Años atrás...
Las luces rojas y azules parpadeaban iluminando toda la cuadra. La nieve caía gruesa. Todos entraban y salían de la casa, yo estaba quieta. Los copos de nieve se metían detrás de mi espalda.
— ¿Señorita? —reaccione de golpe.
— ¿Qu-qué...? —me moje los labios.
—Necesito que me acompañe a la estación de policía.
Mi corazón se detuvo.
— ¿Por qué? —tartamudeé.
—Necesito que me acompañe—repitió tomándome del brazo delicadamente.
Mire hacia todos lados y la multitud me mareó.
—Pero...—trague grueso y los ojos se me humedecieron—. Yo, yo no hice nada.
—Por favor, venga conmigo—dijo en tono de orden.
—Yo...
Septiembre 15, Lunes
Ese día lluvioso, como olvidar ese barullo que hubo por toda la cafetería.
— ¿De dónde salieron?—susurro Max.
Tres chicos, dos rubios y uno castaño. Dos chicas, una con cabello claro y la otra violeta. Llevaban sudaderas negras, totalmente lisas, sin ningún detalle o etiqueta que mostrara su marca.
Entraron sin mirar a nadie y se sentaron en la esquina, junto a una mesa que daba a la salida. Todos tenían la misma sudadera, pero de la cintura para abajo, eran distintos. Una de las chicas tenía falda, la de cabello violeta, con unas botas. El resto jeans normales, a excepción de uno de los chicos, que llevaba pantalones cuadrille.
—Parecen estudiantes—hablé.
Liss me miro.
— ¿Crees que hayan venido a estudiar, aquí? —apuntó.
Me encogí de hombros.
Todos los miraban, y como no hacerlo. Que cinco chicos entraron por esas puertas era raro, ¿por qué? Nadie vendría a Statestown, no había nada aquí. Eso era raro, pero no tanto como ellos.
—Carajo, se ven antisociales—Max frunció el ceño, bebiendo su jugo.
—Me parecen sexis—susurro Liss, enredando un mecho de cabello en su dedo.
A mí me parecían escalofriantes.
Estaban ahí, sentados con las capuchas puestas, apenas se les veía el cabello rebelde escapando. Las manos dentro de sus bolsillos y con la cabeza baja.
Era como si no quisieran que los vean. Eran raros, tétricos. Eran... hasta hoy en día no encuentro una palabra para definir a esos chicos.
—Me pregunto quiénes son—mire mi bandeja.
—Sí son estudiantes como dijiste, podríamos preguntarle a Jackie Ross—sugirió Max.
— ¿Por qué a ella? —Liss hizo una mueca.
—Porque... ¿ella da los recorridos de orientación?—él levanta una ceja.
—Oh, claro.
Max se ríe en lo bajo.
— ¿Creen que les dé, el recorrido? —jugué con mis dedos.
—Debería—habla Liss—. Ella es la encargada de eso—vuelve a la pantalla de su celular.
— ¿Por qué vendrían aquí? —miro a Max—. Quiero decir, si son de otros Estado, supongo que hay lugares mejores.
—Bueno, no lo sé—agrego apoyando los brazos en la mesa.
Cuando la hora del almuerzo acabo, nos dirigimos a la clase química. Después de química, teníamos gimnasia. Así que, Liss y yo fuimos a los vestidores cuando el timbre sonó por el cambio de horario.
—Liss—le golpeé con el codo, mientras entrabamos al área.
Ella me miro.
— ¿Qué?
Le señale con los ojos, en una de las gradas de la esquina, estaban sentadas las dos chicas nuevas. La rubia y la de pelo violeta. Ya no llevaban sus sudaderas, sino la camiseta de gimnasia.
—Se ven del terror—hizo una mueca.
—Mira, ahí está Jackie, preguntémosle si sabe algo—le hice un gesto con la cabeza.
Ella exhaló, poniendo los ojos en blanco.
—Hola, Jackie—sonreí.
Ella se dio vuelta y me devolvió el gesto. Ella era hija de la directora, pero era lo contrario a creerse dueña del insti. Llevaba unas gafas oscuras con marco cuadrado, pelo negro y tez morena clara.
—Oh, hola Cass—miro a mi lado—Lissa.
Liss le sonrío irónicamente con un gesto de cabeza.
—Oye, Jackie—me acerque— Yo... nosotras—nos señale.
No encontraba una forma de preguntarle algo tan simple. No me juzgue, jamás hablaba con Jackie y sólo hablarle por curiosa, era difícil.
—Por Dios—Liss me empujó hacia un lado—. Cass y yo queremos saber quiénes son los fenómenos que llegaron—apunto con el pulgar hacia las chicas.
Jackie levanto ambas cejas. No le sorprendió en absoluto como le habló Liss, ella era así con todos.
—Estudiantes de intercambio—me mira.
— ¡Lo sabía! —habla Liss.
— ¿Estas jodiendo? —mire hacia las chicas, y luego hacia Jackie— ¿De dónde son?
—Islandia, o eso me dijo mi mamá—responde.
Negué confundida.
— ¿Por qué, vendrían de un lugar como Islandia a aquí?—susurre.
Jackie se mordió el labio inferior.
—Se supone que no debo decirle a nadie...
Liss se puso seria.
— ¿Qué? —meneé la cabeza.
Ella miro hacia los lados y tragó saliva.
—Esto fue lo que me dijo mi madre, no lo invento, pero ella tampoco está segura—dice sin aire, hace una pausa y continúa—. Ellos vinieron de Islandia, no por opción, sino que huyeron.
Miro a mi mejor amiga y ella frunce el ceño negando confundida.
— ¿Por... qué? —la pregunta costo salir.
—Según sus expedientes—se acerca y dice muy bajo—, están acusados de un crimen.
Liss se sostiene de mi brazo y lo aprieta.
— ¿De qué hablas? —me interese más.
—Un asesinato—susurro muy seria.
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Editado: 20.11.2021