Y ahora ¿qué piensas? #4

18*** Maia...

-Ni siquiera está tan mal el lugar -comentó Allyson al bajar del auto de Dave-. Es decir, imaginaba que sería un lugar horrible y oscuro y asqueroso, pero no es ninguna de esas cosas, al parecer.

Dave solo profirió un ahogado "Hmm" mientras ella lanzaba una mirada a los alrededores en el aparcamiento del centro comercial y luego al enorme cartel del supermercado.

-¿Entramos? -agregó, al ver que él no hacía ademan de moverse.

Él asintió sin más, caminando hacia las enormes puertas de cristal. El supermercado se encontraba al final de un extenso pasillo llenos de escaparates de muchos otros comercios, sin embargo Allyson prefería mirar a Dave de soslayo cada tanto y sonreír.

Apenas habían hablado en los últimos treinta minutos, aunque a ella tampoco le había importado mucho porque estaba demasiado ocupada pensando en lo sorprendente que resultaba que Dave la hubiera buscado por sí solo.

Dave entró en el establecimiento unos pasos antes que ella y Allyson se preguntó si era posible que alguien olvidara como ir de compras. Tomó un carrito y lo arrastró hasta alcanzarlo a la mitad de un pasillo.

-Muy bien. ¿Qué quieres comprar?

-No tengo idea -respondió él, mirando ambos lados, como si estuviera perdido.

-¿Viniste al supermercado sin tener idea de lo que quieres comprar? -se burló - Dime que es una broma.

Dave la miró, frustrado.

-Si viniste para burlarte...

-No me burlo, lo juro. Solo dí lo que te gusta.

-Bueno, me gustan éstas -señaló, con algo en las manos.

Allyson se acercó para poder ver de que se trataba.

- Esos son caramelos ácidos -indicó.

-Tu preguntaste por lo que me gustaba.

-De acuerdo. Lo llevaremos, ¿Algo más?

Él volvió a enfocar su atención en los anaqueles y pocos segundos después volvió a depositar en el carrito otros tres artículos más. Todos eran dulces.

Allyson puso los ojos en blanco, pero no hizo ningún comentario al respecto. Durante los próximos quince o veinte minutos lo observó en silencio, esforzándose enormemente en no decir nada acerca de sus elecciones y en contener la risa.

-Siento que estoy de compras con un niño de ocho años -se quejó. Ni siquiera fue consciente de las palabras hasta que las escuchó-. Tal vez lo mío sea la decoración, pero sé que vas a morir si comes todo eso.

-Aja... -Dave ni siquiera estaba mirándola. Su vista estaba fija en alguna cosa sobre el anaquel- ¿Cubierta de chocolate blanco o de caramelo?

-¿Ah...? -Allyson casi se asfixia con su saliva. ¿Qué mierda?

-Las galletas -aclaró Dave mostrándole dos paquetes de galleta idénticos y agitándolos en el aire- ¿Cubiertas de chocolate blanco o de caramelo?

¡Ah, las galletas! Joder. ¿Qué le importaban a ella las galletas?

-Chocolate blanco -respondió sin siquiera pensarlo.

El silencio volvió a caer sobre ellos, mientras Allyson rogaba al cielo que Dave no hubiera interpretado correctamente su reacción, aunque sabía que era casi imposible.

-Hace como diez paquetes de caramelos que excediste el limite de ese cupón -comentó, algunos minutos después, solo para romper el silencio.

-Olvida el cupón, Allyson -replicó Dave- ¿Éstas o éstas otras?

Allyson miró lo que él le mostraba. Ni siquiera podía reconocer de que se trataba y para colmo, tampoco podía encontrar una diferencia entre un artículo y otro.

-¿Ambas?

-Ambas. Buena elección.

Enarcó una ceja y lo miró por algunos segundos.

-Es evidente que tu no haces tu compra, ¿Quien la hace por ti?

-Lori.

-¿Y Lori es...?

-Mi asistenta -explicó Dave mientras se internaba en otro pasillo abarrotado de comida basura.

-Creí que su nombre era Sandra.

-Sandra es mi secretaria, Lori se ocupa de mi casa. ¿Tú como la conoces? -inquirió haciendo una pausa- A Sandra -especificó.

-En la despedida de soltera de Jessica.

Él masculló un simple "Ahh" y continuó con lo suyo.

-Y... ¿Por qué Lori no está aquí para salvarte del coma diabético?

Allyson esperaba que en cualquier momento Dave perdiera la paciencia con toda su preguntadera, sin embargo, eso no pasó. Él parecía estar bastante relajado y conversador ese día, si se le comparaba con ocasiones anteriores.

-De vacaciones.

Allyson suspiró aliviada diez minutos más tarde, cuando se encaminaron a pagar con un carrito lleno de chatarra.

-Espero que hayas comido muy sano en los últimos veinte años, para que tu cuerpo pueda soportar todo eso sin colapsar.

Él le sonrió. Allyson no pudo evitar pensar que esa vez no estaba ebrio, ni enfermo, no tenía el cerebro flotando en adrenalina después de ganar al paintball. En pocas palabras, era la primera vez que Dave le sonreía bajo circunstancias que no eran sospechosas.

-¿Qué te parece si vamos por un poco de comida saludable al salir de aquí y luego tal vez comparta contigo mis caramelos ácidos.



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En el texto hay: amor adolescente, rechazo, reto

Editado: 25.05.2018

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