Más tarde estaban en el campamento de pesca, tomando bebidas calientes y cubiertos por mantas.
―Esas réplicas de las construcciones mboho están plagadas de maldad ―dijo el anciano Yich―, por eso los tuki nos vemos en la necesidad de sellarlas o sepultarlas si crecen cerca de nosotros.
―Menos mal que así lo hacen, no deben destruirlas ―dijo Handi.
―¿Por qué no? ―preguntó Bosthi.
―Es el secreto que los espíritus me revelaron, los mboho acostumbramos a incinerar los cuerpos de los muertos ―Banxu habló e hizo una pausa para tomar un sorbo―, siempre se colocan las cenizas en la tierra, a un lado de un árbol. A excepción de los que son encontrados culpables de algún crimen especialmente cruel, en esos casos, se les prohíbe la incineración, los sacerdotes tenemos la idea errada de que sus cenizas dejarían sus malas energías en Ximantsi, por eso sus cuerpos son enterrados en fosas comunes.
―Y ese es el error, ¿cierto, Banxu? ―dijo Handi―, si no se incinera el cuerpo, el alma queda atrapada en la luna, pero al ser exorcizados de Notse, vienen al Hemi y quedan atrapados en los edificios donde solían pasar más tiempo, en donde murieron o en donde realizaron sus actos criminales. A veces los recuerdos de sus víctimas llegan a ellos, y se ven a sí mismos sintiendo el dolor y sufrimiento que provocaron, pasan la eternidad vagando en los edificios, llenándose de odio.
―¿Están atrapados para siempre?
―Pueden cruzar al más allá, pero no quieren hacerlo pues saben que, al otro lado, el sufrimiento de sus víctimas los perseguirá cada segundo de la eternidad, sin oportunidad de escapar, sin oportunidad de descansar un solo segundo ―Banxu dejó a un lado su taza―, aquí al menos, pueden pasar largos periodos sin sufrir su castigo.
―Y ¿qué pasa si destruimos algún edificio? ―preguntó el sabio.
―Esa maldad y odio quedará libre en Ximantsi ―Banxu frunció los labios―, buscarán corromper más almas, ayudar al mal a conquistar nuestro mundo. Entre nuestras misiones, está avisar de esto a los mboho, me lo dijeron esos espectros, todos los muertos deben ser incinerados sin excepción, también debemos persuadirlos de no venir al Hemi, pues en cuanto vean la maldad que hay en esos edificios, buscarán echarlos abajo y toda esa maldad quedará libre. Han sido tantos a lo largo de tantos siglos que edificios como el palacio de justicia ya están abarrotados de esas almas malignas.
―Por eso hay cada vez más maldad en esta luna ―comentó Ndomi―, porque no la dejamos ir a su plano astral, la mantenemos en nuestra luna por nuestra propia ignorancia.
―A todo esto, ¿qué es lo que buscabas en el colegio? ―preguntó Za a Ndomi.
―Analicé los puntos donde apareció el símbolo de Uthe cuando lo visité en Notse ―explicó Ndomi―, todavía no entiendo por qué aparecieron a mi llegada, sin embargo, sea lo que sea, no se replicó en este lado de la luna.
―Eso es todo un enigma ―dijo Mongui―, Uthe siempre marcó los puntos importantes en su isla y en Kutsi, ella no iba a la zona continental más que a confrontar gente maligna. No entiendo la razón de que haya dejado marcas suyas en el colegio.
―Yo tampoco lo comprendo ―dijo Banxu―, pero alguna razón debió tener.
―¿Bosthi, tu no…?
Pero el agrónomo no esperó a que Ndomi formulara pregunta alguna, simplemente se levantó y se alejó de ellos.
―Creo que no está de humor para hablar. ¡En fin!, es hora de volver a nuestra isla ―dijo Ndomi desperezándose―. Les agradecemos mucho la ayuda que nos brindaron.
―No tiene de qué agradecer, arquitecto ―dijo Yich―, la sacerdotisa ya me ha contado todo sobre ustedes y su misión, y será un verdadero honor ayudarles en esta lucha.
―Handi ―Banxu llamó a Handi por aparte―, ¿ya tienen identificados a todos los protectores en el círculo?
―Aún seguimos sin saber cuáles son los papeles que Xingu y Hojai ―dijo Handi―, y nos sigue faltando uno.
―Temía escuchar eso. ¿No han encontrado cómo liberarla?
―Noho sigue buscando en el castillo, pero sin resultados. Por eso debes cuidar bien de las notas que te dio tu abuela, no permitas que él las vea hasta no estar seguros de lo que sucedió.
Banxu se despidió de sus amigos y fue por último con Ndomi a quien dio un cálido abrazo.
―¿Vas a seguir con los tuki? ―preguntó él.
―Sí. Aun no encuentro el lugar de Xingu y Hojai en este círculo y no me alejaré hasta no asegurarme que los tuki estén a salvo. Oye… ¿has sabido algo de Feza?
―Está bien ―Ndomi sonrió―, la he visitado un par de veces, y conseguí esto. ―Ndomi le mostró la fotografía de Kuamba alzando a una bebé vivaracha de cabello ralo color rosa y labios oscuros.
―¡Se está poniendo preciosa! ―sonrió Banxu―. Ojalá pueda verla pronto.
―La visitaré de nuevo en cuanto el mar se descongele, además, quiero llevarle esto ―Ndomi sacó un arco y un carcaj con flechas doradas.
―¿Armas? ―Preguntó Banxu
―Estaban en la sala circular, en la réplica del castillo de Uthe ―explicó Ndomi―, al igual que la espada, siento una energía especial en este arco. No me preguntes, pero tengo el presentimiento de que los elegidos deben tener estas armas. Yo usaré la espada mientras ellos sean pequeños, pero en su momento, se la dejaré a Mbanga.
―¿Y el bebé…? ―Banxu quiso preguntar más sobre Mbanga, pero Bosthi se acercaba, por lo que cambió de tema.
Ndomi se despidió y agradeció la ayuda. Banxu fue a buscar a Bosthi, el agrónomo estaba acomodando las redes de pesca en una caja de madera.
―¿Ahora sí puedo preguntar por qué esos cambios de humor tan repentinos?
―No es tu…
―¡Y no me salgas con que no es mi asunto! ―interrumpió Banxu antes de que pudiese continuar―, si te vas a portar tan grosero conmigo como cuando te conocí, entonces es mi asunto porque me afecta directamente.
―Sólo no quiero ser inoportuno, es evidente que te preocupa mucho que yo pueda escuchar lo que hablas con Ndomi.