Es inevitable que una lágrima rodé por mi mejilla, al sentirla, sin disimuló la limpio con el dorso antes de que llegue a su final.
Tengo miedo.
Su débil voz llama mi nombre una y otra vez en silencio.
De nuevo intento llegar a ella. Pero en el camino ese muro invisible aparece para detenerme, los observó a través de él sin poder tocarlos. De repente un pitido débil empieza a sonar mientras la máquina de oxígeno alerta a las enfermeras de que algo malo está apunto de suceder. Una y otra vez grito en voz alta su nombre, de nuevo el absurdo intento de que puedan oírme.
¡Por favor …levántate!
Por favor déjame ver por última vez aquellos hermosos ojos verdes que un día brillaron para mí.
Solo quiero abrazarlos y volverlos a proteger.
Caigo de rodillas, sin dejar de llorar, parezco ser una niña pequeña esperando a que alguien venga a consolarla. Lloro con más fuerza, por que se que nadie vendrá ayudarme.
-¿Estás lista?
Es la voz de Angela dirigida a mi de una forma tajante y fría. Ya no es la misma antes, ya no es amable. Por un instante la miro desde abajo, de rodillas, con lágrimas aún en los ojos vuelvo a mirar adelante. Ella sabe, que tengo al frente mío dos razones para no contestarle. Irónico, es la primera vez que decido ser yo la que se quede en silencio y solo muevo la cabeza de un lado al otro, negando a responder a su pregunta.
Si tan solo pudiera quedarme un poco más de tiempo. Repetiría las palabras que no pude decirle ese día, esas dos palabras que las decía cuando estábamos juntas.
Es triste darse cuenta que el tiempo sigue su rumbo.
Vuelvo a ver a mi alrededor, finalmente había llegado el día. Una luz centellante empieza a descender de arriba y llega a mi en tan solo segundos, iluminando todo mi alrededor. Una luz extraña, nada caliente toca mi piel.
¿Eso es todo?
Al cerrar los ojos, los recuerdos de toda mi vida se hacen presentes como un cortometraje de tan solo segundos.
Por fin lo estaba aceptando. Era momento de irme. Abro los ojos mientras me levanto de mi lugar y por última vez los observó a través del muro invisible.
Mis brazos envuelven mi cuerpo, fingiendo que los abrazo cómo antes, cuando eran pequeños. Les mando un beso tierno a través del muro invisible. Esperando que lo puedan sentir.
Doy media vuelta y empiezo a andar por la gran nada de color blanco que está a mi alrededor. Cada pisada mía que doy, es firme y sin temor a caerme, estoy segura de mi misma y de lo que hago.
El mundo es una gran novela que está siendo escrita con pequeñas historias. Al momento de llegar a este mundo, nos convertimos automáticamente en los protagonistas principales de una historia llamada vida.
Hoy una historia termina.
tras siguen su curso.
Y una nueva está apunto de escribirse.
Editado: 13.10.2023