Y ahora ¿qué más? #3

19*** Lindo maní.

¡Maldita Sandra! ¡Iba a matarla! La descuartizaría, le arrancaría las uñas una a una y luego le rebanaría los dedos. Iba a cortarle la lengua en pedacitos y luego... 

—Jessica, sigo esperando por tu respuesta. 

Jess miró a Brett, mientras ella caminaba de un lado a otro de la habitación y el permanecía de pie, con los ojos sobre ella. Parecía muy interesado en aquella conversación porque no había dejado pasar ni un minuto luego de salir de la ducha para volver al tema del auto dorado. Sin embargo, la mente de Jessica no estaba de humor para otra cosa que no fuera elaborar horribles torturas para Sandra. 

De todos modos, Brett no parecía dispuesto a dejarlo pasar, así que Jess respiró profundo, dispuesta a contestarle. O al menos a intentarlo. 

— ¿Qué quieres que te diga? —exclamó— Fue solo una tontería, ni siquiera estoy segura de que en realidad fuera alguien siguiéndome. 

Brett hizo un gesto de impaciencia. Jess sabía que estaba molesto, aunque después de todo ¿Cuándo no lo estaba? También sabía que tenía razones para estarlo, pero aun así seguía considerando que lo del auto dorado no era tan relevante como haber creído ver a alguien en su cocina y a eso, Brett no parecía darle mucha importancia. 

—Pero lo sospechas, hace días y no fuiste capaz de decírmelo. ¿No te has puesto a pensar que tal vez haya una razón para que esté preocupado por tu seguridad, o como tu, de manera muy madura le llamas ''Paranoico''? 

—De acuerdo, lo siento. Lamento no habértelo dicho y lamento haberte llamado paranoico. Solo no quería preocuparte o molestarte —explicó. 

Tal vez, solo tal vez, Jessica reconocía un poco que debió haberle contado a Brett lo que veía, pero justo esa conversación era la que había querido evitar, y sin embargo, ahí estaba. 

—Hoy estuve pensando en algunas soluciones —le informó él, haciendo caso omiso a sus disculpas. 

—No hay ninguna solución —negó Jess, dando otra vuelta por la habitación. Hacía rato que no podía estarse quieta. 

—Claro que si —suspiró —He estado pensando que tal vez fuera bueno que alguien te acompañe, que te cuide... —vaciló. 

—¿Te refieres a un guardaespaldas? 

—No exactamente... 

—No —sentenció—No sucederá nunca. Ni lo sueñes. 

—Tal vez podrías analizar la situación y luego decidir. ¿No crees? 

—No hay nada que analizar. No quiero tener todo el tiempo a un tipo con traje y gafas negras detrás de mí. ¿Qué hago con él cuando tenga que trabajar? ¿Lo dejo en el aparcamiento con una bola de estambre y agua? 

Una pequeñísima sonrisa surcó el rostro de Brett. A Jess no le parecía haber dicho nada gracioso, pero como él siempre encontraba la forma de burlarse de lo que sea que ella dijera aquello no era para preocuparse. 

— Sabes que lo del traje y las gafas solo son un estereotipo, ¿verdad? 

—Me importa un carajo lo que sea, no lo quiero. 

— ¡Por Dios, Jessica! No te sientes segura. Piensas que alguien te persigue, creíste ver a alguien en la cocina. Usa el sentido común. 

—También podría necesitar un psiquiatra, tu podrías necesitar un chofer, dado que casi te dejas asesinar por un loco ebrio en la carretera, pero no te veo proponiendo ninguna de esas opciones —espetó—Yo no quiero, ni necesito un guardaespaldas, estoy bien. Nadie me persigue y no había nadie en la cocina, siento preocuparte. Fin de esta conversación. 

— ¿Sabes por qué hago esto? —cuestionó Brett. 

—Porque te preocupas por mí. 

—Porque te amo, esa es la razón por la que me preocupo por ti y la razón por la que quiero protegerte —indicó— Y porque no quiero tener que cancelar mi segunda boda en un año porque mi prometida desapareció —Bromeó. 

Aunque aquello a Jess no le causó ni un poco de gracia, se forzó a sonreírle. 

—Yo también te amo, pero quedamos en que no usaríamos el término ''Prometida''. ¿Lo recuerdas? 

— ¿Aceptarás? 

—No. 

—Entonces desde ahora te llamaré prometida. 

Jess no pudo evitar reír, aun con todas las cosas horribles de aquel día. Y agradeció que aquella conversación no continuara subiendo en la escala de tensión o terminara convirtiéndose en una horrible discusión que terminara con ambos odiándose por días. Ella no tenía muchas virtudes, para ser sincera, y no estaba segura de si ser testaruda fuera una, pero no daría su brazo a torcer, al menos no en ese sentido. 

—Bien, entonces imagino que no habrá problema si te llamo ''Lindo Maní''. 
 
 

''Ni te creas que no me he enterado de que no contestas las llamadas ni los correos de Elise. Te veré a tu hora de almuerzo en el lugar que elijas, para que me digas como piensas casarte y no ser parte de ello. 



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En el texto hay: peligro, bebe, madre

Editado: 24.04.2018

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