-Tienes una última oportunidad- dice Trevor apaciguando la furia que crece en su interior- Solo lo preguntaré una última vez, Amber. Sabemos que no estás sola en esto. ¿Quién quiere acabar con Ares? ¿Para quién trabajas?
La despampanante mujer de cabellera rubia y brillante que una vez conocí, ahora se sienta, encorvada y herida, sobre el duro asiento de frío hierro de la silla del calabozo. Donde una vez hubo un atisbo de esperanza en sus ojos, ahora no hay nada más que maldad y desesperación. Sus manos tiemblan a la vez que sus muñecas, apresadas bajo fuertes cuerdas de hilo de plata, sangran y arden de dolor. Ella frunce sus labios como cada una de las quince veces en las que se le ha cuestionado lo mismo.
-No diré nada- responde dando fin a la infructífera conversación.
La sala de interrogatorios es fría, tenebrosa y oscura. Solo existe la pequeña luz de una bombilla vieja y desgastada que cuelga del resquebrajado techo de la habitación. El recuerdo de Freud encadenado en la pared del fondo asalta mi mente cuando diviso que aún siguen las manchas de su sangre en la áspera textura del cemento. Zuller fue en las historias el mayor símbolo de terror entre los cazadores; es el mayor signo de deshonor entre los lobos; y es el mayor signo de castigo para mí. La atmósfera carga el hedor de la crueldad y la muerte en este lugar donde las sonrisas sardónicas y macabras nunca faltan.
Dos días después de que pudiese salir del hospital, la patrulla de búsqueda liderada por Trevor informó sobre el arresto de Amber Told, quien es la principal sospechosa. Todas las pruebas señalaban hacia ella, pero tanto Hunter como el resto de los guardias y expertos no creían que alguien tan joven e inexperto pudiese maquinar un plan tan perfecto. Sin embargo, ese alguien que manipuló e impulsó a esta mujer no tuvo en cuenta el pequeño porcentaje en el que intervenía el azar. Aquella primera vez en la que me atacaron, Amber dio más señales y advertencias de lo que ella hubiese querido. En el segundo encuentro con el peligro, no creyeron posible que ninguno de los miembros de la manada pudiese oír mis gritos desesperados a través de la música, pero Collins, tan ebrio como estaba, no tuvo otra opción que la de subir al lavabo, y así fue como en su marcha escuchó los incontenibles sollozos que escapaban de mi garganta. Las demás oportunidades que se dieron para asesinarme no solo no fueron efectivas, sino que poco a poco, daban a conocer a los culpables.
-Voy a entrar.
La voz grave y varonil de Hunter hace eco entre los muros de la pequeña sala oculta en la que nos encontramos. Asiento preocupada por su seguridad y recibo con gusto su pequeño y cariñoso beso en mi sien. Después de algunos segundos, todos los presentes en la sala observamos como Hunter abre con seguridad la puerta y camina sin vacilar hasta tomar asiento en frente de ella. La observa con una mirada fría, prepotente y asqueada cuando dice:
-¿De verdad creíste que no me cansaría de ti? Te lo advertí al conocerme, Amber. No quería nada serio, y mucho menos con alguien tan fácil como tú. Fue tan sencillo tenerte para mi absoluto placer... Aún recuerdo la primera vez, estabas tan desesperada por tenerme entre tus piernas que me arrastraste detrás de un basurero y desabrochaste mi cinturón tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar.
Hunter ríe sarcásticamente y niega con la cabeza. Me repito una y otra vez que solo está interpretando un papel, ese no es el hombre al que amo, tan solo una postura fingida para hacer reaccionar a la mujer culpable de todos mis últimos males.
-Ni siquiera pensaste en el condón. Estabas tan ansiosa por que me enterrada dentro y profundo de ti que enroscaste las piernas en mi cintura y tú misma hiciste el resto del trabajo. Aquel día yo estaba enfadado y frustrado. Había vuelto a discutir con mi padre y pagué mi ira contigo. Lo hice rápido, duro y buscando solo mi placer. Nunca me importó si llegaba a dolerte, aunque supongo que lo hizo.
-¡CÁLLATE!
La ira tiñe la voz de Amber cuando esta se impulsa hacia delante e intenta soltarse de la retención de sus muñecas con la clara intención de abalanzarse contra Hunter para agredirlo. Suspiro aliviada cuando compruebo que las cuerdas han soportado bien el esfuerzo.
-Imagina cual fue mi sorpresa al sentir sangre entre tus muslos- chasquea la lengua- Amber, qué triste que tu primera vez fuera entre basura y tan dolorosa, ¿verdad? Debo admitir que aguantaste bastante bien cuando yo, en vez de detenerme y comprobar si te encontrabas bien, me enfurecí aún más y arremetí contra ti una y otra vez con toda mi fuerza. ¿Tan grande era tu deseo de acostarte con un miembro de la Familia Real? ¿De verdad creíste que tu virginidad te daría algún privilegio? ¿Pensaste que me sentiría halagado y te colmaría de joyas y riquezas?
Entonces, lo veo. Veo el dolor del Amber en cada lágrima que sus ojos celestes derraman. Es pura agonía lo que vibra en su pecho. Y, en cierto modo, sufro no solo por saber lo ocurrido entre ellos, sino porque tampoco ella tendría que haber experimentado tal suceso. Cierro los ojos cuando siento la palma de la mano de Collins acariciando con suavidad mi espalda de arriba a abajo. Giro mi rostro y veo tristeza y añoranza en su mirada. Todo está relacionado. Amber es la llave que abre todas y cada una de las diversas puertas que nos conducirán hasta las ansiadas explicaciones. Aquellas que me ayudarán a comprender qué es lo que ocurre y cerrarán las heridas que un pasado común entre ellos les ha dejado.
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Editado: 16.05.2018