Wolf Soul: La amenaza de los Lobos Sombra

Capítulo 11

El collar, el símbolo de una amistad

Jess se acercó a Makoto con una de sus sonrisas habituales.

—Todos sabíamos que este día llegaría. Después de todo, para eso has estado entrenando durante todo este tiempo —dijo para luego lamer un poco la cabeza de la loba, como muestra de su cariño hacia ella.

—Jess... —dijo Makoto con voz algo baja.

El resto de los perros permanecían callados, solamente observaban con sus cabezas levemente agachadas.

—Un momento, ¿ninguno ha logrado conseguir comida hasta ahora, verdad? —preguntó Makoto. La respuesta era bastante obvia, pues el incidente con Lanto había interrumpido su búsqueda, y aún no tenían nada de alimento.

—No te preocupes, nosotros nos encargaremos —dijo Lewis—. No eres la única buena cazadora del equipo, ¿lo sabías? —agregó sacando pecho, refiriéndose a sí mismo como otro buen cazador.

—Aún así los ayudaré —dijo Makoto, no sin antes soltar una pequeña risa por el comentario del joven Pastor Alemán.

—¿Estás segura? No me gustaría que tu viaje se atrasara por ayudarnos —dijo Laika mientras se acercaba más a ella.

—Es cierto, ¿no tienes prisa? —preguntó Nanook.

Makoto negó moviendo su cabeza rápidamente.

—De cierto modo, ahora que sé en dónde se encuentran, me siento más tranquila —dijo agitando suavemente su peluda cola.

—Entonces, ¡acompáñanos a cazar una última vez, por favor! —rogó Kate, quien deseaba pasar más tiempo con su amiga antes de que esta se marchara.

—Desearía hacerlo, pero mejor iré con Jess —respondió.

Los hermanos hicieron un gesto de tristeza, los cuatro al mismo tiempo. Jess soltó una pequeña risa, casi imperceptible. El padre de los jóvenes dirigió su mirada hacia ellos y frunció levemente el ceño, estos entendieron que debían aceptar la decisión que Makoto había tomado. Acto seguido los cuatro se marcharon, seguidos por Kazbek.

—Vamos, pequeña. —Jess comenzó a caminar, guiándose por su buen olfato para encontrar el alimento que necesitaban.

La loba gruñó de forma juguetona y corrió hacia ella para morder su oreja.

—¡Ya no soy una pequeña! —exclamó continuando con los suaves mordiscos hacia su compañera.

—Suéltame, Makoto —dijo esta de forma seria.

Makoto bajó su cabeza y liberó la oreja de Jess. Solo quería jugar, pero su actitud parecía molestar a la perra, o al menos eso pensó hasta que esta le devolvió el mordisco mientras movía su cola con ademán juguetón. Después la perra se alejó corriendo, y Makoto la siguió mientras reía.

—No puedo creer esto de ti, te comportas como una cachorra —gritó para que el mensaje llegara a su compañera. La loba aceleró el paso hasta alcanzar a la perra, la cual ahora se hallaba husmeando entre un botadero.

—Tú también sueles actuar como una cachorra —dijo ella sin dejar de hacer su trabajo.

—Es que todavía lo soy, supongo.

Las dos iniciaron su búsqueda en aquel basurero. Rebuscando en los contenedores algo comestible. Sin embargo, un humano que pasó por allí las corrió del lugar.

—No entiendo por qué hizo eso, ni siquiera lo estabamos molestando —dijo Makoto para luego detenerse. Cuando miró a su alrededor notó que estaba sola, Jess quizás había huído por un camino distinto.

En el momento en que se decidió a conseguir a Jess, un olor llenó sus fosas nasales, era tan fresco y delicioso que no pudo evitar seguir aquel aroma. Su misión era hallar comida y ese aroma no podía ser nada más ni nada menos que el de la comida de los humanos.

«Continuaré sola, lo que consiga se lo daré a ellos» pensó antes de llegar al restaurante de donde salía ese exquisito aroma.

Pronto logró ubicar un plato con pescado que estaba en una de las mesas de afuera del restaurante. Se acercó lentamente, pero de repente una persona se llevó el plato para adentro, dejando a la loba frustrada por haber fallado en tomar el pescado.

Un adolescente pasó por detrás de Makoto, sin que esta se diera cuenta. Al chico le llamó la atención el color de pelaje de la loba, ya que sentía que no era la primera vez que lo veía.

—¿Makoto? —susurró el muchacho observando cada detalle de aquella loba, realmente era muy similar a la cría que una vez cuidó en su casa.

El susurro pudo ser percibido por el fino sentido del oído de Makoto. Enseguida se giró para ver quien la había nombrado. Al principio titubeó un poco y dio dos pasos hacia atrás, sin saber si era buena idea acercarse al humano o no. Lo olfateó desde cierta distancia y supo de quien se trataba.

«¡Es Takumi!» exclamó en su mente. Se acercó despacio mientras se aseguraba de que si fuera él. Cuando estuvo segura se levantó en sus dos patas traseras, colocando las delanteras en el pecho de Takumi. Luego prosiguió a lamer su rostro con mucha alegría.



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En el texto hay: lobos, animales, misterio y drama

Editado: 12.05.2019

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