¿ Y ahora qué?

Parte 4

Krillin recogió todo, y lo guardó en una maleta en su cuarto. 

Esa noche se sentó al borde del mar, con los brazos rodeando sus rodillas, estaba tan quieto que parecía una estatua, a pesar que las lágrimas caían de sus ojos, no se escuchaba ningún ruido.

18 se sentó a su lado, mirando a las estrellas.

— ¿Por qué me tratas así? — le preguntó Krillin al androide.

— ¿Crees que soy bonita? — más parecía que se lo preguntaba a sí misma.

— Sí, eres un sueño, tu pelo, sus ojos... ahora entiendo que quieres decirme... eres bonita y yo feo, por eso nunca querrías a alguien como yo, por eso me tratas como un idiota — término en un susurro.

— Eres como los demás que piensan que porque me veo así, solo me fijaría en alguien por su físico, que no puedo interesarme en una persona por como es.

— Es que ya me ha pasado, las únicas chicas lindas que me han buscado al final es para reírse de mí, o para que les compre cosas... tuve una novia que tenía al menos 50 novios más — miró al cielo un rato limpiándose discretamente las lágrimas — los demás dicen que tengo suerte porque ella se fijó en mí, pero solo era linda por fuera, por dentro... pensé que tú eres distinta, pero de nuevo me equivoque.

Ella le dio una bofetada, por suerte para él bastante débil.

— Tú eres especial, pero mientras no te quieras como eres nadie te querrá como te mereces — dio media vuelta y se fue a su habitación, antes de entrar a la casa dijo como para ella — tienes muy baja autoestima, por eso solo atraes mujercitas que te quieren solo por lo que puedes darles.

Él se quedó en ese lugar, meditando hasta la mañana siguiente lo que ella le dijo, se cambió ropa y se fue al continente más cercano, no volvió en un par de días, hasta que consiguió un trabajo en una empresa de seguridad en la gran ciudad, también empezó a regularizar sus estudios, así que solo podía ir los fines de semana a Kame House, dejaba preparada comida para la semana para el maestro, dejaba todo limpio y ordenado, no buscaba ni preguntaba por la androide.

Ella se fue de nuevo a buscar a su hermano, a veces volvía a la isla, pasaba un día y al no ver a Krillin se iba, nunca le preguntó al Maestro por el joven, solo se marchaba sin decir palabra.

Unas semanas después unos asaltantes robaron el banco donde trabajaba el muchacho.

— Ayuda — gritó una cajera, que era usada como escudo.

— Tú, el enano, trae las llaves y llévanos a la salida del callejón, sino ella morirá.

Cundo salieron la calle del fondo, las cosas se complicaron para la jovencita.

— Dijeron que la dejarían ir — dijo furioso el muchacho al ver que le ponían una pistola en la cabeza.

— No debías haber confiado en unos ladrones.

— No los dejaré hacerle daño.

A pensar que logro derrotar a los demás, uno quedo en pie, el que tenía a la rehén.

— Aléjate o la mato — dijo tiritando de miedo a ver con qué facilidad dejo inconsciente a sus amigos.

— Solo tranquilízate.

— No lo haré, si no fuera por ella ya me hubieras golpeado como a los otros.

Le disparó tan rápido que pilló al jovencito con el ki bajo, le hirió un brazo, luego le apuntó a la cabeza, pero en vez de disparar, sus ojos se agrandaron, luego se pudieron en blanco, para caer inconsciente, atrás estaba 18, que inmediatamente se fue volando antes que la cajera abriera los ojos.

Cuando llegó la policía, la muchacha estaba abrazando a Krillin, cuando le dio un beso lo fotografió un periodista. Luego de revisarlo, le dieron unos días de licencia, que fue a pasar en Kame House, al segundo día de su reposo, mientras estaba sentado cerca de la orilla, cayó en su regazo una hoja de diario donde estaba la foto del joven y la cajera.

— Ya tienes una admiradora, por lo que veo.

— Solo me agradecía haberla salvado, pero ambos sabemos que fuiste tú, gracias.

— De nada — siguieron callados mirando el ir y venir de las olas, de madrugada ella se fue a acostar, en cambio Krillin se quedó dormido allí, al otro día encontró a la androide limpiando la casa.

— No debes hacerlo, eres la invitada.

— Estas herido, te mereces un descanso — lo miró de forma picara — ¿Te gustaría ir a la montaña este fin de semana aprovechando que estas con licencia?

— Encantado — respondió él, le salían literalmente corazones de los ojos.

Así empezaron a salir o hacer cosas juntos cuando él no trabajaba. Un día él le hizo prometer que nunca más robaría nada.

— Pero no quiero trabajar para nadie, y si no trabajo y no robo ¿Cómo podría tener lo que quiero?

— Yo te daré el dinero que necesites, no serán millones, pero será un dinero ganado honradamente.

— ¿Por qué me proteges tanto? — lo miró como queriendo traspasarlo con la mirada.

— Por qué... por qué... — empezó a tartamudear.

No lo dejó seguir, se le acercó sonriendo encantadora, y lo besó suavemente.

— Lo prometo, nos vemos mañana.

Un año después, Krillin le trajo un ramo de flores, estaba más nervioso que de costumbre.

— Yo... yo... te gustaría ser... quisieras... — ahora tartamudeaba más que nunca.

— ¿Qué pasa? — lo miró seria, que le pasa a éste pensó.

— ¿Quisieras ser mi esposa? — dijo en un susurro.

— ¿Por qué?

— ¿Por qué qué? — no entendía la pregunta.

— ¿Por qué quiere casarte conmigo? — lo miro con una ceja levantada.

— Te amo, no sé si tú a mí, pero debía decírtelo, ya no me callaré mis sentimientos, y si debo sufrir por lo que siento que así sea.

Ella le dio la espalda, él interpretó eso como respuesta, y se fue lentamente a la casa, triste, a medio camino la androide se puso frente a él, y le dio un beso apasionado.

— Muchos pensarán que no eres el hombre perfecto para mí, pero yo sé que sí, eres el único que me entiende, no te doy miedo ni me menosprecias, me haces sentir protegida, aunque no lo necesito — su sonrisa y el brillo de sus ojos cambió, ahora era muy dulce — quiero ser tu esposa.



#18082 en Novela romántica

En el texto hay: amor, desamores

Editado: 30.04.2022

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