¿y El Plan B?

CAPITULO 04

Me invitaron a una fiesta.

Tal vez parezca que soy social o algo por el estilo.

Bueno, no lo soy, prefiero quedarme en mi casa viendo algún documental.

Mi madre siempre se ríe de mí por ver ese tipo de programas y yo solo no le encuentro la gracia. Dice que a mí edad tengo que disfrutar de la libertad que puedo experimentar, porque cuando trabaje y viva por mi misma no podré hacerlo y yo solamente le digo un "claro madre, para la próxima".

Y creo que llegó esa próxima.

Y lo peor o tal vez mejor es que iré con Aleister.

Avanzo hacia mi habitación y voy directo a mi closet.

Veo y veo.... Y no se que demonios ponerme.

Camino hacia los vestido que están colgados por color.

A Marcela le gusta mucho el orden.

Veo un vestido blanco pegado que me llega abajo de las rodillas pero creo que es muy formal.

Encuentro otro vestido rosa pegado que me llega arriba de los muslos, solo me lo he puesto una vez y fue cuando me lo probé en la tienda en la que lo compre.

Decidido este será el elegido.

Es muy bello.

Me sorpredo al verme con el puesto en el espejo.

Wow, tengo un hermoso cuerpo, lo mostraré las seguido.

Me lo quito y voy directo al baño que es solo mío.

Ventajas de ser hija única.

Pero antes de atravesar la puerta me llega un mensaje.

A.Brown

¿A qué hora pasó por ti?

Madelaine

En dos horas.

A.Brown

¿Vas a viajar por el mundo en todas esas horas y no me enteré?, Es mucho tiempo.

Madelaine

¿Qué ya quieres verme?

A.Brown

Yo siempre. Bien, voy por ti en dos horas.

Salgo del baño el cual está lleno de humo.

Seco mi cabello y trato de hacer unos chinos con la plancha.

Me maquillo con algo natural y me pongo unas zapatillas planteadas.

Cuando estoy lista le mando mensaje a Aleister y me constesta a los dos minutos diciendo que ya está en camino.

Cuando escucho el claxon de un auto salgo de la gran casa y me encamino a Aleister que se bajó del carro.

— ¿Te puedo decir un halago?

Sonrío por su comentario, hace un mes de todo el escándalo y creo que somos amigos.

— Claro.

— Subiré tu ego pero no importa, te ves increíble. - me dice a la hora de abrirme la puerta de copiloto.

— Gracias.

— De nada, su majestad - dice cuando hace una pequeña reverencia.

Me río por su acción y el me imita.

— Ya vamos, que se hace tarde. - digo.

— Bien, vamos.

Me subo a su deportivo, es lindo.

¿El carro o el dueño?

No le hago caso a la pregunta que broto de mi cabeza.

— Pon música. - me dice con la vista fija en la carretera. — Siéntete importante, a nadie dejo que ponga música en mi bebé.

— ¿Tu bebé? - dije riendo por su estúpido apodo a su auto.

— Claro, es mi amigo más fiel.

Suelto una carcajada.

Y le aplastó a un botón y comienza a sonar "Don't Wanna Be" de The Score.

— Y ¿cuál es tu animal favorito?- le pregunto de la nada.

¿En serio? ¿No sé te ocurrió algo mejor?

— Mmm.. creo que las llamas - me responde muy serio, parece que pensó mucho su respuesta — ¿Y el tuyo?

— Tal vez los tiburones, para ser las específica los blancos, me gusta el miedo que dan.

— Pensé que dirías los perros - me dice pensativo.

— Muchas veces los perros han roto mi corazón.

— ¿Tienes corazón? - me pregunta con una cara de asombro fingida.

— Si, aunque parezca que no.

— De seguro pocas personas están en tu corazón.

— Si... Son pocas, esque no todos los mundanos tienen el privilegio de estar en él.

— Ooh, claro. Espero algún día tener el honor de estar en tu corazón. - me siguió el juego.

El último mes, la pasamos muy bien, hablamos demasiado, le tuve confianza muy rápido y eso que no soy ese tipo de personas.

— Algún día. - le respondo viendo que entramos a una recidencia privada.

— Dijiste que los perros habían roto tu corazón, ¿Qué hicieron para que te hayan lastimado?

— Pues a lo largo de mis 19 años he tenido varios perros, pero todos mueren.

— Es la ley de vida.

Cuando llegamos a la casa que ni parece casa, es más una mansión.

— Llegamos - dice el viéndome.

— Si, pensé que moriría contigo en el volante.

— Jaja, que graciosa - dice con cínicamente.

Su comentario me hace sonreír y me bajo del auto arreglando el vestido y tomando la cartera que traje conmigo.

— Vamos - dice a la hora de entrelazar nuestras manos.

Miro nuestras manos unidas y una electricidad extraña recorre mi cuerpo.

Entramos por la gran puerta y el espacio se percibe el olor a hierba, sudor y alcohol.

— Ya me quiero ir - le digo a mi novio.

No llevamos ni 10 minutos aquí.. - me dice con una cara divertida

— No me gustan la fiestas. - digo cerca de su cara para que me escuche.

Se acerca a mi oreja.

— Si lo sé, es algo que comentaste, solo saludo a unos amigos y nos vamos ¿si?

— Está bien.

Y antes de alejarme me toma de la cintura y me da un beso el cuello.

— Ya sabes para aparentar. - me dice respondiendo una pregunta antes de hacerla. — No me sueltes la mano.

Y da un apretón a nuestras manos entrelazadas.

— Hola, Brown y ¿Anderson? - pregunta una persona, un poco más chaparro que mi pareja y moreno.

— Hola Scott - saluda Aleister con una pequeña sonrisa.

— Así que si era verdad, por fin sentaste cabeza. - dice el que se llamaba Scott.

— ¿Cómo has estado? - dijo el en respuesta, evadiendo el último comentario del moreno.

Eso dolió ¿No?

Iré por agua, en unos minutos estoy aquí. - digo en susurro en su oreja poniéndome en puntitas porque ni en tacones lo alcanzó.



#25815 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 08.05.2021

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