Brett POV
Brett salió del ascensor y caminó por el amplio pasillo de la empresa. Aquel no era uno de sus mejores días, tal vez porque llovía a cantaros y se había mojado casi por completo, o porque estar allí no le apetecía en absoluto. De todos modos, tenía que aguantarse, rabiar no servía de mucho en situaciones como aquella.
De camino a su oficina se encontró con Sandra Wilmore y ambos se saludaron con un asentimiento de cabeza. No eran cercanos, pero aparentemente ella era amiga de Jessica, así que algunas veces él se permitía el lujo de ser... educado con la mujer. Ella le sonrió y siguió su camino, Brett hizo lo mismo.
Si hubiera ido de buen humor, ver a Paige al entrar en la oficina le hubiera dado igual, pero aquel día su sola presencia duplicó su enojo. Todavía no se acostumbraba a tener que verla todos los días y sospechaba que no lo haría nunca. Si le dieran un pez por cada vez que se sorprendía a sí mismo ideando maneras para deshacerse de ella, ya tuviera un acuario.
Uno muy grande, sin lugar a dudas.
—¿Haces algo productivo o solo existes? —dijo tras entrar en la oficina.
Lo peor de Paige, además de ser Paige obviamente, era que en teoría era una persona muy capacitada, con un título de una universidad muy prestigiosa; pero en la práctica era una estúpida, sin más. Si no la conociera su currículum también lo hubiera impresionado, pero por desgracia la conocía demasiado. Aunque debía admitir que cada día lograba sorprenderlo un poco más —para mal— con sus tonterías y desastres.
De todos modos, aunque Paige fuera la mejor secretaria del mundo y no fuera Paige, seguiría en el grupo de personas que a Brett nunca le agradarían, solo por el hecho de tener que verla a ella y no a Jessica cuando llegaba a la oficina.
Por mucho que ella lo intentara, nunca iba a cambiar la forma en que Brett se sentía a su alrededor.
—Buenos días —dijo ella, poniéndose de pie de un salto y tomando unos papeles de su escritorio—. Tengo algunos documentos que...
—Detente ahí —la interrumpió antes de que su voz chillona y el repiqueteo de sus zapatos lograra enloquecerlo-. Ahora no.
—Es tarde, pensé que tú...
—No —volvió a interrumpirla— No pienses nada, no se te da bien. Y no me tutees, soy señor Henderson para ti —indicó.
Antes de cerrar la puerta de su oficina vio el rostro de Paige unos segundos. Sabía lo que estaba pensando, pero la verdad era que le importaba muy poco.
Escuchó su celular timbrar en su bolsillo. Era increíblemente tedioso el hecho de que a las personas siempre se les ocurriera querer hablar con él cuando no estaba de humor.
Imaginaba que sería uno de los muchos mensajes que Jessica tenía toda la semana enviándole, cosas como:
"¿Puedes traer yogur de vuelta a casa?"
"¿Me harías el favor de comprar leche descremada?"
"¿Puedes ir al supermercado y traer toronjas?"
Claro que no. No quería ir al supermercado por manzanas verdes cada día después del trabajo, pero, de todas formas, al salir de la oficina iba como un tonto por las condenadas manzanas o toronjas o lo que fuera... Si eso no era amor, no tenía idea de que era.
Tomó el celular, pero en lugar de encontrarse con la pantalla iluminada por la fotografía de Jessica que ella misma había puesto allí, se encontró con un número. No estaba agrandado, pero conocía ese número; sabía que era Miranda.
Con el ceño fruncido, abrió el mensaje. ¿Qué cosa podía querer Miranda? No era la primera vez que recibía un mensaje de ella desde que habían terminado, pero como eran textos que dejaban mucho que desear de su salud mental, Brett había ignorado todos y cada uno de ellos. Iban desde un: "Hoy estuviéramos casándonos. Me voy hermosa vestida de novia y tú no estás aquí para verlo." Hasta otros más inquietantes como: "Todos los días cuando te veo pienso que estar enamorado té queda. Lástima que no me hayas amado a mí."
Obviamente Miranda había enloquecido mucho más de lo que lo había hecho antes, pero hasta el momento a Brett le había funcionado ignorarla.
Al ver el mensaje que le había enviado, la respiración de Brett se detuvo por unos segundos y pudo haber jurado que una gota de sudor descendió por su espalda.
"Hoy vi a Jess y a tu bebé Bree. Es realmente hermosa, deberías cuidarla."
En cualquier otra circunstancia, a Brett aquel le hubiera parecido un mensaje normal, pero no en aquel momento. En aquel momento sentía como si aquello fuera una amenaza y no le gustaba sentirse amenazado.
¿Por qué Miranda había visto a Jessica? ¿Dónde? ¿Acaso sólo estaba jugando con su mente?
Con rapidez marcó el número de Jessica. Por muy alterado que se sintiera en aquel momento, alarmarla, estuviera donde estuviera, no sería sensato. Así que intentó respirar profundo y calmarse un poco.
Editado: 24.04.2018