Irene
Otro día más y Estela no habría los ojos.
Insignificante y pequeña me sentía. No podía hacer nada por mis dos hijos, tampoco podía ayudarlos.
Voltee y Angela estaba a lado mío también observando.
Entonces salió la pregunta que se la repetía a cada instante desde que Estela está en esa cama de terapia intensiva.
-¿Ella va a morir?-le pregunte de nuevo, exactamente era la enésima vez que lo hacía.
Angela volteo a mirarme, sus ojos grises se quedaron en contacto conmigo por unos segundos. No me contestó, volvió su mirada al frente para mirar de nuevo a Estela.
-No debes de preocuparte. Él esta con ella.
-¿Quién?
-Su ángel guardián. Por el momento el vela sus sueños.
-¿Estela sueña?. Espero que en ese sueño largo que tiene ahora, ella sueñe con algo feliz y que por fin no esté triste-me abrace a mí misma- No sé si sonaré algo cursi, pero desde el primer momento que supe que iba a ser mamá juré estar con ellos por siempre.
Un suspiro nada alentador salió de mi.
-Angela, soy una gran mentirosa, por no cumplir con mi palabra. Este miedo que hoy siento por dejarlos, es como una espina que no me deja caminar y aunque se que duele tenerla, no quiero sacarla. Aún no quiero sentir alivio. No me quiero convertir en una mala madre.
Vi con atención a Ángela que seguía viendo a través de la ventana.
-Ser padre es una gran responsabilidad. ¿No es verdad?-asentí-los humanos aunque hablen y caminen en un par de piernas no los hacen diferentes a los demás seres vivos de este planeta. Irene, los animales saben exactamente lo que deben hacer cuando tienen a sus crías: que es parirlos, luego les enseñan a comer y por último los dejan ir, para que aprendan por si solos a vivir y a defenderse en la vida. Los humanos también deben seguir ese rol natural. Deben aprender a educar a sus hijos con principios y valores, capaces de seguir adelante a pesar de las adversidades, ellos también deben aprender a sobrevivir por si solos en este mundo.
Angela se dio media vuelta, para tocar mi hombro con su delgada mano.
-Lo haz hecho bien. Les diste a tus seres queridos todo lo que pudiste dar. Enseñaste a tus hijos valores, les diste ese amor que guardaste por años dentro de ti, que nadie te brindo. Los protegiste hasta el último día de tu vida. Y aún estando muerta lo intentas hacer. Otras personas lo llaman a ese sentimiento instinto, pero para tus hijos, ese sentimiento es amor de madre. Irene, tuviste errores al tratar de educarlos cómo cualquier madre o padre en este mundo, pero no te diste por vencida, convertiste tus inseguridades en fortaleza y tus miedos en alegrías, solo por demostrar a tus hijos que la felicidad existe y que está presente en los pequeños detalles que hay día a día a su alrededor.
-Te aburriste de escucharme repetir la misma frase, el de ser mala madre, no es verdad. Y es por eso que me hablas de esta manera. Por lastima.
-¡No!-Angela negó con la cabeza, y antes de que dijera algo, ella me abrazó- te digo todo esto, porque te quiero. No te olvides que yo estuve presente en cada momento de tu vida. Exactamente desde el primer día en que llegaste a este mundo. Yo formé parte de tu vida sin que te dieras cuenta. Y hay un gran lazo que nos une...
-¿Y cual es?-pregunté.
-La verdad-Angela se alejo de mi y me miró fijamente- sabes perfectamente, dentro de ti, que en verdad si fuiste una buena madre. Es hora de que lo aceptes.
-Y si lo acepto. ¿Me iré de este mundo?. Yo aún no quiero hacerlo. No quiero irme.
-Como te dije, no sé exactamente en qué momento serás llamada a irte definitivamente de este mundo. Irene no temas al olvido.
Las palabras de Angela llegaron a mi como agua fría cuando alguien te moja de improvisto, en cierta forma me hizo reaccionar. Ella tenía razón, en vida hice lo correcto, y se los demostré a todos los que amaba, les ofrecí lo que me nacía de corazón. Fui sincera con mis sentimientos.
Di la vuelta y ví a Félix entrar junto con Vanessa por la puerta de emergencia del hospital.
-No se porque sigues viendo aquí, si sabes perfectamente que los doctores cuidarán bien de tu hija. Amor estamos a semanas de nuestro gran día. En estos últimos días no me acompañaste a verificar nuestros preparativos de nuestra boda y hace cinco días atrás dejaste plantados a mis padre. Y ahora yo me estoy haciendo cargo por completo dar las partes de nuestra boda a los invitados.-Vanesa hablaba, mientras que Félix no apartaba su mirada de la habitación de Estela-¡Félix te estoy hablando!... Hoy necesito que me des la tarjeta de crédito, para poder pagar algunas cuentas de nuestro matrimonio.
Félix voltio a ver a Vanesa y la miro fijo.
-No, Vanesa no te daré mi tarjeta de crédito. Hoy debo cancelar la cuenta al hospital, no entiendo gastamos lo suficiente, aún creo que estás exagerando con los decorativos, el pastel y el local. Lo importante es estar juntos-Vanesa hizo un berrinche como una niña pequeña-Y no me importa que hagas esos gestos absurdos, no te daré más dinero. Entiéndelo de una vez Vanessa, mi hija está mal y se encuentra en terapia intensiva.
-Yo no lo quiero entender. Ellos tenían una madre que trabajaba y tenía un seguro para estos caso, utilízalo para pagar el hospital.
-Vanessa te estás escuchando. Estás siendo una egoísta. No tocare ni un centavo del seguro de Irene, yo sé que a ella le hubiera gustado que ese dinero lo destinará para el estudio de nuestros hijos. Vanesa métetelo en tu cabeza ellos son mis hijos, yo soy su padre y que tengo un deber con ellos.
-Félix a quien quieres engañar, lo que sientes ahora por ellos no es amor, sino remordimiento. Estás cometiendo un grave error, tus hijos se darán cuenta de esa enorme debilidad tuya y te manipularan a su antojo.
-Vanesa, tú no conoces a mis hijos.
Editado: 13.10.2023