Septiembre 22, Miércoles
Mi alarma sonó alrededor de las 7:15 a.m.
Era algo temprano debido a que yo solía levantarme a las 8, pero en fin, recuerdo que me vestí y baje. Mi plan era irme antes que mamá despertara, no quería hablar con ella por cómo iban las cosas estos días.
Traté de no hacer ruido al bajar las escalinatas, la madera de estas chirriaba con cada paso en cualquier momento me hundiría en ellas. Esta casa en sí, era demasiado vieja.
Crucé el pasillo que conectaba la cocina y la sala. De detuve en seco cuando lo vi.
Frank.
Mierda. La re contra mierda.
Estaba sentado en la punta de la mesa isla. Llevaba una camisa celeste arremangada hasta los codos y una corbata negra. Pude notar un reloj en su muñeca izquierda. Además de, el cigarrillo que tenía en la boca.
Suspire sin hacer ruido, él levanto la vista y me miro de reojo. Yo camine hacia la mesa dejando mi mochila ahí, luego a la alacena y saqué el cereal para luego ir por la leche en el refrigerador.
—Buenos días...—se aclaró la garganta.
Yo me reí para mis adentros.
— ¿Qué tiene de buenos?—seguía de espaldas—. Tú estás aquí todos los días, oh, y créeme no son nada buenos.
Él bufó divertido.
—Sabes, Cass...—dijo mi nombre de una forma incomoda—. Tú y yo empezamos con el pie izquierdo—mire sobre mi hombro, él se levantó y camino hasta mí, apoyándose a mi lado.
—Oh, yo digo que con el derecho también—me senté dándole la espalda.
Hubo un silencio corto hasta que apoyo sus manos a mis lados. Tenía olor a colonia fuerte que me llego a la garganta. Sentí su aliento en mi oído.
—Sólo quiero que nos llevemos bien, Cass—aclaró.
Yo fruncí el ceño.
— ¿Bien? —lo mire apartándome—. El primer paso para llegar a eso, es que te alejes de mi—levante las cejas.
Él expresó una sonrisa de labios cerrados.
Realmente no sabía su edad, pero apostaba que era menor a mi madre por bastantes años. No tenía una sola cana en su barba de tres días rubia, ni en el cabello. ¿Quién era este tipo realmente?
— ¿Y el segundo paso?—se acercó.
Sentí una rara sensación, un escalofrió en mi espalda, esa sensación cuando te sientes incomodo con algo. Y me levante de golpe provocando que mi mano choque con la mesa y me duela.
Estaba a punto de hablar, cuando mi madre atravesó la puerta de vidrio. Vestía un traje, como el que usaba cuando iba a trabajar y llevaba un rodete bien apretado.
Yo estaba en un rincón, sosteniendo mi mano. Las piernas me temblaban. Frank le sonrío a mi madre, sin asimilar lo que acababa de hacer.
—Hola, ¿Qué sucede aquí?—se río ella, Frank se acercó y rodeo a mi madre con sus brazos dándole un beso.
—No sucede nada, Cass y yo estábamos desayunando juntos—me miro y sentí que sus ojos me desnudaban.
— ¿En verdad? Eso suena bien, no me esperaron—dice, tocándose el rodete.
Yo no podía decir nada, en mi garganta se había formado un nudo. Estaba apoyada en la pared con una sensación extraña en el cuerpo.
— ¿Cass?—me miro ella—. ¿Qué pasa linda?
Mi cuerpo tembló. Mire a Frank, quien estaba detrás de mi madre, estaba serio, y yo sabía en ese momento, que él aseguraba que no me había gustado lo que acababa de pasar en esta habitación.
—No pasa... nada—me aclare la garganta, me acerque en un movimiento rápido y tome mi mochila—. Me tengo que ir, llego tarde a la escuela—evite contacto visual con Frank.
—Cass—mi madre me detuvo—. Antes que te vayas, Frank pasara por ti para traerte a casa—me di vuelta.
— ¿Qué? No mamá, yo, yo puedo caminar—trague grueso.
—Hija, vamos, Frank sale del trabajo justo en la hora que tú finalizas las clases—me sonrío—. Además, irán juntos al supermercado después, necesitamos algunas cosas.
Frank se metió las manos en el bolsillo levantando la cabeza con un aire de haber conseguido lo que él quería.
Parpadeé varias veces y mire a mi mamá.
—Okey—asentí y me largué al instante.
Ni de mierda me subiría a su auto.
Me apresuré alejarme lo más posible de mi casa. ¿Qué mierda le pasaba a ese tipo? Yo no estaba imaginándome cosas, en verdad él se me había insinuado, el miedo me invadió.
Esperé unos minutos en la puerta del Instituto, hasta que vi algunos alumnos y Maxon acercándose.
—Hola—me saludo—. Llegaste temprano, ¿eh?
—Hola—le sonreí apenas—. Lo sé—me levante.
— ¿Todo okey?—levanto una ceja, mientras caminábamos hacia los lockers.
Yo respondí con un asentimiento de cabeza.
—Cass—se detuvo e hice lo mismo—, yo no soy Liss y ni entiendo esas cosas de chicas pero, puedes hablar conmigo si lo necesitas—aclaró.
—Gracias, Max—golpeé su hombro.
—Sí es algún problema con tu madre, seguro se soluciona—agregó.
—Ya lo creo—abrí mi locker y saqué los libros para la materia que teníamos a continuación.
El timbre sonó y nos dirigimos al salón del señor Clayton. Él me miro con expresión de desaprobación, y claro, había llegado tarde a sus clases. Nos sentamos en nuestros lugares, me volteé para ver a Liss pero ella no estaba, los demás sí. Sander me sonrío curvadamente mirándome de arriba abajo. Yo hice una mueca y volví mi vista al frente.
Clayton empezó su clase sobre células y genética. Yo no dejaba de ver el reloj, a sus manecillas moviéndose al punto que su voz sonaba de fondo y no le presté atención. Me remojé los labios, no podía dejar de pensar sobre lo que había pasado con Frank, me sentía en peligro con él cerca y ahora, quería venir a buscarme de la escuela.
—Cass...—Max movió mi hombro.
— ¿Qué?—lo mire.
—Tenemos que hacer un informe juntos—saca sus apuntes.
— ¿Enserio?
—Sí, lo sé, apenas estamos comenzando y ya nos dan informes—voltea los ojos.
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Editado: 20.11.2021