Los hermanos avanzaban lentamente por una empinada cuesta. Sus suspiros y quejidos de cansancio resonaban como sonido de fondo, y las alegres carcajadas de aquel curioso Huevo con el nombre de Humpty Dumpty hacían que aquellos lamentables gemidos quedaran superpuestos a sus estridentes risas.
Humpty Dumpty era un personaje muy peculiar. En cuanto los niños lo vieron, supieron que Humpty tenía algo diferente a todos los habitantes del País de las Maravillas con los que se habían encontrado hasta el momento. El Huevo de porcelana poseía un enorme espíritu aventurero que incluso en momentos duros y terribles como aquel —en los que una gran guerra se avecinaba—, no abandonaba. De hecho, sucedía todo lo contrario: sus ganas de viajar, investigar y explorar se acrecentaban.
El extraño Huevo les había contado que había viajado hasta los Confines del Mundo, es decir, hasta las mismísimas fronteras del País de las Maravillas. Sin embargo, cuando creyó que el País se acababa en dicho punto, en unos instantes las fronteras cambiaron de sitio y se desplazaron más allá del horizonte, en algún punto infinito. Fue así cómo descubrió que el País en el que habitaba no terminaba en alguna parte, no tenía límites ni fin, pues cada día que pasaba se expandía más y más. También les relató algunas de las anécdotas más trepidantes y divertidas como cuando la Duquesa de Malva arrebató —sin maldad alguna— el pequeño Caparazón de la Falsa Tortuga y lo utilizó para jugar al Crocket.
—Al final, la joven Duquesa se dio cuenta de que aquello que golpeaba con su mazo no era una pelota sino un pequeño Caparazón, y lamentada por ese bochornoso suceso le regaló a la Falsa Tortuga uno nuevo, pero esta vez, elaborado de caramelo. Ahora, todo el mundo persigue a la pobre Falsa Tortuga para robarle su nuevo Caparazón y así poder comérselo—rió Humpty, y los niños no pudieron más que secundarle en sus alegres carcajadas.
Humpty Dumpty era muy gracioso y con él a su lado el viaje se hacía más animado, divertido y ameno. El Huevo, además, cargaba con una gigantesca mochila de cuero marrón a sus espaldas. Cuando los hermanitos le preguntaron que portaba en ella, Humpty les dijo que llevaba todo lo necesario para emprender un viaje, y por lo tanto, una nueva aventura. ¡Nunca se sabía cuándo te ibas a encontrar en un apuro o cuándo un espantoso monstruo te iba a atacar!
—¡Lo sabré yo bien!—farfulló malhumorado—. En mi último viaje, venía de hacer una expedición por las Tierras Salvajes que se encuentran cerca de Loquilandia, donde habitan las monstruosas criaturas que reciben el nombre de «Devoradores de Té Azul». Quería realizar una investigación sobre cómo el Té Azul puede afectar al organismo «vivo», pues ya sabéis que a la Gente de Porcelana no le afecta en lo absoluto este tipo de té —como otras tantas cosas—, ya que nuestro cuerpo está elaborado de un modo distinto al del resto de habitantes. El caso es que quería comprobar cómo podía afectar este tipo de té en el resto de criaturas y cuáles eran las causas de esta posible adicción, puesto que aquellos que lo toman varías veces se vuelven totalmente dependientes del Té Azul y no pueden vivir sin él. Ellos... viven en un estado de locura permanente que les hace volverse agresivos y violentos. Sus vidas cambian radicalmente, se alejan de su círculo afectivo y viven una realidad distorsionada... La locura gobierna sus vidas, por así decirlo.
Los niños asintieron, puesto que ellos ya habían oído hablar de algo así. En la Tetería de Tata, la muñeca pastelera les relató esa leyenda... Pero eso era lo que ellos creían que era, una leyenda, una mera anécdota que se contaba para entretener, divertir, llenar ratos vacíos de aburrimiento o... asustar. Sin embargo, una vez más, las leyendas tomaban vida y se afirmaban para convertirse en realidad.
—Lo que más me interesaba descubrir era la extraña procedencia del Té Azul, ya que algunos cuentan que la Segunda Alicia tuvo mucho que ver en su creación... Claro que, ¿cómo lo voy a saber, si soy una creación posterior a la Segunda? Mi existencia se debe a la Tercera, a la Reina...—Humpty lanzó un escupitajo a un lado del camino—. Aquella arpía quería que finalizara con mi investigación, que no descubriera más de la cuenta... Y por eso invocó a un horrendo Pájaro Jubo-Jubo, una de sus espantosas creaciones, y lo lanzó en mi busca y captura... ¡Ojalá no os encontréis nunca con un Pájaro Jubo-Jubo! Son bestias terribles: ojos de fuego, pico de hierro, garras ponzoñosas y plumaje de humo negro como la oscuridad. ¡Menos mal que conseguí escapar de su peligroso agarre! Pero esa pequeña victoria supuso también mi gran derrota porque ahora y más que nunca, la Reina me tiene vigilado y no me permite salir de la Aldea de Porcelana...
Los hermanos miraron a Humpty con pena. Ahora les resultaba tan obvio que el agradable Huevo se hubiera apuntado a esa aventura... Era evidente que tenía un «asunto pendiente» con la Tercera Alicia, pues no solo le había fastidiado su investigación y le había enviado un horrible monstruo para que acabara con él, sino que además lo tenía controlado y recluido en la Aldea de Porcelana, un pequeño y tranquilo lugar en el que parecía no pasar algo interesante. Ahora a Humpty se le presentaba la oportunidad de destruir los Ojos de la Reina y así vengarse de la Tercera, y desde luego que lo haría... Porque además, el lugar en el que estaban escondidos estaba muy cerca de allí, en la mismísima Aldea de Porcelana, con lo cual no se tenía que desplazar fuera del poblado... Simplemente, era perfecto.
Editado: 27.08.2018