Ximantsi 2. Bajo la luna de Ximantsi

El palacio de Datsutui

Era muy difícil hacer comprender a Feza y a Mbanga las acciones de los guardianes, a ellos se les enseñó sobre las reglas de los mboho y simplemente no comprendían porqué aquellos guardias que se suponía debían vigilar las normas, habían agredido violando tantas de ellas. Feza no lloraba ni se quejaba, sólo observaba absorta el moretón en su antebrazo.

―Son muy poderosos ―explicó Ndomi―, Mbanga es capaz de meterse en la cabeza de quien sea y convertirlos en sus títeres, Feza por su lado, podría mover hasta las mismas lunas con el poder de su mente. Ambos son muy ágiles y rápidos, no entiendo por qué se quedaron congelados al ver el peligro.

―Es la primera vez que presencian una agresión física, de hecho, es la primera vez que Feza recibe un golpe de otra persona. Se ha lastimado en su entrenamiento, pero nunca había sido herida en un combate real ―intervino Banxu―. Yich tiene razón, ellos no conocen al mal que deben enfrentar.

―Sí, creo que les hemos protegido demasiado ―dijo Hojai―, nosotros mismos no hemos querido que Mbanga me vea convertido en Uxjua. Quizá debí dejarlo conocer al demonio un par de veces para que vaya sabiendo a lo que se enfrenta.

―Eso lo hablaremos después ―dijo Ndomi―, por ahora tenemos que decidir qué hacer con los mboho que cruzaron al Hemi. Y ustedes cuatro ―señaló a las dos parejas―, creo que deberán ir con nosotros a la isla, ya no es seguro que estén en las aldeas, los mboho no descansarán hasta verlos presos.

―Primero lo primero ―suspiró Hojai con resignación―. ¿Dónde están los prisioneros?

―Los encerré en la réplica del palacio de Datsutui ―dijo Xingu. Al escuchar esto, el resto la observaron con un gesto de gravedad.

―¿Por qué ahí?

―Hay mazmorras en ese castillo, no se me ocurrió un lugar más seguro que ese.

―Pero… sabes lo que ronda en las réplicas, Xingu ―comentó Banxu― no creo que esos mboho estén listos para enfrentar la maldad que hay en el palacio.

―Y ¿qué hacemos con ellos entonces? ―preguntó Xingu―, no podemos condenarlos a muerte y en las aldeas no hay prisiones. Los tuki son almas puras, ellos no tienen necesidad de cárceles.

―Quizá lo mejor será encerrarlos en la réplica del castillo de Uthe en lo que decidimos. Ahí hay muy pocos espectros ―intervino Bosthi―. Y Ndomi tiene razón, creo que lo mejor será ir a la isla, ya no es seguro para nosotros permanecer aquí. De momento, lo mejor es ir a sacar a esos guardias del palacio, o los espectros acabarán con ellos.

Hojai y Ndomi acompañaron a Bosthi al palacio mientras las mujeres tenían una charla con los elegidos. Feza, Mbanga así como los hijos de Banxu y Xingu escuchaban a Banxu atentamente mientras platicaba de la gran cantidad de veces que el círculo ha tenido que enfrentar al mal, tanto con los zuthus, como entre los mboho. Los adolescentes sólo atendían a las anécdotas con la cabeza gacha y miradas incrédulas.

―Sé que no lo entienden ―dijo Banxu―, no hay nada que explique el porqué de las razones de todas esas personas que actúan mal.

―Quizá ellos son el mal en sí ―dijo Mbanga.

―Todos nos han hablado del mal como si fuera un ente viviente y pensante ―dijo Feza―, pero creo que el mal podemos ser cada uno de nosotros. Si dejamos que nos invada, entonces seremos parte de él.

―Pero ¿por qué? ¿Por qué los mboho se vuelven malos?

―Porque quieren serlo, simplemente ―dijo Xingu―, no les interesa nada más que ellos mismos, salirse con la suya, sin importar a quién afectan ni cómo.

―¿Lo dices por ti misma, madre? ―dijo Mbanga, sorprendiendo a todos― ¿Fue así?, ¿simplemente te dejaste llevar por el deseo de estar con mi papá y no te importó el daño que le hacías a mi tío Bosthi?

―Es mucho más complicado de lo que creen ―dijo ella, suspirando.

―Quizá, si alguien podría ayudarles a entender la maldad eres tú, Xingu ―dijo Banxu―, no dudo que estás arrepentida, pero en su momento, diste caza a Kanja, dejaste que la ira te invadiera cuando él les delató. Si les das las razones que tuviste para hacerlo, ellos quizá…

―Kanja debió llenarse de ira cuando lo asesinamos… ― Xingu abrió los ojos, asustada, se levantó de un respingo― ¡Kanja estaba lleno de ira! ¡Por todos los cielos!

―¿Qué pasa, Xingu? ―preguntó Banxu.

―Kanja jamás fue cremado, sus restos quedaron en el bosque ¡Su alma debe estar en la réplica del palacio de Datsutui! ¡Oh por dios! ¡Si llega a reconocer a Bosthi o a Hojai…! ¡Tenemos que ir con ellos!

―¿Por qué? ¿Qué pasa?

Pero Xingu no respondió, se echó a correr por el bosque. Todos, incluyendo a los sabios tuki fueron tras ella.

Llegaron hasta la réplica del palacio, era una estructura de diez pisos, bajo gruesas capas de enredadera. Xingu sacó su báculo y se acercó lentamente a la entrada.

―Este edificio es uno de los más peligrosos de todos ―comentó Chheze en lo bajo―, nuestros ancestros sembraron una enredadera que absorbe energía, para que no deje salir toda esa maldad.

―Era tan grande que no pudo sepultarse ―Yich bajó de la espalda de Mbanga―, tuvimos que mudar nuestra aldea de aquí cuando apareció. Por fortuna no pensamos en derrumbarlo, ahora que sé que el mal que vive en este lugar pudo dispersarse al ser destruido, me alegro de que nunca lo intentáramos.

―Nadie toque la enredadera ―dijo Chheze―, es sagrada. Es la única que mantiene controlada la energía maligna de este edificio.

Entraron por una apertura que Xingu abrió con su magia, no se escuchaba nada y todo estaba muy oscuro. Xingu levantó su báculo en lo alto y tras hacer una floritura, las gemas que había en su parte alta comenzaron a brillar.

―¿Hojai? ―preguntó Xingu en susurros.

―Hay demasiado odio y dolor en este lugar ―comentó Mbanga, frunciendo el entrecejo.

―Tenemos que sacarlos ―dijo Xingu―, es muy peligroso que permanezcan aquí.

Adentro hedía a humedad, los pisos estaban resbalosos y las paredes llenas de moho y telarañas.




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