Perdida en la ciudad
En una carretera frente a la colina que separaba el bosque de la ciudad, se encontraba una cría de lobo de unos 6 meses de edad. Estaba muy herida y débil, en su pelaje se podían ver rasguños y golpes, además, una de sus patas tenía una grave herida abierta.
—Tsu...me... —dijo la cachorra mientras abría lentamente sus ojos. El golpe que se había dado al caer por la colina fue tan fuerte que la dejó inconsciente por casi una hora—. Tsume... —repitió sollozando.
La carretera estaba sola, no había sido utilizada por un largo tiempo. Makoto se levantó y comenzó a caminar lentamente cojeando. El golpe provocó que sus recuerdos se volvieran borrosos, lo único que recordaba con claridad eran los últimos momentos que estuvo con Tsume, cuando a este le dispararon. Siguió caminando sin rumbo hasta que un maullido llamó su atención.
—Una cría de lobo como tú no debería andar por estos lugares —dijo un gato mientras se acicalaba en un tejado.
Makoto levantó la mirada dirigiéndola hacia donde estaba el gato.
—Di...disculpe, ¿por casualidad habrá visto a un lobo gris llamado Tsume? —preguntó sin darle importancia a la frase que había dicho el gato.
—Tú no deberías estar aquí. Este lugar es peligroso para lobitos como tú. —La mirada del gato no mostraba ningún tipo de expresión—. Vete de aquí —dijo para luego irse saltando y corriendo por los tejados.
—¡Hey, espera! ¿A dónde vas? —La cachorra siguió al gato.
«¿Que habrá querido decir con lo de antes? ¿Peligroso? ¿Este lugar?» pensó.
Makoto trataba de correr para no perder de vista al gato, sin embargo, su herida empezó a sangrar.
—Agh... —se quejaba por el dolor. Se adentró cada vez más en la ciudad sin darse cuenta. Al percatarse de que había perdido de vista al gato, paró y miró a su alrededor en busca de alguna señal de este, pero lo único que vio fue casas y personas por todos lados. Nunca había estado en un lugar parecido a ese, en ese momento recordó cada palabra que el gato había dicho—. ¿Do...dónde estoy? —Con la cola entre sus patas, Makoto decidió caminar por aquel territorio desconocido. Se sintió observada por aquellos temibles humanos, no estaba para nada cómoda en esa ciudad. Quería huir pero no encontraba la salida y sus fuerzas se estaban agotando.
Un rato después, una gota de agua cayó sobre la nariz de Makoto haciendo que se asustara un poco.
—Ah... solo es la lluvia —soltó un suspiro de alivio. Pero luego comenzó a llover más fuerte. Ya casi no habían personas afuera, así que Makoto se tranquilizó un poco y se sentó bajo un pequeño techo.
Cada vez llovía más fuerte, incluso se escuchaban algunos truenos. Makoto estaba completamente empapada, el agua que caía sobre su herida hacía que le ardiera, era tanto el dolor que le costaba moverse. Accidentalmente resbaló en una acera y cayó en un charco de agua, luego vio como el agua se tornaba de color rojo como su sangre. «No... no puedo morir aquí... debo encontrar a Tsume» La cachorra intentó levantarse pero falló. «Tsume... se que estas vivo, en algún lugar...» Su vista comenzó a nublarse. «Tsu...Tsume...»
Cuando Makoto estuvo a punto de cerrar sus ojos, captó a un humano acercándose. Levantó sus orejas y trató de mantener sus ojos abiertos. El humano se agachó frente a la cachorra y la cubrió con su paraguas. La cachorra reaccionó con temor y le gruñó al chico.
—No te acerques... ¡Aléjate! —gruñó, pero unos segundos después no pudo resistir más y cerró sus ojos. Solo sintió unos cálidos brazos que la rodeaban y escuchó una voz que le decía que iba a estar bien.
...
«¿Dónde estoy? ¿Qué me pasó? ¿Qué es ese extraño aroma?» La lobezna despertó lentamente y miró a su alrededor.
—Qué extraño lugar... ¿eh? —miró su pata y notó que tenía una venda.
—Al fin despertaste. Pensé que tendría que llevarte con un veterinario —un chico humano de piel clara y cabello café oscuro habló, causando que la cachorra se asustara y se erizara su oscuro pelaje.
—¡Aléjate! —exclamó la cachorra mientras se levantaba y se ponía en posición defensiva, mostrando sus pequeños y blancos colmillos.
—Tranquilo pequeño —dijo sonriendo con un tono suave y calmado intentando tranquilizar a la cachorra, pero esta seguía estando insegura—. Tal vez un poco de comida te ponga de buen humor —dijo para luego dirigirse hacia la cocina.
—¿Co...comida? —Makoto no pudo evitar mover un poco su cola al oír esa palabra, pues desde que llegó a la ciudad estaba muy hambrienta.
Editado: 12.05.2019