Wolf Soul: La amenaza de los Lobos Sombra

Capítulo 24

Una noche llena de sorpresas

El rifle apuntaba al pecho de Kabu, y aquel estruendoso sonido indicaba que el cazador ya había disparado, mas Kabu no sentía dolor. Este abrió sus ojos confundido y miró a la hembra que se hallaba tras él. Su hermana tenía las orejas agachadas, y parecía estar paralizada del miedo con la vista fija en algo que estaba frente a Kabu. El joven lentamente dirigió su mirada hacia el mismo punto que Makoto observaba, listo para encontrarse con lo peor. Sintió una punzada en el corazón cuando visualizó el pelaje azabache de su padre frente a él. Takeshi había aparecido justo a tiempo, posándose frente a su hijo y recibiendo la bala en su pata trasera derecha.

—¡Padre! —exclamó Kabu con lágrimas brotando de su rostro.

El hombre intentó dirigir un segundo disparo hacia el lobo marrón, pero su arma ya había gastado la única bala que le quedaba.

—Tienen suerte de que no haya venido con suficientes balas —dijo este—. Algún día los encontraré de nuevo y en ese momento no correrán con la misma fortuna —agregó frunciendo el entrecejo y dirigiendo una última mirada a su antiguo perro cazador, para luego regresar a su cabaña.

—Váyanse —ordenó Takeshi. Este notó las tristes y preocupadas expresiones de sus hijos—. No se preocupen, todavía tengo tres patas buenas —añadió mientras se sentaba, haciendo una leve mueca de dolor—. Descansaré un poco y los alcanzaré en un rato.

Kabu no quería irse aún. Sentía la necesidad de vengarse de aquel humano. Lo tenía muy cerca, y desarmado. Antes de que el cazador pudiera alejarse de ese lugar, Kabu se abalanzó sobre él y le arrancó el rifle para arrojarlo lejos. El viejo se giró asustado, pero al ver a quien tenía encima lo fulminó con la mirada.

—Eres un perro traidor —espetó.

El lobo no le dio importancia a esas palabras. Ya se había acostumbrado a que lo llamaran traidor, mas prefería traicionar a ese hombre que a los de su especie. Ese viejo cazador nunca lo quiso realmente, únicamente lo cuidó para luego sacar provecho de él.

Kabu presionaba el pecho del hombre con sus garras, al mismo tiempo que gruñía. Al cazador no le dolía mucho, por lo que pudo levantarse y quitarse a Kabu de encima. El humano intentó recuperar su arma, pero el lobo no se lo permitía. Este empujaba a su antiguo dueño cada vez que él se agachaba para agarrar el rifle. Al ver que el cazador no se rendía fácilmente, Kabu le dio un mordisco en la mano. Este reaccionó bufando y frunciendo más el ceño, pero no dijo nada, sino que se dispuso a marcharse sin su arma.

Kabu veía al hombre alejarse con la mano sangrando. Seguía enojado por el daño que aquel humano le había hecho a su padre y a él durante tanto tiempo. Sin embargo, sus ganas de vengarse se disolvían al pensar que sin los cuidados de ese humano, quizás él no estaría vivo actualmente. Kabu decidió conformarse con lo que había hecho, pues no se atrevía a atacar más al cazador. Finalmente, el joven regresó con su hermana, pero se extrañó al no ver a su padre.

—Se ha ido —contestó Makoto al percatarse de que Kabu buscaba a su padre con la mirada—. Dijo que necesitaba descansar para mejorarse. Nos ordenó que nos fuéramos cuanto antes, él nos alcanzará luego.

El macho asintió y emprendió el camino hacia el río. Makoto lo siguió, un poco preocupada por la expresión de su rostro. Este parecía estar aturdido por todo lo acontecido.

Las estrellas comenzaban a brillar en el cielo nocturno. En el camino, los dos hermanos iban callados. Makoto trataba de respirar hondo y procesar todo lo que había sucedido ese día. Mil preguntas pasaban por su cabeza, pero habían unas que la perturbaban bastante: ¿quiénes eran exactamente los Lobos Sombra que su padre mencionó en el relato? ¿Ellos podrían ser una amenaza para su clan?

De repente se escuchó un fuerte aullido que sacó a Makoto de sus pensamientos.

—¡Es ese mensaje otra vez! —exclamó girándose hacia su hermano—. ¿En la cabaña también se escuchaba?

—Sí —respondió Kabu sin ánimos.

—¿Y sabes qué significa? —preguntó abriendo más los ojos, pero Kabu simplemente la ignoró.

Makoto suspiró y alzó sus orejas en dirección a donde venía el aullido. De pronto frenó en seco y levantó la cola.

—¿Acaso en ese aullido mencionan a Takeshi? —preguntó mirando a su hermano, pero este solo continuó avanzando sin darle importancia.

Makoto sacudió su cabeza, pensando que seguro había escuchado mal lo que se decía en ese aullido. Rápidamente retomó su camino.

El guerrero negro reposaba oculto entre los arbustos, no muy lejos de sus hijos. El mayor lamía su pata lastimada con delicadeza, mientras sus orejas se movían captando el mensaje que se transmitía por todo el bosque.

—Sal de tu escondite, Takeshi. ¡Ven y enfréntate a nosotros! —murmuró Takeshi al mismo tiempo que estas palabras se decían en el aullido.



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En el texto hay: lobos, animales, misterio y drama

Editado: 12.05.2019

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