Y ahora ¿qué piensas? #4

29*** Jugar sucio.

—¿Estás seguro de que no quieres venir con nosotros? 

—Debes estar bromeando, ¡Claro que no! —La mirada alarmada de Owen le causó gracias— De todos modos tengo que volver, mañana es lunes, no puedo quedarme.

Allyson miró a su hermano e hizo una mueca. Lamentaba que no pudiera acompañarlos a por unos tragos, no por la estúpidez de tener responsabilidades, porque sabía que Owen era un vago aunque se esforzara en fingir que era maduro; sino por el hecho de que la única familia que tenía allí no era ni sería nunca bienvenido en su circulo de amigos.

Obviamente entendía las razones, su hermano se lo había buscado y a ella le constaba, pero no dejaba de ser incómodo. Recordó lo feliz que se puso cuando él y Penny comenzaron a salir y se sintió estúpida. De haberlo imaginado jamás habría permitido una locura semejante. Se preguntó si así sería cuando ella y Dave dieran fin a lo que sea que tuvieran, pero apartó esa idea de su cabeza. Pensaría en eso cuando fuera necesario.

Miró de reojo a donde estaban los demas. Dave y Penny parecían estar sosteniendo alguna conversación en la que él no parecía cómodo, dado su postura. Jess estaba en una esquina hablando por su celular y Jason intentaba, sin siquiera acercarse a lograrlo, que Bree dejara de patalear. Sonrió y miró a Owen otra vez, agradeciendo por milésima ocasión que este hubiera tenido el tacto de no mencionar que la había visto besar al hermano de su mejor amiga.

 —Si quieres podemos salir a celebrar nosotros solos. Inauguraron un restaurant de comida Thai que debes visitar —intentó convencerlo. 

—En serio no puedo, pero te prometo que vendré para que vayamos por comida Thai.

Observó a su hermano unos segundos. Se preguntó si a él no le afectaba  que sus padres no estuvieran nunca. Aunque hacía un tiempo que ya no vivía con ellos, Owen solía visitarlos con relativa frecuencia, pero casi nunca coincidía con sus progenitores y de igual forma no parecía inportarle demasiado.

 —Tengo algo para ti —agregó, interrumpiendo sus pensamientos—. Espero que no te enojes conmigo. 

Allyson enarcó una ceja.

—¿Qué?

—Mamá y papá querían que te diera esto —dijo, extendiendole una caja que apenas cubría el tamaño de su palma—. Lo dejaron conmigo antes de marcharse, es tu regalo de graduación. 

Ella ni siquiera lo tocó. 

—El único regalo que quería era que estuvieran presente hoy — replicó.

—¡Vamos, Allyson! Sé que estás molesta, pero toma la caja. Mamá te envió especificaciones de que solo lo abras cuando llegues a casa —le dedicó una media sonrisa.

—¿Qué es? —inquirió, sin acercarse.

—No tengo permitido arruinar la sorpresa.

—¿Sabes lo que es o no? —insistió con la vista sobre la caja. 

—Tal vez... Solo tómala —antes de que Allyson pudiera quejarse, la  diminuta caja se encontró en sus manos—. Debo irme, pásala bien —dijo, depositando un breve beso sobre su mejilla, para luego darse la vuelta y marcharse a pasos dobles.

Allyson se quedó mirándolo mientras se perdía en la multitud de personas que aun quedaban allí, luego miró la caja de color rojo.  La metió en su bolso antes de ceder a cualquiera de los impulsos que la llamaban: abrirla allí mismo o lanzarla a la basura. Aplacó su mal genio y se dijo que ya vería que hacer con ella.

Se marchó con los demás unos pocos minutos después. Todos, excepto Jess que se despidió alegando que estaba cansada, fueron a un bar en las inmediaciones por algunos tragos, aunque Allyson pasó casi todo el rato observando a su mejor amiga y a su novio e intentando descifrar que esta mal con ellos. Como era de esperarse, dada su actitud, que por más que lo intentaban no lograba enmascarar el animo caído de ambos, se marcharon apenas una hora después. 

Sus pensamientos estuvieron rondando a Penny al menos quince minutos tras su marcha, hasta que Dave la llevó de vuelta al mundo real. Estuvieron allí varias horas más, compartiendo algunos tragos, hablando de vanalidades y valiendose de la relativa oscuridad para compartir algun que otro beso o caricia.

Llevó a Dave hasta la pista de baile casi a rastras y lo obligó a moverse junto a ella con la música. Eso la hizo recordar la noche en la que había iniciado toda aquella locura. Exactamente tres meses atrás, en la boda de Brett y Jess y sonrió al darse cuenta de que nunca imaginó llegar tan lejos.

—Quiero ir a casa — pidió unos pocos minutos después. 

Tras bailar varias canciones y estar pegada a Dave en un pista llena de personas que les obligaba a estar más cerca de lo debido, su mente no era el lugar más cristiano del mundo; bastaba con decir que si fuera una película fuera clasifícación +18. 

Dave entrelazó sus dedos con los de ella y la ayudó a salir de allí. Afuera la temperatura era mucho más baja, pero no logró hacer mucho en ella. Se metió en el auto sin intentar disimular la sonrisa en sus labios.



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En el texto hay: amor adolescente, rechazo, reto

Editado: 25.05.2018

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