TRANSICION Y CASTIGO.
“La muerte es fácil, la vida se va y las cosas siguen igual. Pero mantenerte con vida es difícil”.
Jaret.
Cuando abrí los ojos me quedé atónito, asustado. Sentí un frió en todo el cuerpo, como si me hubieran sacado de una congeladora. Lo primero que vi fui a un grupo de personas, algunas de ellas eran peruanas. Otras sencillamente eran de otra nacionalidad, unos mantuvieron su distancia, otros sin embargo me observaron con desagrado.
“¿Qué está pasando aquí?” Pensé.
Verán, en ese momento me agache y cerré los ojos, no quería saber lo que estaba ocurriendo. Quería creer que era un pésimo y malísimo sueño. Que mi madre me daría una cachetada y despertaría. Sin embargo, la cuestión era diferente. Verán, en situaciones como estas, una parte de tu mente te dice que lo que está ocurriendo es ficción y no es real. Esa es la mente condicionada, la mente que te dice, lo que es verdad y lo que no lo es. Eso era lo que me estaba pasando, mi mente no quería aceptar esa realidad, mi mente quería pensar que era un sueño. Y una muy estúpida. La computadora me había absorbido. ¿Qué clase de mierda era esa? ¿Cómo algo así era posible?
-- No está pasando. No está pasando. —Me repetí una y otra vez, mientras mi cabeza chocaba con el suelo y mi mente condicionada a la realidad se negaba a aceptar lo que estaba ocurriendo.
Mire de reojo al grupo de chicos que ya hacían conmigo. Entonces una figura adulta se acercó y me propino una patada. El impacto del golpe hizo que me hiciera para atrás, el hombre se acercó y me dio un lapo con fuerza sacándome de mi ensimismamiento.
-- ¿No está pasando? Claro que está pasando. Mira a tu alrededor pedazo de mierda. Ahora eres la nueva puta de este lugar. ¿Entiendes?
Me tarde en responder, mire mi alrededor confundido. Algunos eran peruanos, otros eran de Japón, España, Rusia, y había algunos que por su forma no reconocía del lugar de donde eran, debí calcular que habían 50 personas y que conmigo eran uno más. Muchas de ellas se habían reportado como desaparecidas en las noticias, tanto nacionales, como internacionales.
-- Oye Erick, deja al muchacho en paz. Es solo un mocoso, mañana de seguro morirá.-- Dijo otra figura adulta. Por su apariencia debí suponer que era de mi país, luego lo reconocí, era el reportero que había desaparecido hace un año.
El otro hombre que para ese momento me tenía de los cabellos me miro desoselayo y luego bufo.
-- ¿Qué pasa te vas a meter conmigo pedazo de mierda?
El otro hombre se levantó de un modo amenazante.
-- ¿Qué pasa si te saco la mierda? Deja al mocoso españolito, a no ser que quieras terminar como ayer.
El hombre que me tenía en sus manos bufo y me soltó.
-- Como sea, todos vamos a morir aquí. Como perros. ¡Esta es obra tuya! ¿No es así? ¿Dime maldita perra? ¿Dónde están los 9 millones que me prometiste? Estoy pudriéndome en este puto lugar, en vez de estar follando con una mujer. Mierda, que nadie entiende. ¡Me siento impotente! Cuatro años. Cuatro años en este puto antro. ¡Vamos perra, sácame de aquí!
Pero nadie contesto, entre las personas había un japonés pálido y de mirada fría, tenía un tatuaje de un dragón en el pecho que se extendía hasta su cara, debía tener entre los 30 a 40 años de edad. El hombre me miro y sentí que mi pecho se hundió, me dijo algo en japonés, pero no le entendí.
-- ¡Hey! No lo mires. – Me advirtió otro joven, la persona que me hablo debía tener entre los 20 años de edad, me miro con una sonrisa y luego negó con la cabeza.—Así que tú también te la jugaste. ¿No es cierto?
Lo mire con un cierto aire de desconcierto y le pregunte a que se refería.
-- ¿Qué quieres decir? ¿A qué te refieres?
El joven que estaba a su lado se echó a reír.
-- ¿Cómo? ¿Qué no lo sabes? Acabas de conversar con la mente más poderosa de este mundo amigo. Y acabas de cagarla. Yo que tu hubiera continuado con el juego con el paso del tiempo algo interesante hubiera ocurrido. Sin embargo, metiste la pata, típico de los peruanos.
Se escuchó una carcajada.
-- Oye, ¿de qué carajo hablas Ricardo? Ustedes los Brasileros son igual de mancos. ¿Oh como explicas que tú y tus amigos estéis aquí?
-- Pues como tu gente lo diría. Me vale verga. — Dijo Ricardo en un tono relajado, al tiempo que una sonrisa se enarcaba en su rostro –. Al menos no estoy muerto como otros idiotas, o como el cristiano de ayer. Ese idiota pensó que todo esto era obra de satanás. ¿Oh me equivoco?