Una nueva compañera
—¿Quieres pelear? —preguntó la loba. Luego le dio un fuerte mordisco a la carne del roedor, desgarrándola mientras miraba de forma amenazante al macho.
Aquella acción preocupó más a Atsu. Sin embargo, esta vez no iba a dar marcha atrás. Pronto la hembra de ojos amarillos se levantó, dejando lo que quedaba de la presa detrás de ella. Su mirada estaba clavada en el lobo de enfrente. Su hocico estaba abierto, dibujando una victoriosa sonrisa, provocando que Atsu se sintiera derrotado.
Ice y Makoto observaban todo desde cierta distancia, no querían estorbar en la lucha que estaba a punto de desatarse.
La loba albina atacó primero, mordiendo el cuello de su contrario y estrellando su cabeza contra el suelo, dejándolo boca arriba. Su fuerza era increíble, pues había logrado tirar al suelo a un macho de su especie, más alto que ella.
—¡Atsu, defiéndete! —le gritó Makoto.
—¡No dejes que te gane tan fácil! —agregó Ice.
El mayor reaccionó e intentó levantarse, pero la fuerza impuesta por su rival era mucha para él. Sus patas eran las únicas que podía mover libremente en ese momento, por lo que se dispuso a rasguñar el hocico de la loba, logrando que esta lo soltara por un instante. Aprovechó ese momento para levantarse y correr en dirección contraria a la que se hallaba la loba.
—Es muy tarde para huir —gruñó la loba blanca. Ella no acostumbraba a dejar una pelea a medias, si empezaba a luchar no se detenía hasta dejar a su enemigo sin fuerzas para continuar. Su inmenso orgullo no le permitía dejar escapar a su enemigo ileso.
Una persecución había iniciado. La hembra se acercaba a Atsu velozmente, mientras que este miraba desesperadamente a su alrededor en busca de alguna forma de salvarse. La loba dio mordiscos en el aire, estaba muy cerca de la cola de Atsu, pronto su mandíbula lo alcanzaría.
Las dos jóvenes lobas los seguían desde lejos. Se preocupaban por la situación de su compañero, incluso pensaban en acercarse para brindarle su ayuda.
El de mayor altura paró repentinamente y se giró quedando frente a frente con su adversaria. Este bajó sus orejas y comenzó a gruñir.
La loba sonrió satisfecha, sabía perfectamente que su enemigo ya no tenía escapatoria. Luego se empezó a preparar para abalanzarse sobre él.
La vista del macho se desvió por un segundo hacia el río. Estaban demasiado cerca de la orilla. A él se le acababa de ocurrir una idea, era su última esperanza. No estaba seguro de que funcionaría, pero debía intentarlo si quería ganar aquel conflicto. Antes de darse cuenta ya tenía a su rival sobre su lomo, a punto de enterrar esos feroces colmillos en aquel pelaje marrón. Atsu se mantenía sobre sus patas con dificultad, soportando el peso de la hembra. Entonces este extendió sus patas traseras y luego las levantó bruscamente empujando fuertemente con la mitad de su cuerpo a loba, antes de que esta se enganchara a su pelaje. La arrojó hacia el río, causando que el agua salpicara cuando ella cayó.
El lobo colocó sus patas traseras nuevamente en el suelo. Estaba jadeando y con sus ojos muy abiertos. Caminó hasta quedar justo al borde del río. Estando allí, buscó a la loba con la mirada, pero no logró verla.
—¿Lo he... logrado? —dijo en voz baja para luego tomar aire y relajarse—. ¡Al fin terminó todo esto!
—¡Bien hecho! —exclamó Ice corriendo hacia él mientras movía su cola, Makoto venía junto a ella.
—Por un momento creímos que no lo lograrías, pero hiciste una muy buena jugada —dijo Makoto sentándose frente a él con una sonrisa.
—Fue pura suerte —dijo el macho para luego alejarse de la orilla y empezar a buscar los restos de conejo que su enemiga había dejado en algún lugar. Al haber utilizado toda su fuerza para derrotar a la de ojos amarillos se había agotado, y necesitaba recuperarse comiendo algo.
En ese momento, Ice se paró en la orilla y miró el agua. Pudo visualizar unas burbújas que se asomaban en la superficie.
—Chicos, ella se está ahogando —dijo con un tono de preocupación.
—Pues... se lo tiene merecido —respondió Atsu. Le preocupaba haber echo algo malo, pero también sentía rencor hacia aquella loba.
Makoto se levantó y se puso al lado de su amiga. Se quedó mirando fijamente el lugar de donde salían las burbújas. Efectivamente, la loba se encontraba allí, luchando por su vida y moviendo sus patas con desesperación por llegar a la superficie, pero no sabía nadar. Cada vez se hundía más y las burbújas comenzaban a desvanecerse.
—¡¿No piensas hacer nada al respecto?! —preguntó Ice alterada.
—Tengo hambre. Además, si la saco de ahí me atacará de nuevo —Atsu siguió alejándose de la zona. Él era el único que sabía nadar, sin su ayuda no podrían salvar a la loba.
La de pelaje oscuro estaba totalmente paralizada y observaba con terror el agua. Era horrible presenciar a alguien ahogándose, especialmente a uno de su especie, eso no lo podía permitir. Flexionó sus patas y luego se zambulló en el río. Atsu miró hacia atrás y logró contemplar a la joven saltando al agua.
Editado: 12.05.2019