Ximantsi 2. Bajo la luna de Ximantsi

El palacio de justicia

Ndomi y Banxu se pusieron mutuamente al tanto de lo que habían vivido en esos últimos meses. Él y otros diez protectores habían estado viviendo todo el tiempo en la réplica de la isla nueva, cuidando el Made de la gran cantidad de zuthus que estaban cruzando constantes desde lo de Toke, era como si algo hubiera despertado una maldad en los mbohos que jamás se había visto y un zuthu tras otro intentaban cruzar hacia Ximantsi.

Con la energía del Made, habían logrado crear aparatos de comunicación lo suficientemente potentes para estar en contacto con los que se quedaron en Notse, ahora trabajaban en construir naves más rápidas para que les permitieran cruzar a Notse en pocas horas.

Bosthi se sentía incómodo y deprimido. Banxu pasó el resto del día con su amigo y no podía hacer nada al respecto y, para empeorar las cosas, Ndomi se ofreció quedarse a ayudar con la pesca durante toda la temporada. Cuando regresaron con los tuki, Ndomi tomó a Banxu del brazo y la apartó de los demás.

―Hay algo que debes saber, pero no quiero que Bosthi lo escuche ―dijo Ndomi en lo bajo―, tenemos al segundo elegido.

―¿Hablas en serio? ¿De quién se trata?

―Es un niño pequeño, su nombre es Mbanga, es hijo de la hechicera Xingu. Ella se embarazó por los días en que huyó de Notse, por lo que no sabemos si es hijo de Bosthi o de…

―Es hijo de Hojai ―Banxu suspiró―, Xingu no permitía que Bosthi tuviera sexo con ella, seguramente es hijo de Hojai.

―Con más razón, lo mejor es que el agrónomo no se entere ―mientras Ndomi hablaba, no pudo evitar voltear a ver a Bosthi.

―Entiendo, sería aún más duro para él. ¿Pero están seguros de que es el segundo elegido?

Ndomi le contó de cómo fue que el niño llegó a sus brazos. Banxu estuvo totalmente de acuerdo con él, aunque no entendía cómo un guerrero destinado a derrotar al mal, había llegado de una relación adúltera.

Mientras se acomodaban en las casas de campaña para dormir, Bosthi se acercó a Banxu.

―¿De qué hablaban tú y el arquitecto?

―De cosas sin importancia ―Banxu evitaba mirarlo a los ojos―, anécdotas… tú sabes, cosas que nos han pasado.

―Y entre esas cosas estaba yo, ¿no es así? ¿Qué decían de mí?

―¿De ti? ―Banxu se puso nerviosa―. No, no hablábamos ―le evadió de nuevo la mirada― nada de ti.

―¿Acaso no soy ya parte de tu vida? ―Bosthi se acercó a ella, nervioso, tomándole de la mano― ¿Será acaso que le decías algo de mí que no te atreves a decirme?

―¿Cómo qué?

―No sé, como que quizá estás como yo, disfrutando del tiempo que hemos pasado juntos.

Bosthi intentó besarla, pero Banxu se hizo hacia atrás, Bosthi hizo un gesto de dolor y le soltó las manos.

―¡Soy un idiota! ―gruñó―. Era evidente que hablaban de mí porque el arquitecto volteó a verme. Cuando te vi tan nerviosa, por un momento me hice la tonta ilusión de que lo que le decías era que me amabas, que esas palabras que me dijiste no eran por molestarme, sino porque realmente me amabas…. Como yo te amo ahora.

―¿Qué?

―Pero es evidente que era otra cosa ¿No? Quizá se burlaban de mí.

―¡Claro que no, Bosthi! ¿Cómo puedes pensar eso?

―Entonces mírame a los ojos y dime que no hablaban de mí.

―Yo… ―Banxu titubeó, quiso evadir su mirada, pero él la obligó a mirarle de nuevo.

―¿Hablaban de mí?

―No puedo decírtelo, Bosthi. Te juro que no era nada malo…

―¿Por qué no regresas con Ndomi? Es notorio lo mucho que te gusta estar con él.

―¡Eso es tan injusto! Bosthi, no puedo corresponderte, pero no porque esté enamorada de Ndomi. Sabes que yo estoy esperando al hombre de mi sueño. Sería muy injusto darte esperanzas de algo que no es, no siento por ti ni un poco de lo que sentí en ese sueño, pero por…

―Es bueno saberlo. ―Bosthi se levantó y se retiró, enfurruñado.

Al siguiente día, Bosthi se levantó muy temprano, se alejó del grupo para pescar en soledad. Después del desayuno, Mongui, Handi y Za llegaron en un trineo motorizado, preocupados de que Ndomi no regresara a la isla.

―Handi dice que percibió un aura negativa ―dijo el mecánico Za―, sabes que como vidente es algo sensible a las señales de los espíritus, no tanto como los sacerdotes, pero jura que sintió algo malo en la réplica de la isla de Uthe.

Banxu les contó sobre los fantasmas que ahí habitan, y de la teoría de los tuki sobre los espíritus malignos que moran en las réplicas de las estructuras de los mboho. El matemático Mongui frotó su barbilla, dubitativo.

―Si eso es cierto ―tragó saliva―, debe haber una estructura con una energía aún más negativa en la réplica del palacio de justicia de Tse. ―Handi y Za palidecieron. Los tres intercambiaron miradas de gravedad.

―¿Qué sucede? ―preguntó Banxu.

―Cosas graves ―dijo Mongui, simplemente―, creo que será mejor asegurarnos de que esa energía no salga de esos edificios.

Ni Banxu ni Ndomi entendían de qué hablaban, pero decidieron seguirles a la zona continental. Pasaron cerca de la réplica del colegio de Tse, Ndomi se quedó parado, observando el edificio, sin decir nada.

―¿Sucede algo, Ndomi? ―preguntó Handi

―No, sólo…. Vayan al palacio de justicia, yo los alcanzaré en un momento.

El resto dudaron en dejarlo solo, pero continuaron su camino. Banxu fue la primera en llegar al edificio cuyas paredes estaban cubiertas de enredadera.

―¿Qué pasa? ―Banxu se detuvo en el umbral al ver que los otros tres se quedaron en la entrada, asustados.

―Yo… no sé si estoy lista para entrar aquí ―dijo Handi, con temor.

―Todo estará bien, Handi ―Za la abrazó―, entraremos juntos.

―¿Percibes lo mismo que yo? ―fue como si de momento Banxu comprendiera el temor de Handi, en cuanto dio el primer paso hacia dentro del edificio, sintió un aura de terror y peligro.

―Muchas ejecuciones se llevaron a cabo en lugares como este ―Mongui tragó saliva con dificultad―, imagino que no hay lugar más maldito que la réplica de un palacio de justicia.




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