Día 21 - Venganza
La persona frente a mí no sabe nada. Estaba siendo psicoanalizada por sexta vez. No lograban entender la razón de mi comportamiento. Pero poco me importaba. Hice lo que hice, porque en situaciones como esta, la justicia debe hacerse por tus propias manos. Y cuando te quitan a tu hija, la bestia en tu interior sale sin piedad.
Eran unos desgraciados. Se habían salido con la suya hasta que se fijaron en mí. Grave error. Yo los atraje, sabía que había un grupo de desquiciados que se robaban chicas y niños para hacerles cosas innombrables. El número de víctimas crecía y la policía no movía un dedo.
Los busqué, no fue difícil dar con algunos de sus miembros, pues tendían a alardear sobre sus «conquistas». Los observé por días, hasta que pude capturar al primero. Debo admitir que desquité la rabia con ese infeliz. No quedó mucho de su cuerpo para que lo identificaran. Pero logré mi cometido, con la mente aclarada, podía continuar con mi cacería. Uno por uno.
La doctora me miró de nuevo, una mezcla de indiferencia y crítica hacia mis acciones. Yo estaba tranquila, no tenían pruebas, porque no había cuerpo que me incriminara. Fin del asunto.
Me dejaron ir, justo a tiempo para atrapar al siguiente. Y, si antes tuve un remedo de culpa por lo que hacía, desapareció por completo al encontrar a este monstruo, queriendo llevarse a una pequeña de cuatro años. Sentí como si un rugido saliera de mi pecho. Me abalancé sobre él, cayendo al suelo con la fuerza de una ira liberada. Esta vez fui rápida. Le corté el cuello antes de que pudiera ver mi rostro, y tomé a la niña en brazos, y corrí de ahí sin mirar atrás.
La pequeña esta bien, por supuesto, sus padres se encontraban en la comisaría cuando llegué con ella. Lloraron como locos y me gradecieron que la regresara. Si tan solo supieran lo cerca que estuvo de desaparecer para siempre.
Uno de los oficiales me miró fijamente mientras salía del lugar, y aunque no me conocía, eso no detuvo que me siguiera. Me llamó, deteniendo mi huida. Tenía la misma expresión que mi loquera, y yo ya estaba perdiendo la paciencia.
—Somos afortunados de que encontrara a la niña, señorita…
Lo miré, escondiendo el asco que sentía por sus palabras. No dije nada. El oficial no se movió, yo tampoco.
—Es un placer para mi hacer lo que otros no han podido —dije, logrando causar la reacción que deseaba. La vena en su frente saltó con violencia.
Seguí mi camino, sintiendo las cuchillas en mi nuca. Claro que se encargaba de cuestionar a quien salvaba a un inocente, pero a los responsables ni los buscaban.
Deseaba que el mundo fuera diferente, que tuviera otra opción. Pero la sangre hervía en mis venas, demandando justicia. Miré al cielo, brindando un momento para saborear la persona que era ahora. Suspiré, miss músculos se relajaron mientras aspiraba aire lentamente.
Acaricié el arma que usaría en busca del desgraciado que había logrado convertirme en nada. La venganza no debía sentirse tan bien, pero el ciclo comenzaría otra vez; sabían que iría por ellos, ahora todo estaba a mi favor.
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Editado: 22.06.2023