Y ahora ¿qué más? #3

26*** Eres un tonto, pero te amo.

-¿Qué es todo esto?

Jess dio un salto al escuchar la voz de Brett y el plato que sostenía entre las manos casi se le cae al suelo. Llevaba meses intentando acostumbrarse a esa jodida costumbre de Brett de moverse como un fantasma por todos lados, pero no lo había logrado, seguía resultando aterrador y espeluznante.

-Buen día, Brett -le saludó, recuperándose del susto, mientras dejaba el plato junto a los demás -. Feliz cumpleaños.

Él le sonrió, aceptando el beso que Jess depositó en sus labios.

Estás cocinando algo que no se quema y está de buen humor, esto no se ve todos los días- Bromeó.

-Es tu cumpleaños. El plan era 'levarte el desayuno a la cama, pero tenías que arruinarlo.

-Awww, eso es muy dulce -dijo, apretándole los cachetes como si tuviera doce años. Ella pudo notar que contenía la risa mientras miraba la comida con recelo- No voy a morir si como esto ¿Cierto? Es decir, no me importaría morir si con eso evito el "almuerzo" familiar de esta tarde, pero hay cierto dramatismo en morir en mi cumpleaños.

Jess le lanzó una mirada ofendida que con rapidez se convirtió en una enorme sonrisa idiota.

-Lo lamento mucho, pero he estado metida en la cocina toda la mañana. Penny ha estado al teléfono diciéndome como debía hacer cada cosa -explicó-. Es probable que esto sea lo mejor que comas alguna vez de mis manos.

Brett fingió un gesto de fastidio mientras se sentaba sobre la isla y tomaba una tostada, sonriendo al mirarla.

-¿Se supone que esto debe parecer un corazón?

-No te burles -chilló, golpeándole el hombro- Penny prácticamente me obligó a hacerlo. No es mi culpa no ser una experta en tallar corazones en el pan.

-Tienes razón -cedió, dando una mordida a la tostada-. No la quemaste, eso es bueno y ese pastel luce bien. ¿De qué es?

Jess hizo un mohín.

-¿Eso que importa? Ya no estoy segura de sí que comas de mi pastel.

-No es tu pastel, me pertenece.

-Yo la cociné -señaló Jess, sin poder evitar reír.

-Y yo soy el que cumple años, así que es mi pastel. ¿Puedes por favor darme un poco para que pueda criticarla con propiedad?

Jess se giró hacia el estúpido pastel para que él no pudiera ver que sonreía. Le gustaba ese Brett gracioso y juguetón. Ella había supuesto que estaría un poco insoportable aquel día, porque debía ir en contra de su voluntad el almuerzo que Erin había organizado por su cumpleaños. Jessica sabía que "almuerzo" debería ser el eufemismo más grande de la historia, conociendo a su madre y a su hermana, pero no había podido hacer nada por él. Afortunadamente Brett no parecía tan incómodo con la situación como lo había esta en los días anteriores, al menos no de momento.

-Tengo otro regalo para ti -anunció dejando el plato con el pedazo de pastel entre sus manos.

-¿Ah sí? ¿Y de qué se trata?

Jess tomó la pequeña tarjeta que tenía oculta en un rincón de la encimera y se la tendió, mientras lo veía sonreír. Esa sonrisa que le hacía saber que estaba a punto de comenzar a darle la lata.

-Awww. Una tarjeta.

-No hagas que me arrepienta de habértela dado.

Él la ignoró y enfocó su atención en la tarjeta y en el espantoso sobre naranja, que Jess había escogido, precisamente, para molestarlo después de escucharlo decir un millón de veces que era el color más feo del mundo, sin embargo, continuaba riendo.

Su sonrisa se ensanchó al sacarla por completo del sobre y leer la inscripción. El simple "Feliz cumpleaños" al frente y las escasas seis palabras que ella misma había escrito al dorso.

En las últimas dos semanas, Jess había hecho un exhaustivo trabajo de investigación en busca de un buen regalo para Brett, pero tenía que admitir que hacer regalos era una de las muchas cosas que no se le daban bien y que las personas que la rodeaban eran aun peor.

Desde el muy útil y lógico consejo de "Regálale algo que le guste" que le había dado Jason, hasta la penosa idea de Sandra de que le comprara una corbata; Jess se había convencido de que a lo mejor debía darle una tarjeta y dejarlo estar.

Por suerte Dan le había ayudado con eso. Y Brett parecía bastante feliz solo con el hecho de que ella hubiera preparado algo que pudiera comer así que al final no lo había hecho tan mal. Al menos estaba sonriendo.

-¿De dónde has sacado esto? -preguntó Brett al cabo de un rato con una enorme sonrisa, como si Jess le hubiera regalado... un carro de carreras o algo así.

-La mandé a hacer especialmente para ti - indicó -¿No ves cuanto se parece a ti ese muñequito gruñón de ahí?

-No se parece a mí en absoluto.

-¡Claro que sí! Míralo, tiene el ceño fruncido.

-¿Quieres decir que cualquier cosa con el ceño fruncido se parece a mí? -cuestionó él y aunque su tono quería ser amenazador, su rostro mostraba algo totalmente diferente.



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En el texto hay: peligro, bebe, madre

Editado: 24.04.2018

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