Ndomi y Uthe llegaron a la isla de Kutsi en la madrugada. Después de hacer el amor, se quedaron dormidos en el castillo principal y muy temprano por la mañana, fueron hacia las ruinas.
Ndomi logró abrir la trampilla hacia el sótano y Uthe tuvo que usar su magia para quitar raíces y telarañas que cubrían la cámara mientras Ndomi iluminaba con su espada. Llegaron hasta lo que quizá, en algún momento, fue una credenza, pero de ella no quedaban más que trozos astillados y algunos picaportes oxidados. Ndomi buscó entre la madera podrida y obtuvo una caja de baquelita de cuyas orillas emanaba una luz resplandeciente. Al abrir la caja, toda la cámara se iluminó, dentro había una gran cantidad de gemas encendidas en diferentes colores. Ndomi tomó un topacio en su mano, el cual dejó de resplandecer.
―Es igual que cuando se me grababa tu símbolo en la mano. ―Ndomi vio que en su mano se quedaba un fulgor que desapareció casi en seguida.
―Ahora veo ―Uthe tomó una aguamarina―, siempre me pregunté cómo era posible que la gente del futuro fuera capaz de activar mi máquina del tiempo. Estas gemas tienen el poder de hacerlo, y yo debo dejar algunas de ellas en nuestra isla para que tú puedas encontrarme desde esa era.
―Son muy similares a las que están en nuestras armas, seguramente están aquí por alguna razón.
―Sigue buscando entre la madera, yo buscaré en ese montón de escombros.
Iluminados por la luz de las gemas, ambos continuaron buscando. Ndomi encontró algunos planos arquitectónicos, diseños de armas, y algunos dibujos de zuthus, del Made y lo que más le interesó, dibujos de pequeños y minúsculos seres, con formas de animales comunes, sonrientes pero hechos de humo, todo protegido en pequeñas vitrinas que evitaron el desgaste.
―Mira estos dibujos, no sé si sean…
―Ndomi, ven a ver esto ―interrumpió Uthe. Ella leía un papiro lleno de símbolos antiguos.
Era un poema, una declaración amorosa llena de romance y erotismo. Bastó con leer sólo una parte de ese poema para que ambos recordaran al fin su primera vida. En efecto, él había sido el arquitecto Njahui, un joven inseguro por haber sido obligado a heredar la profesión familiar sin tener gusto por la arquitectura. Ella había sido Tso, heredera al trono de Hogamui, una joven a quien desde niña habían prometido en matrimonio al hijo del rey de Nhyatsi.
Tso quería dejar algo de importancia en su reino antes de ser obligada a casarse e ir a vivir al reino vecino, así que convocó a los arquitectos de todo Ximantsi para construir una biblioteca, un edificio digno de sus sueños y en el que todo el reino pudiera acceder a la sabiduría y a aquellos cuentos que amaba desde niña. Pero ella pedía demasiado, y ningún arquitecto llenaba sus expectativas. Entonces Njahui supo por qué no le interesaba la arquitectura, era aburrida, y el proyecto de la princesa le daba algo con qué soñar, algo que le motivó a crear un diseño único con el que recibió la aprobación de la princesa.
Pero conforme más pasaban tiempo juntos, más se daban cuenta de que se pertenecían uno al otro, y ya no estaban dispuestos a separarse.
El navegante Bomu, primo de Njahui, probaba los nuevos navíos en el mar de Yothi, y en sus viajes de exploración, descubrió la isla de Kutsi, en esa era, la isla más cercana al Made, en donde algunas especies animales cobraban inteligencia y los dones de cualquier mboho se veían bendecidos. Sólo Bomu y Njahui sabían de esa isla, y Njahui le pidió no revelara su existencia al rey. En la isla, ayudado de los animales, construyó un castillo mucho más parecido a lo que la princesa deseaba. Entonces huyó con ella hacia la isla, ayudado por su primo Bomu y Xithi, la mujer de él.
Pero el príncipe de Nhyatsi estalló en furia al saber que su prometida había escapado, y con ella, su esperanza de hacer acuerdos comerciales con el reino de Hogamui, declaró la guerra y eso abrió por primera vez el paso a zuthus de mayor peligro.
Al ver lo que habían provocado, las dos parejas regresaron a enfrentar al príncipe, ayudando a devolver la paz, pero encontraron que el mismo padre de Tso había puesto precio a la cabeza de los cuatro. La reina Xanthe, madre de Tso, defendió a su hija con fiereza. El rey supo entonces que la reina no lo amaba, había sido forzada a casarse por un convenio, pero jamás lo amó, pero Xanthe entendía el amor porque lo conocía, todo ese tiempo estuvo enamorada de un caballero de su corte y ete hombre era en realidad, el verdadero padre de la princesa Tso. Xanthe huyó junto con el guardia para salvar a las dos parejas y el rey, lleno de furia al enterarse de la traición, dictó nuevas leyes que prohibían los matrimonios por amor.
Las parejas que estaban comprometidas, y en espera de contraer matrimonio, se unieron a Tso y Njahui en su pelea por la libertad de Hogamui. Eso fue una declaración a una guerra mundial, ya que, si un rey caía, el resto de los reinos podrían pedir su libertad.
Bomu y Xithi sabían que no había forma de enfrentar a los ejércitos de todos los reinos, por lo que buscaron la respuesta en los seres más sabios que habían conocido: los seres de agua. Ellos les hablaron de criaturas de luz, espíritus de algunos mboho y animales que habitaban en Ximantsi. Eran casi invisibles, pero serían ellos quienes los ayudarían a triunfar en esa guerra.
En esas épocas, un armero construyó las armas de luz, una tecnología bélica muy adelantada a su época, funcionaban tomando la energía de gemas para potenciar el ataque y llevarlo más allá del alcance del arma, pero sólo un guerrero de corazón puro y con una fuerza interior muy intensa podría lograr la conexión con la gema.
Los cuatro, acompañados de la reina y su amante, viajaron al Made con ayuda de esos seres de luz, para intensificar tanto sus dones como el poder de las gemas. Tso comprendió que su don estaba en conectarse con los seres del más allá, y con ese poder creó un ejército de espíritus que los protegerían durante la batalla. Bomu era la sabiduría, no era un simple navegante, él era capaz de entender la ciencia que había en cada material de Ximantsi, y con ello perfeccionar cuanta nave o arma necesitaran para la guerra. Njahui tenía por su parte, un don único, algo que ningún mboho hubiera tomado como un poder: su imaginación. Él era capaz de meter en la mente de otros mboho todo lo que él pudiera imaginar. Pero el poder más grande lo tenía Xithi. Todos creían que ella era vidente ya que podía predecir el futuro de una forma casi exacta, pero en realidad, Xithi era capaz de controlar todo lo que quisiera, y nunca lo supo sino hasta tener la energía del Made.
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Editado: 05.06.2022