama y busco mi mochila negra. Cuando la encuentro, guardo en ella un par de camisetas mías junto con pantalones y otras prendas. Voy a abrir la puerta cuando pienso de nuevo en ella. Me giro y camino de nuevo hasta la gran cama de sábanas rojas de seda que destaca en la sala. Alargo un brazo hasta encontrar lo que busco debajo de la almohada. Aspiro el dulce aroma a chocolate y mar y meto la blusa junto con mi ropa. No soy maniático ni mucho menos. Sólo quería algo de Ares que tener cerca cada vez que el día terminaba. Fue por esto por lo que, el día anterior al de su huida, tras probar sus perfectos labios por primera vez, aproveché la oportunidad y guardé su blusa en el bolsillo de mi chaqueta.
Después, abro la puerta de mi habitación y camino sigilosamente entre los lúgubres pasillos de esta fría mansión a la que debo llamar hogar. Diviso la entrada y me dispongo a ir cuando, de repente, siento una mano en mi pecho que me detiene. Delante de mí, se encuentra el ser al que más rencor le guardo en este mundo.
—Röml —saludo e intento esquivar su toque.
—¿Tan estúpido eres que has perdido a tu mate? ¿A una simple humana?—espeta con desprecio.
Sus palabras ya no me hieren. Antes, cuando buscaba su afecto y aprobación, mi vida se basaba en callar y obedecer cada una de sus órdenes. No obstante, ya he crecido, y, aunque sea mi padre y el Rey, no voy a permitir que se refiera a Ares como "una simple humana".
—Tú eres el primero que debería saber que no es una simple humana. ¿Crees que seguirá en pie tu amistad con Rafael cuando sepa cómo nombras a su hija?
Röml tensa su mandíbula mientras una sonrisa victoriosa se dibuja en mis labios.
—Cuando la encuentres, si es que no ha muerto ya, podrás sonreír —dice y finaliza la conversación.
Mi sonrisa decae al igual que mi ánimo. Esta vez sí, traspaso las dobles puertas de la entrada y corro hasta el perímetro del bosque. Cierro los ojos e intensifico mis sentidos. Entonces, huelo su rastro. No puedo perder más tiempo, por lo que cambio a mi forma de lobo.
Voy a encontrarte Ares. Y cuando lo haga, no voy a volverte a perder.
Buenas!! Espero que os haya gustado el cap aunque sea un poco corto :)
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Editado: 16.05.2018